III - Salto de fe

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Dean aun podía escuchar la voz de Alastair reírse de él, cuando entró en su mente durante su estadía en el infierno y fue conocedor de lo retorcida que se encontraba.

—Así que a nuestro querido Dean le gusta lo prohibido. Interesante..

—Cállate..—dijo en un susurro.

—Oh porfavor, no quieras engañarte, Dee, que tú eres consciente de lo que sientes por tu querido hermanito menor. Y hey, no estoy para juzgar—Alastair alzó las manos en son de paz—Después de todo, todos tienen algun pecado por el qué pagar aquí..

El rubio lo miraba con odio, a pesar de estar muy adolorido por aquella paliza que recibió por parte del demonio, como bienvenida. Y eso era solo la punta del iceberg, de su inminente tortura.

—Nunca me lo imagine, si te soy sincero, aunque.. Ahora tiene más sentido su enferma codependencia, mas por tu lado claro, porque dudo que Sam te mire con otros ojos. Eso te duele ¿Verdad? Que Sammy sea ignorante de lo que te hace sentir, el cómo con solo mirarlo te pone cachondo y enamorado.

—Él jamás lo sabrá.. Estoy muerto.

—Es una pena para él, después de todo lo que hiciste por su vida, para mantenerlo vivito y coleando, debe estar follando con alguien para sentirse mejor por tu muerte, ¿Sabes? Pero no te preocupes, porque para mí será un placer degustarte.. A mi manera, Dee.

Otra de las razones por la cual cedió a la propuesta de Alastair, era que ya nada valía la pena si estaba muerto y sin Sam, abusó y torturó a aquellas almas, desfogando todas sus frustraciones y fantasías reprimidas.

Solo que no se esperaba ser salvado por Castiel, la culpa le golpeó en el estómago e hizo un vacío enorme al reencontrarse con su hermano.

—Hey Dean—le sacudió Sam—hombre llevas un buen rato así, ¿estás bien?

Allí va, esa preocupación que sentía no merecerla. Mantener la máscara de "no pasa nada" era cada vez más difícil, tan solo quería poder borrar toda esa mierda y vivir en paz. No dijo mucho, solo un "sí" medio seco bastó para que Sam no le insistiera.

Pero lo que más le dolió fue ver como su hermano había caído en el sucio juego de Ruby, generando una adicción por la sangre de demonio. Ver como aquel ser infernal controlaba a Sam, le hervía la sangre, en especial cuando este le mentía y se dejaba dominar. Agradecía infinitamente el momento en que mataron a ese demonio pero Dean estaba al borde del colapso, después de todo, liberaron a Lucifer y todo el desastre que dejó su liberación en su hermano, sentía que era su culpa.

Todavía debían matar a dos de los cuatro jinetes del apocalipsis y podrían cantar victoria. El mero hecho de que ambos hermanos estaban destinados a matarse entre sí, le hacía cuestionarse si había sido buena idea ser sacado del infierno.

No sabía si el plan iba a funcionar, sinceramente, nadie sabía lo qué sucedería. Así que si iban a morir, debía hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.

Dean esperó sentado en el sofá a que Sam regresara del supermercado, habían decidido tomar un día de descanso de todo el lío en el que estaban metidos. Una vez el más alto regresara con las compras, el rubio le ayudó y tomó dos cervezas, le dio una a Sam y ambos tomaron asiento alrededor de la pequeña mesa que tenían en la habitación del motel.

—Vaya mierda.—comentó el mayor al ver las noticias junto con el contrario.

—Sí.. ¿Crees que lo lograremos? Podremos detener el apocalipsis?—pregunta Sam mirándolo directamente.

—Quisiera decir que sí, pero hombre, esto no es lo mismo que cazar un wendigo.—responde Dean sin despegar su mirada del televisor.

—Dean, no me digas eso.

Retorcida Tentación [ᴡɪɴᴄᴇꜱᴛ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora