Product of love (Parte I)

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Shinichi tocaba las barras de madera mientras ascendía rápidamente por las escaleras, con su ceño fruncido, caminó hacia la segunda habitación del pasillo y abrió la puerta, encontrándose con una habitación de paredes color celeste. 

Había incertidumbre en sus ojos por las características del sospechoso, como si dudara en expresar su conclusión, pero negar lo innegable nunca ha sido parte de su naturaleza, por lo que dio un suave suspiro antes de dar su conclusión: "No hay error"

—Tú eres el culpable —acusó el chico, seguido de un gran silencio interrumpido por el suave y diminuto movimiento de la tela rozando las sábanas, Shinichi se acercó lentamente e inclinó su cabeza encontrándose con un par de ojos verde que lo miran confundidos.

—Debería haberme dado cuenta antes.— dijo el detective, mientras elegía sus palabras con cuidado— Sus ojeras, los cambios de humor, y esa vez que se encerró en la habitación y me juró que estaba bien—dejó que sus palabras se apagaran, se alborotó su cabello con auto-frustración ganando una mirada curiosa de su acompañante de ojos verdes. 

El chico se preguntaba porque esta situación se sentía demasiado familiar cuando todo era nuevo para él, se resignó y volvió a centrar su atención en los brillantes ojos de su acompañante, el brillo en sus ojos verdes le hizo sentir que su corazón se inundaba con una nueva emoción que lo golpeó por sorpresa. 

Ocurrió tan rápido, tan repentino que lo sorprendió, haciendo que sus labios formaran una media sonrisa —¡Ay!— soltó de repente Shinichi —No es justo echarte la culpa de todo, ¿verdad?—miró a su acompañante con un cálida sonrisa —Supongo que también tengo gran parte de la culpa... así que eso nos convierte en los culpables a los dos.

Shinichi extendió sus brazos en un gesto de invitación, pero la lindura de ojos verdes permaneció tranquilo sin dar respuesta—¿Quién hubiera sabido que podrías ser tan malvado?—dijo el detective  con una mirada de enojo fingida— ¿Pensaste que te perdonaría tan fácilmente, por hacer sentir mal a la mujer que tanto amo? Te amo, pero ¿no crees que estás siendo egoísta?

Con ternura, su pulgar rozó las mejillas suaves y pálidas, mientras sonreía al ser malvado de ojos verdes —Entonces, ¿qué tal si le damos un descanso a tu mamá?, y yo te cuido por el resto de la semana...¿Sí?, mi pequeño Sherlock.

Shinichi estaba a punto de tomar al bebé en sus brazos, pero de repente una voz lo sobresaltó.

—¿Cómo acabas de llamar a mi hijo?—pregunto un poco molesta una voz femenina.

—¿Eh?—soltó Shinichi levantando su mirada y encontrándose con una chica de cabello rubio rojizo parada junto a la puerta de la habitación.

—Llamé a nuestro hijo por su nombre, Sherlock.—desafió el chico mientras levantaba con cuidado al bebé de su cuna, el niño pateó con emoción mientras su padre lo sostenía contra su pecho.

La rubia rojiza se acercó a ellos, con sus labios curvados en una sonrisa, sus dedos tocaron con delicadeza un mechón de cabello negro azabache de su hijo mientras le quitaba los mechones desordenados de la frente.

 — Oh, ¿te refieres a Conan-kun? —preguntó divertida a su esposo.

—Ey...—la cara del detective se tornaba a una nerviosa— Ya lo hemos discutido.

—De hecho, sí.— confirmó la chica con indiferencia—Y no voy a llamar a mi hijo Sherlock.

Shinichi se estremeció —Entonces ¿Conan Kudo es un mejor nombre?—preguntó Shinichi un poco inconforme.

Ella se encogió de hombros en respuesta, sus ojos brillaban con picardía cuando miró a su esposo. —Trae buenos recuerdos, ¿no?

—Me trae horribles recuerdos — protestó el chico con una mueca— Lo único bueno de estar atrapado en el cuerpo de un niño fue poder pasar tiempo contigo y los niños, el resto fue una pesadilla viviente.—afirmó el chico con su ceño fruncido pero más tranquilo al recordar los momentos felices que pasó, de pronto mostró una sonrisa.

—Vaya, ¿El Gran Detective del Este está siendo melancólico?, no sabía que eras tan emocional—se burló la chica al ver a su esposo inundado en recuerdos pasados.

—¡Oye! —se quejó como un niño pequeño haciendo pucheros.

La científica se rió suavemente, pero su expresión cambió a una de preocupación.

—Sin embargo, tienes razón...tal vez no sea una buena idea tentar al destino de esa manera, odiaría verlo crecer rodeado de cadáveres—acarició suavemente la mejilla del bebé antes de plantar un suave beso en su rostro. —Entonces, ¿cómo te llamamos, pequeño?, no puedo creer que aún no te hayamos puesto un nombre.

—¡Ya está decidido!— comentó Shinichi muy emocionado, Shiho rodó sus ojos sabiendo lo que el detective quería.

—¿Decidido?—preguntó la chica con un resoplido—Decidido, pero por ti, y no lo permitiré.

—¡Shiho, vamos! Como tu esposo....

—No.

—Pero Sherlock, es un nombre perfectamente bueno—intentó convencer a su esposa.

—Ya te dije, es como una maldición, no nos arriesgemos.

Shinichi resopló antes de burlarse —¿Qué? La científica más grande del siglo XXI está cayendo en una superstición, no esperaba esto de ti, Shiho Kudo— desafió el chico con una sonrisa triunfante en su rostro.

La rubia rojiza le mostró una de sus miradas terroríficas haciendo que Shinichi se estremeciera—Incluso sin evidencia científica o estudios estadísticos que lo respalden, sería prudente reducir el porcentaje de probabilidad a un valor mínimo, más vale prevenir que lamentar.

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