Capítulo V

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Somos tan
Jóvenes y nos
Duelen tantas
Cosas.

- @Diariodereflexion

VALLOLET

En el cielo se alcanzaba a ver un gran arcoíris, no había nubes y estaba muy azul.

El clima estaba conforme a la situación.

Los estudiantes ya habían bajado del autobús y se encontraban abordando el avión.

Yo con los pelos de punta por ser mi primera vez volando.

El viaje tardó aproximadamente 9 horas.

Para Emma y Evan, el viaje fué bastante cálido, o al menos eso noté observandolos. En cambio para mi se habia puesto incómodo. Brian, se había vuelto más frío y más callado de lo normal conmigo. Claro, ya decía yo que todo estaba llendo increíble entre los dos. Ya le había contado todo a Emma, y sospechábamos que la actitud repentina de Brian se debía a que su novia estaba celosa.

Sabía que estaba mal, pero sentía una gran satisfacción por eso, ya mi amiga me había reñido al comentarle aquello, pero no podía contener ese sentimiento. Solo pensar que Jules me consideraba un peligro para la relación de ella y Brian, me hacía sonreír.

Al terminar nuestro viaje en avión, desabordamos en el aeropuerto de Madrid-Barajas, nos asombramos al ver que era mucho más grande que el de nuestra ciudad. Pues Claro, ciudad grande, aeropuerto grande.

Otro autobús nos esperaba para llevarnos al instituto que nos alojaría.

Esta vez podiamos sentarnos donde quisieramos. Me senté y estaba esperando a que Emma llegara. Mientras, vi como Jules, apartaba a Evan para ella poder sentarse al lado de Brian.

— ¡Vallie! — llegó mi amiga emocionada — ¡No vas a creer lo que pasó!

— ¡Shhh! — la callé ¿porqué siempre hablaba tan fuerte? — Más bajito.

— Ay, ya, perdón. Es que... — respiró profundo para tranquilizarse y me susurró —. Evan Roses... ¡¡Me pidió mi número!!

Me le lancé encima y le puse la mano en la boca.

— Debí saber que al final gritarias.

Ambas miramos en dirección al castaño de ojos claros, no se había enterado. Mi mejor amiga y yo suspiramos con alivio.

Le quité la mano de la boca y nos incorporamos.

Puse mi Playlist favorita en mis audífonos y media hora después Emma y yo nos quedamos dormidas encima de la otra.

Mi descanso no duró mucho pues recibí un llamada de parte de mi madre y me ví obligada a contestar.

— Hola Mami, bendición ¿Como estás?

Le conté todo acerca de cómo me había ído en el viaje, pero luego de aquello, mi mamá pareció incómoda.

— Ma.. — le dije —. ¿Qué pasa?

— No, nada mi amor.

— Mami...

— No te preocupes, no más parece que a tu papá le salió trabajo en otro lugar.

Al escuchar aquello casi sentí como se me caía el mundo encima.

— Mamá estás bromeando — me reí con nerviosismo.

— Ay, Vallolet ¿Te parece que estoy en edad de hacer bromas?

— Pero... Noo... No otra vez... — murmuré más para mi misma que para ella.

— Me parece buena la idea, además...

Empezó a decir más y más palabras, pero yo me había desconectado completamente, no podía creer que aquella noticia fuera cierta.

Una punzada de dolor me atacó el pecho, dificultandome respirar. Lágrimas silenciosas empezaron a acumularse en mis ojos.

Había vivido toda mi vida, llendo de un lugar a otro, llendo de casa en casa, de colegio en colegio. Al principio me parecía normal, estaba pequeña entonces hacía amigos y compañeros en donde fuera, luego empecé a hartarme, no era para nada bonito, era totalmente horrible tener que adaptarse en un nuevo lugar cada dos años, volver a hacer amigos, volver a conocer nuevas personas, culturas diferentes...

En ese entonces me la pasaba deprimida, intentaba no llorar, sin embargo, cuando habían días malos se me escapaban algunas lágrimas.

Y cuando el trabajo de mi padre lo llevó a Colombia. Todo parecía aún peor, hasta que la conocí.

Observé a Emma durmiendo plácidamente sobre mi regazo — algúnas lágrimas rodaron por mis mejillas — Ella había sido esa persona que me sacó de la oscuridad, esa luz que iluminó mi noche eterna, esa calma después de la tormenta.

Fuí tan ingenua al creer que ésta vez sería diferente a todas las demás. Es que, todo parecía ir tan bien, los ingresos que le generaba la empresa a mi padre, los amigos que había hecho, el colegio...

Y aún más importante, había encontrado a una persona que me entendía, que me escuchaba, que siempre estaba ahí para mí.
Lo que más me dolía era dejar a Emma.

— ¿Vallolet? ¿Me oyes? ¿Aló?

— Ehh... Si Mamá, perdón... ¿Qué... Era lo que me decías?

— Que no se te olvide enviarme fotos. Ahorita voy a salir a hacer mercado, chao, Dios me la bendiga, besos.

Y colgó.

Dejándome congelada en mis pensamientos por el resto de la trayectoria.

Amistades InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora