Mis ojos no dejan de derramar lágrimas, mi piel arde luego de la sesión de aprendizaje.
«Tiemblo…»
«Grito…»
«Corro…»
«Nadie viene, nadie ayuda…»
—¡¿Dónde estás?! —grita; mi cuerpo trata de volverse uno con la oscuridad que invade este lujoso armario.
«Por favor, Dios, que no me encuentre» pienso.
Estiró mi largo vestido, tratando de cubrir la mayor parte de mi piel. Pero es en vano, el tiempo siempre ha sido mi enemigo. Siempre dejo que la maldad me consuma sin tener poder a negarme.
—Cariño, vamos, sal… —lo oigo quejarse; suspira—. Si no sales…
«¡No!» pienso.
Salgo lo más rápido que puedo, siempre es lo mismo. El actúa y yo cumplo.
Abro las amplias puertas de mi armario, nuestro armario. Sin tener conocimiento previo que él, ya se encuentra enfrente de mí.
El miedo recorre cada parte de mi ser, y aunque los sentimientos cambian, no puedo evitar sentir odio hacia él.
—Aquí estás preciosa —murmura seguro; su semblante frío y su seriedad logran hacerme temblar.
—Lo siento… —susurro bajo.
—Tarde —exclama con odio—. Sabes que esto me duele más a mí, que a ti.
—Lo sé, y lo lamento —digo débilmente— ¿Me perdonas?
—Ya sabes lo que debes hacer para que tú esposo te perdone.
Su rostro gira hacia la amplia cama. Señala, una vez más mi condena.
¿En qué momento llegué a amarlo?,¿cuándo fue que mi vida cambió?,¿cómo pude vivir una mentira?
¿Por qué mi familia me traicionó?, mi supuesta familia…
La cual no recuerdo, la cual olvide, la cual desapareció tras sus palabras. Delante de su traición.
—Si lo hago, ¿me dejaras salir? —interrogo; posicionado mi cuerpo sobre la cama.
—Sí complaces a tu esposo, te prometo, dejarte salir —dice seguro de sus palabras.
Su mano se pierde entre mis cabellos largos, tirando con rudeza hacia atrás. Sus gemidos se pierden en mi clavícula y mi tortura comienza, cuando una vez más, mi calvario renase en la misma cama. Como los últimos cinco años.
Por qué tuve que enamorarme de ti, oh al menos es lo que le haces creer a mi mente.
—No sabes cuánto te amo.. —exclama excitado. Mientras su mano destroza mi vestido con salvajismo.
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Tú eres solo mía
RomanceMi vida siempre ha sido feliz, o al menos eso quise creer. El cariño siempre estuvo, pero casi se extingue en mi familia. Los golpes siempre han estado presentes, siempre y cuando mi madre no viera. Por ese motivo, cuando él apareció, no fue sorpre...