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SeokJin y Namjoon se encontraban afuera de la casa intentando mantener una conversación que hasta el momento no parecía una.

—¿Realmente quieres esto?— Preguntó Namjoon sin dejar de mirar el cielo repleto de estrellas.

—¿Y tú?— Respondió con la misma pregunta, quería estar seguro de la opinión del Alfa antes de llegar más lejos.

—Yo pregunté primero, pero responderé. Al principio no estaba seguro de casarme por compromiso, pero ahora que conocí a quién podía ser mi omega no suena tan mal— Guiño su ojo logrando que uno de sus hoyuelos se notará más, luciendo mucho más atractivo para Jin.

—Estas coqueteándome— El omega no pudo evitar reír ante el descaro del menor.

—¿Está mal? ¿Te incomoda mi falta de tacto?— Cuestionó levantando una ceja mientras se acercaba al conejito. La cercanía del Alfa ponía en aprietos al azabache, su colita se movía ansiosa ante el aroma tan cercano.

Namjoon no parecía vacilar con el cortejo, sus acciones eran claras y sus palabras aún más. Enserio estaba interesado en el bonito omega que acababa de conocer.

Así que decidió acercarse aún más, dejando sus rostros a escasos centímetros donde podían sentir el aliento del contrario rozar sus labios.

Jin percibía el exquisito aroma a menta proveniente de Namjoon, la frescura de su aliento calaba en cada fibra de su cuerpo y más al sentir sus manos cerca de su cintura.

— Namjoon— Murmuró con nervios, la imponente aura del moreno lograba revolucionar todo su cuerpo con tan sólo estar cerca, no lo conocía lo suficiente, pero estaba seguro que si lo besaba no se alejaría.

Ansiaba probar sus carnosos labios y juntarlos con los suyos, tal vez era demasiado rápido aunque no lo sentía así. Namjoon le transmitía algo que no podía explicar.

Sus labios estaban a pocos centímetros que ya podían probar su esencia de más cerca, sólo tenían que estirarse un poco y por fin se permitirían probarse mutuamente. El Alfa acercó su pulgar al labio contrario intentado brindar la confianza que faltaba, sólo tenía que mover su boca y sus animales se unirían de una vez, excepto que un ruido llamó su atención.

El portazo proveniente de la casa logró que se separan de inmediato, interrumpiendo su momento. Jin visualizó a su hermanito caminando a grandes zancadas sobre los pastizales.

Intento correr hacia él, pero ya era demasiado tarde; Jungkook ya se había transformado, sólo quedaba el rastro de sus orejitas azules moviéndose sobre el pasto a gran velocidad.

—No puede ser— Suspiró desanimado, sabía que algo malo había sucedido durante su ausencia. El lobo se percató de eso y se acercó con calma para evitar incomodarlo.

Jin sólo sonrió de lado a la vez que se acercaba al más alto para chocar con su pecho y acomodarse en él. En ese momento no le importo si a Namjoon le incomodaba sólo quería sentirse en paz y el Alfa lograba eso.

Sonrió al sentir unos brazos en su estrecha cintura y feromonas esparcidas en el aire, se sentía tranquilo con la presencia del contrario.

🀄️

Luego de salir de su casa hecho una furia, el de cabellos azules se encontraba vagando por el bosque mientras perseguía luciérnagas, eso le ayudaba a tranquilizarse y a olvidar todo lo sucedido.

Siempre que salía a explorar se sentía libre, la verdad nunca entendería el porqué estar encerrado en una casa cuando podía vivir feliz en el bosque.

Sus patitas se movían muy rápido intentando alcanzar a la luciérnaga que llevaba un rato siguiendo. Estaba tan perdido en la luz brillando entre la oscuridad que no se percató de que estaba en la frontera y a nada de caer al río.

Sino fuera por sus increíbles reflejos ya estaría nadando río abajo junto con las corrientes nocturnas. Un poco asustado, Jungkook liberó a la luciérnaga pues ya estaba demasiado cansado para corretearla hasta el otro lado.

El conejito terminaba de sacudir el pasto de su pelaje cuando escuchó un ruido demasiado fuerte que logró llamar su atención. Bueno, cualquier cosa lograba sacar su lado más curioso e ir a saber de dónde provenía tal cosa.

Esperaba cualquier cosa, tal vez un animal nocturno o hasta guardias nocturnos, pero no al ser más bello que sus ojos hubieran visto.

Un híbrido de dragón.

Un joven con ojos verdes como las esmeraldas y unas alas negras como la noche, además de unos cuernos que parecían brillar con la luz de la luna.

El conejito estaba asombrado por lo que estaba viendo, según lo que le habían dicho los dragones estaban extintos hace años, pero no, tenía a uno frente a él y sólo quería tocar sus preciosas alas o frotarse contra sus escamas.

Sus patitas se movían ansiosas sobre los arbustos llamando la atención del chico azabache, pues la bolita de pelos azules sobresalía de entre las hojas. Así que no dudó en tomarlo entre sus manos y mirarlo con repulsión.

Jungkook en su forma animal sólo sintió cómo fue levantado del suelo y tomado entre unas grandes manos con detalles negros brillante, lo que logró llamar más su atención y no pudo evitar frotarse entre las palmas.

El conejito disfrutaba de estar entre esas grandes manos, sus orejitas estaban hacía atrás para recibir más del tacto. Cosa que extraño demasiado al dragón, pues el pequeño roedor lucía muy cómodo con él.

Jungkook agitó su naricita para percibir mejor el aroma del contrario, quería saber más sobre ese hermoso ser.

La curiosidad lo estaba matando y casi fue así, pues de repente el azabache lo soltó. Dejándolo caer sobre un montón de hojas, el conejito se removió para limpiar su pelaje y volver a acercarse al contrario.

Koo camino de nuevo hasta llegar a los pies del dragón, arrimó su cabeza una y otra vez intentando llamar la atención del azabache. Quién bajó la mirada hacia la bolita azulada en su talón.

—¿Qué quieres cosita?— Preguntó a la vez que volvía a tomarlo entre sus manos.— No deberías estar por aquí.

Jungkook seguía sin transformarse, en espera de cualquier acción que pudiera ponerlo en peligro. Pudiera estar confiado y tranquilo entre las manos de ese desconocido, pero seguía siendo un conejito en la boca de un dragón.

—Estoy siendo amable así que por favor transfórmate y sal de mi territorio— La paciencia del híbrido se había acabado, no le agradaban roedores en su territorio y mucho menos que tuvieran tanta confianza como el azulado entre sus manos.

El conejito no tomó importancia a lo que le dijo el dragón, seguía perdido en la sensación de las escamas rozando detrás de sus orejas. Un bufido fue la respuesta del chico azabache, esa bola de pelos parecía no resignarse y él sólo quería regresar a casa sin tener que explicar que su secreto había sido descubierto.

🀄️

Espero les haya gustado ♡︎

Curiosity | Jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora