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Los nervios le generaban cosquilleos en todo el cuerpo y la anticipación a lo que pueda pasar luego de lo que iba a ser simplemente agregaba más presión a aquella sensación punzante en su estómago; podría vomitar ahí mismo, pensó la castaña. Pero sacudió su cabeza y se dio una suave palmada al costado de su rostro para espabilarze. Aquel iba a ser un buen día, tenía las esperanzas de que todo saldría bien.

Hacía mucho frío, producto de la nieve invernal que cubría totalmente a toda la ciudad. Su nariz y manos se tornaron rojizas y sentía que tenía un ligero temblor; pero eso podía ser también por la ansiedad que sentía.

Miró hacia la pequeña bolsita de papel roja que tenía entre sus manos y no pudo evitar suspirar, un vaho de vapor escapando de sus labios.

Pasaron varios minutos de espera, ella permanecía allí, parada solitaria en el vacío parque congelado. Ahora tenía la duda de si esa persona vendría o no, y la sola idea provocó que unas lágrimas se acumulen en el borde de sus ojos. Las limpió rápidamente, diciéndose a sí misma que ella jamás le haría algo así.

Entonces, cuando ya sentía el cuerpo cansado y entumecido por el frío y la espera, apareció.

Se veía preciosa, con su abrigo blanco felpudo que contrastaba notablemente con sus largos y sedosos cabellos negros. Su pálido rostro tenía un ligero rubor por el frío y cargaba aquella mirada desinteresada y perdida que tenía en todo momento.

—I-Iseul unnie, aquí.— cuando la chica estuvo lo suficientemente cerca, la castaña la llamó tímidamente.

—Hey. Hola Yunjin.— saludó suavemente.

—Ehm, yo uh. ¡Quería darte esto!— exclamó nerviosa, dándole el pequeño paquete que contenían adentro todos sus más grandes y profundos sentimientos.

—¿Me dijiste que venga hasta acá para darme mi regalo de navidad? Podrías haberlo dejado en mi casa.— la chica contestó divertida, tomando el paquetitos en sus manos.

—Es que, quería que sea aquí. Es un lindo lugar.— murmuró la castaña, moviendo tímidamente sus pies sobre la nieve.

—Vale, lo voy a abrir.— dijo comenzando a rasgar la pequeña cinta que mantenía el paquete cerrado. Dentro habían una pequeña caja de terciopelo y una carta.

Yunjin observó atentamente como Iseul sacaba la cajita, jugando ansiosamente con sus dedos mientras la veía abrirlo. Una expresión esperanzada se apoderó de su rostro al ver la reacción de su mayor ante el collar que había escogido para ella. Era un delicado corazón de plata con diseños de flores grabados. Iseul parecía contenta conel obsequio.

—Es precioso, gracias Yunjin-ah.

—Me alegro por eso. Ahora, la ca-carta.— titubeó al hablar.

La mayor sacó el sobre blanco de la bolsita y del interior de este, la carta. No era muy larga y estaba escrita a mano, con los desordenados caracteres de su amiga extranjera; algo difíciles de entender, pero se había acostumbrado. Iseul comenzó a leer tranquilamente, sonriendo con los mensajes, "felices fiestas", "gracias por ser mi amiga", "te amo unnie". Pero su rostro cambio totalmente, las expresiones murieron completamente en él al seguir leyendo las demás líneas. "Sé que esto es de la nada, pero ya no lo puedo guardar más, estoy enamorada de ti. Me gustas y quería decírtelo en un día especial."

No terminó de leerla. Dobló el papel y lo metió dentro del sobre. Levantó la mirada y se encontró con los nerviosos e inocentes ojos de su menor, mirándola temerosa y esperanzada. Por un segundo, su corazón sintió pena, pero la emoción fue rápidamente consumida por el disgusto que sentía.

—¿Es una broma?— preguntó con seriedad.

—No...— susurró Yunjin, las lágrimas volvieron a aparecer, pero las contuvo.

—Yunjin, ¿en serio eres una de esas raras? ¿Cómo puedes creer que te gusta otra mujer?— la pelinegra sacudió su cabeza con decepción. —Lo siento mucho, pero yo soy normal, no puedo aceptar esto.— le arrojó la bolsa y sobre y se alejó un par de pasos.

—Unnie, por favor, déjame explicar, no te vayas.— rogó la castaña, con la voz rota y la cara empapada.

—No me vuelvas a hablar, me das asco.— soltó la chica antes de salir corriendo.

La extranjera se quedó parada, nuevamente sola. Se agachó para tomar sus cosas, la bolsa estaba arrugada con la cajita adentro y el sobre estaba ligeramente mojado por la nieve. Cerró los ojos con fuerza, no quería llorar. Fue en vano, las palabras de su mayor se repetían en su cabeza una y otra vez. Se abrazó a si misma y dejó salir su llanto.

¿Por qué tenía que pasarle eso? Iseul era la chica más hermosa que conoció en su vida y fue la primera amiga que hizo allí, luego de mudarse. Pensaba que tendría una oportunidad, puesto que la mayor nunca demostró ser homofóbica y también era muy cariñosa con ella. Ahora supone que simplemente era su forma de ser y no nada especial. De todos modos, ya no importaba. Iseul no importaba.

Cuando su llanto cesó, se paró dándose cuenta de que no podía seguir así. Estaba cansada de ser la chica tímida que todos dejaban de lado, la americana que apenas hablaba bien, la invisible y poco sociable. Estaba decidida a mejorar, encontrar un amor de verdad.

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last christmas | kazujinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora