Parte 1 La Guarida del Zorro

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En el monte olimpo en medio de una de las reuniones del solsticio de invierno muchos semidioses fueron invocados. Estos aparecieron en una explosion de luz que llenó la gigantesca habitación. Los dioses no habían tardado ni dos segundos en apuntar sus armas hacia ellos.

— ¿Qué hacéis aquí?

La pregunta de Poseindon fue respondida con un encogimiento de hombros colectivo. Cada uno de ellos estaban haciendo sus cosas, Percy y Annabeth justo habían acabado de hacer deberes de anatomía, Jason y Piper estaban apunto de empezar a hacerlos, Frank y Hazel estaban yendo al bosque para hacerlos... En general todos estaban apunto de hacer algo mínimamente relacionado con los deberes de anatomía.

Zeus iba a ordenar algo pero otra explosion de luz llenó la sala, siendo esta vez un libro y muchos asientos de tamaño humano habían aparecido. El libro floto hasta Annabeth y esta la cogio.

— Creo que debemos de leerlo.

Aunque no era lo más deseado por el variado grupo, Annabeth ya había abierto el libro y empezado a leer en voz alta. Una pantalla traslúcida había aparecido delante de la gran puerta del salón y está, mostraba un video que avanzaba según Annabeth leia.

"Me alegro de que hayamos hecho esto. Ha pasado tanto tiempo desde que éramos solo nosotras dos." dijo Atenea con una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras caminaba por las calles de Manhattan. Siendo una de las más ocupadas de su familia, se tomó el tiempo para disfrutar de los raros días que tenía libres, donde podía descansar y dejar que las responsabilidades de la divinidad se le escaparan de los hombros. Vestida con ropa normal como la de los mortales sobre los que su familia gobernaba, trató de no destacarse mientras caminaba por las calles de piedra de Nueva York.

A su derecha, su hermana Artemisa caminaba a su lado. Las hijas de Zeus se apoyaban mutuamente, y las similitudes entre ellas ayudaron a formar el puente entre su estrecha relación de hermanas en sus primeros días de existencia. De todos los dioses y diosas en el Olimpo, Atenea se sintió más cómoda cuando estaba con su hermana menor. No había juego con Artemisa, y no era necesario mantener un ojo sobre su hombro. Los lazos de hermandad eran fuertes entre ellos, y Atenea sabía que podía confiar en que Artemisa la respaldaría.

Las dos diosas nombradas se miraron y se sonrieron mutuamente. Esas eran ellas y nadie más.

"Estoy de acuerdo. Aunque generalmente no me gusta la jungla de asfalto que es Nueva York, disfruto de nuestro tiempo juntas. Han pasado meses desde que solo fuimos nosotras dos." respondió Artemisa. Al igual que su hermana, estaba vestida con ropa casual y mortal, renunciando a su habitual ropa plateada y pantalones de camuflaje. Su teniente, Zoe, podía encargarse de cuidar a la Caza por una tarde, tenía su máxima confianza para mantener a las chicas en línea. "Daría cualquier cosa por alejarme del Olimpo en este momento."

Talia miró a las cazadoras, las cuales estaban mirando con odio a los chicos de la habitación y luego a su señora

— Por favor, todavía no.

Esta solo le sonrió divertida.

"Totalmente de acuerdo. Hera está en pie de guerra otra vez, y no deseo estar en su camino." dijo Atenea con un pequeño escalofrío. Su último recuerdo de la reina fue observar a la bella mujer marchar en pie de guerra hacia el templo de Zeus, la tierra agitándose bajo sus pisadas y sus ojos irradiando poder divino.

Ella no necesitaba ser la Diosa de la Sabiduría para comprender lo que estaba sucediendo.

— ¿En qué momento del tiempo está sucediendo esto?

Pregunto Hera con cierta rabia en su tono. Todos se mantuvieron en silencio hasta que la reina le indicó a Annabeth que continuará.

La semidiosa asintió y siguió leyendo, aunque podía notar la mirada enfurecida de la reina en ella.

Leyendo cenando con la divinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora