Cinco años antes …
Voy caminando a gran prisa, mi abuela me envió a comprar algunos ingredientes que faltan para el almuerzo. El calor me está matando, el verano en mi pueblo cada vez es más fuerte con el paso de los años.
En mi distracción no reacciono, sino es antes de que el lujoso auto frene lentamente a mí lado.
La mano se extiende de la oscuridad que domina su interior. El brillo de la manzana hace rugir mi estómago.
«Controlate Marlo, si sigues así, serás más cerda de lo que ya eres» pienso.
Esas simples palabras destruyen mi mente cada vez que llevo un trozo de comida a mi boca.
«Abuela, como te odio»
Me acerco hacia ella. Mi madre siempre me ha recordado que no debo aceptar cosas de extraños. Solo lo hacen para romperte más, para quebrar tu cuerpo con su horrible ser y dejar las marcas de un deseo carnal que sacian a través de golpes y sangre inocente.
«No otra vez, fue suficiente con mi tío y bisabuelo. Y que recibí al abrir mi horrible boca… golpes.»
«¡La puta eres tú! Sí, yo soy la puta a mi corta edad. Cuando ni un beso había dado y me temblaban las piernas al pensar que me gustaba algún chico.»
—Marlo… —oigo el llamado; mientras la ventanilla baja un poco más.
—Lo siento, no recibo cosas de extraños —me excuso.
La risa proveniente del lujoso coche me altera. Estiro mi vertido lo más que puedo, sin lograr mi objetivo.
—No soy un extraño, cariño —declara con seguridad. Su voz gruesa y ronca lleva ese distintivo a deseo.
Una mente mayor en un cuerpo definido. Aunque su seriedad logra darle ese toque de misterio.
«Pero no, él es un buen hombre. Ayuda a mi familia. Es muy bueno con su hijo y ellos son muy buenos conmigo.»
—Oh, señor Saimon… —saludo alegremente—, no lo había reconocido. Discúlpeme…
—Tranquila cachorrita,¿la tomarás? —musita con insistencia.
Solo afirmo, tomando la manzana para retirarme a hacer el mandado de mi abuela.
Me despido de mano alzada y el susurro que libera de sus labios no me permite seguir.
Quise preguntar, pero ya era tarde. El auto güiro en u, dirigiéndose a su amplia casa, la cual se encuentra ubicada enfrente de la mía.
«¿Qué quiso decir con eso?» pienso.
“«Nos vemos esta noche, dulce cachorrita»”
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Tú eres solo mía
RomanceMi vida siempre ha sido feliz, o al menos eso quise creer. El cariño siempre estuvo, pero casi se extingue en mi familia. Los golpes siempre han estado presentes, siempre y cuando mi madre no viera. Por ese motivo, cuando él apareció, no fue sorpre...