Prisa, tenía prisa.

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One-shot Jelsa

Editado: 05/08/18

Caminaba apresurada por las calles que llevaban a su oficina. Llegaba tarde y no era la primera vez -ni probablemente la última- que lo hacía. La blusa blanca que acababa de sacar de la secadora tenía un botón desabrochado, aunque este estaba estratégicamente oculto por una corbata azul marina. Sus tacones azules oscuro producían al caminar un sonido parecido al que emiten los segunderos en los relojes de pared. Prisa, tenía prisa.

Entró por las puertas dobles de cristal y trotó hacia el mostrador. Su pelo rubio platino se mecía suavemente de un lado a otro al ritmo de sus pasos.

Llegó a una cola llena de empresarios que vestían esmoquin, tenían el café descafeinado en una mano y el teléfono móvil en la otra. Prisa, tenía prisa.

Una mujer la llamó desde un lado de la sala; llevaba el formulario que la chica debía rellenar en la mano. Ella lo reconoció y -sin pensar en causar buena impresión o no- corrió entre la multitud y llegó a la mujer antes de que el reloj marcara las "y nueve minutos". Prisa, tenía prisa.

Amablemente le agradeció el favor a la señora y corrió al ascensor. Estaba a reventar, no cabía nadie más y para colmo, también había cola. Al ver que no podría llegar a tiempo, corrió a las escaleras y al mismo ritmo llegó -agotada- a la planta 25. Prisa, tenía prisa.

Dejó de correr y se miró en el espejo del pasillo; se arregló el pelo, pues el moño que se había hecho a prisas esa mañana se había deshecho por completo, y se lo recogió en una trenza de lado, se volvió a hacer la corbata y se ajustó la blusa en su falda entubada. Se pintó los labios con un bonito brillo rojizo y se dio palmaditas en los cachetes para suavizar el rojo que tenían por haber corrido demasiado. Prisa, tenía prisa.

Anduvo por el largo pasillo blanco y admiró -a lo rápido- los hermosos cuadros que colgaban en las paredes y recordó que la primera vez no le parecieron importantes. Van Gogh, Dalí,... Si no fuera por su jefe, ahora mismo no conocería a ninguno. Se paró enfrente de unas puertas dobles de color azul marino y volvió a arreglarse la blusa.

¿Y si no está? pensó antes de entrar.

Hizo el menor ruido posible al abrir la puerta y suspiró de alivio al verlo allí.

Se fijó más en él, en su esmoquin azul marino -al parecer el color de la empresa- y lo bien que combinaba con su pelo blanco, según él natural.

Se encontraba de espaldas, mirando la ciudad por un gran ventanal. Llevaba unos papeles en la mano derecha y en la izquierda un pequeño sobre de color azul cian. Estaba tan abstraído que no oyó el sonido que producía ella al caminar. Ya no tenía prisa.

Carraspeó, parada frente a su escritorio.

Él se viró repentinamente y los papeles salieron despedidos de su mano, yendo a parar debajo de una silla. El sobre azul lo tenía detrás de la espalda y daba la sensación de que quería ocultarlo.

Se sonrieron y los dos juntos, sin decirse ni una palabra, recogieron los papeles, cuidando que sus manos no se rozaran.

-Buenos días Elsa -la saludó mientras le tendía los informes que acababan de recoger.

-Buenos días, Jack -respondió ella aceptando los papeles.

Se quedaron largos minutos mirándose a los ojos, ambos azules, mientras el silencio invadía la habitación. Lo único que lo interrumpía era el incesante tic-tac del reloj de la pared.

La joven tragó en seco y, antes de que él pudiera arruinar el momento - porque lo conocía lo suficiente como para saber que lo haría- dio un paso al frente y le rodeó el cuello con los brazos. Él le correspondió apretándola fuertemente por la cintura.

Prisa, tenía prisa. (Jelsa One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora