Capítulo 5

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Katsuya acababa de cumplir treinta y dos años el día que Shigeo entró en la oficina hecho una furia y con el labio partido. Katsuya estaba recogiendo las tazas sucias tras su último cliente mientras Reigen terminaba de cuadrar caja. Era tarde y ya no esperaban visitas cuando Teru abrió la puerta arrastrando a Shigeo tras él. Katsuya estaba seguro que, de no haber sido por su telekinesis, las tazas hubiesen acabado en el suelo. De Teru, Katsuya hacía tiempo que había aprendido a esperar cualquier cosa pero Shigeo era un tema distinto.

–¿Qué ha pasado? –Reigen apenas tardó un segundo en saltar de su asiento nada más verlos cruzar el umbral. Sus manos inspeccionaron el corte en el labio de Shigeo sin dejar de fruncir el ceño–. Creo que hay gasas en el botiquín. Serizawa, ¿puedes traerlo?

Katsuya los miro de reojo pero no dijo nada. Shigeo se dejó caer en el sofá, el poder vibraba con ira contenida a su alrededor. La misma ira que podía verse reflejada en el brillo de sus ojos. Katsuya los dejó solos un instante mientras recuperaba el botiquín del cuarto de baño. Shigeo era una de las personas más amables que Katsuya conocía. Algo tenía que haberlo afectado muy seriamente para que llegara hasta ese punto.

Katsuya había tardado apenas un minuto en coger el botiquín del mueble bajo el lavamanos. Al regresar, la tensión seguía latente y nadie parecía estar dispuesto a hablar. Teru se había sentado junto a Shigeo, ningún espacio entre los dos. Era fácil ver que ninguno de los dos había tenido el mejor día pero Katsuya no pudo evitar sonreír. Katsuya a veces envidiaba lo fácil que los dos adolescentes lo hacían parecer cuando estaban juntos. Quizá así era como se suponía que debía ser la relación entre almas gemelas. No había nada fácil en su relación con Reigen. Un abrazo, un beso, una caricia. Incluso el gesto más inocente podía convertirse en un problema en cualquier momento.

Y ahora se estaba deprimiendo.

Katsuya dejó el botiquín sobre la mesita auxiliar obligándose a no pensar. Sentado sobre la madera, Reigen alzó la vista. Sus miradas se cruzaron, por un instante. Katsuya no estaba muy seguro de que pudiera ayudar en algo cuando su adolescencia había sido de todo menos normal. Al menos para dar consejos, Reigen estaba mejor equipado. Teru parecía avergonzado y eso era algo que Katsuya no hubiese creído llegar a ver nunca.

–Gracias, Serizawa. –Reigen abrió el botiquín y empezó a buscar las gasas algo distraído.

Katsuya estaba seguro de que les estaba dando algo de tiempo a los críos para organizar sus pensamientos. Katsuya no pudo evitar sonreír. No hacía tanto tiempo, Reigen los hubiese asaltado casi de inmediato hasta acorralarlos para conseguir una respuesta.

–Mob, mírame. –Reigen se sentó un poco más al borde de la mesa, haciendo espacio entre sus piernas para que Shigeo se acercara y lo obligó a elevar el mentón.

El corte era más escandaloso que otra cosa entre la hinchazón del labio inferior y la sangre aún brotando de la herida. Reigen limpió la sangre con cuidado. Shigeo fruncía la nariz cada vez que la gasa tocaba la herida.

–Ha sido culpa mía. –Teru fue el primero en romper el silencio–. Estaban diciendo gilipolleces sobre los vínculos y cuando se han empezado a meter con mi marca

–Les he dado un puñetazo. –Shigeo se encogió de dolor al terminar la frase por Teru–. He sido yo quién ha empezado la pelea.

–¡Mob! –Reigen gritó escandalizado–. ¿En serio?

–¡Pero sólo porque sabías que yo hubiese hecho algo peor! –dijo Teru–. Si hubiese usado mis poderes sólo habrían empeorado las cosas.

Katsuya notó un escalofrío en la espalda. Si algo recordaba de cuando tenía la misma edad que Shigeo y Teru eran los rumores que corrían por todas partes llamándolos psicópatas sólo por ser Espers. Se suponía que las cosas habían cambiado algo desde entonces pero el recuerdo de esos años no era algo de lo que Katsuya pudiera escapar con tanta facilidad.

Severed BondsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora