{04} 𝑫𝒆𝒔𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒐𝒍 {04}

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-¡¿Quieres explicarme qué es ésto?!-

Enunció con fuerza entrando a la habitación de ella sin hacer el decoroso escándalo que tenía en mente. Al no encontrarla allí se vió reincorporada su postura agitada y colérica. Fué entonces cuando dedujo que estaría en su habitación.

Silenciosamente se adentró hasta la entrada de la puerta, tomando con cuidado el picaporte que abriría apresurado, sin embargo los ruidos indecorosos que provenían lo detendrían en ese instante.

La constancia con la que eran vocalizados los gemidos, lo dejó estupefacto por completo, llevando la mano a su boca, retrocedió y espero a que terminara de hacer lo suyo en alguna otra parte de la casa.

Silco no sabía como sentirse, esperaba encararla y una explicación, porque él reconocía que Jinx hacía las cosas con un propósito y por ello suponía que esa era la razón por la que lo había mandado a recoger esas tintas. En cambio, tenerla satisfaciendose en su cama era incómodo pero muy en su interior podría decir que tal vez no era así.

Pasando al rededor de veinte minutos, era el tiempo calculado para suponer que había culminado.
Nuevamente volvió a la entrada de la puerta, asegurándose de que había terminado, tomó el picaporte con cuidado dando paso a la habitación.

Encontrándose con su camisa en el suelo, captó su atención el cuerpo desnudo de Jinx que lo cubría una de las sábanas. Se acercó lentamente a ella sentándose en la cama.

Examinó a la peliazul con la cabeza fría, aunque sería mentira si él no sintiera algo más. Con su mano sintió los dedos de la joven, notando cierta humedad que aún quedaba en ellos.
Los acarició con tanto esmero, aunque esas uñas esmaltadas le generaban insignificantes dudas.

Su vista se posó en el rostro durmiente de la joven, jamás se cansaría de admirarlo. Pronto bajó hacia su cuello y hombros que con su mano tersa gozaba de tocar tan más tibia piel.

Al movimiento de Jinx, se alejó lentamente buscando alguna excusa en caso que despertara, pero sólo fué una falsa alarma.
Dejando ver tímidamente uno de sus pechos, Silco estaba ahora mismo ahogándose en un océano de emociones, siendo la lujuria su primera ola.

Desnortado por la lucha entre su moralidad; a pesar de aceptar sus sentimientos hacía ella, aún sentía culpa, porque él había sido su criador, más no su padre, él había sido su mentor de vida. Aunque ella y él quizás nunca se vieron así, los tiempos habían cambiado y ella se había convertido en la más hermosa mujer que hubiera visto en todos sus años.
Viendolo así, lavándose las manos de esta manera y siendo derrotado por el deseo que ahora emanaba por ella.

La enredó entre sus brazos, besando su cuello y recibiendo como respuesta un ahogado gemido, siendo música para sus oídos y la luz que él tomaría para seguir.

Iniciando una travesía de besos en su vientre y hombros, su deseo por devorar los pechos de la joven se vería contenido para subir y susurrar a su oído:

-Eres perfecta, Jinx-

Apartándose de ella, se dirigió al armario para tomar otra de sus camisas y vestirla con ésta.

Sin ver demás, terminó de vestirla, recordando que necesitaba cambiar su vendaje, se quedó un rato más con ella.

Apreciando cada facción, gesto que hacía, quedaba aún más intrigado del como terminaba de entender sus sentimientos por ella, desde el principio al final.

Tras haberla acobijado, se despidió de ella nuevamente con un beso en la frente, no sin antes tomar algo preciado para él, tomar el auténtico regalo; esa cajita con luces que había sido un obsequio de su luminaria.
así saliendo de la habitación dejándole descansar.

𝑰𝒏𝒕𝒐 𝒀𝒐𝒖 (Jilco) -HISTORIA CONCLUIDA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora