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[...]
Bakugo llegaba a clases junto a sus amigos. Este era su segundo día de clases allí y ya quería que fuera el último.
Es decir, sus compañeros nuevos no eran tan diferentes de los anteriores, incluso eran más tranquilos y fáciles de llevar, pero la presencia de Kirishima Eijirou lo irritaba de sobremanera.
Se despidió de sus amigos, quienes habían dicho que lo dejarían en su aula todas las mañanas para que cuidar que no mordiera a nadie, aunque a él le parecían más bien dos buitres asegurando su carnada.
Al ingresar al aula, vio que no había mucha gente, la representante llamada Yao noseque y su novia, el presidente de la clase que tampoco sabía cómo se llamaba, y...
El grupo de buitres de Kirishima.
Y Kirishima.
Genial.
Resopló por lo bajo, para luego dirigirse a su asiento, sin embargo, chocó con un cuerpo más bajo que el.
—V-viejo, lo siento— se disculpó el más bajo. Bakugo bajó su mirada y se encontró con dos pares de ojos de ciervo que lo miraban aterrado.
