― Ya, Hermione ―gruñó Luna― Tenemos que irnos ―la rubia estaba exasperada, y para llegar al extremo de alguna emoción con ella... significaba que Hermione en verdad estaba siendo irracional.
Hermione estaba encerrada en el baño. Apenas había pasado una semana desde su encuentro con Harry en el caldero chorreante. Estaban juntos, hablando sobre vergonzosos sentimientos y diciendo cosas dulces al oído del otro... ¡Estaban borrachos, por el amor de Dios!
Y ahora, tenía que trabajar como secretaria en la oficina de aurores. En primera instancia, estaba decepcionada de esto, había tenido calificaciones impecables toda la vida... No tenía el perfil para ser una simple secretaria; pero sabía que en el ministerio no había otra opción más que escalar. Le tocaría hacer el trabajo desde abajo.
Realmente, en el fondo esa no era la razón que la retenía en el baño, si no el miedo profundo que tenía de volver a verlo. Ver a Harry luego de todo lo que se dijeron es noche.
Y su compañera de cuarto, Luna Lovegood lo sabía. Se lo había contado todo apenas llegó esa madrugada, y a ella no le parecía tan grave como Hermione lo veía.
― No tiene nada de malo que te guste Harry Potter, es un chico muy bueno y muy importante para ti. Además, está soltero... no tengas miedo, Herms ―ella murmuro, con su característico tono extravagante, pero sereno.
Luna se recostaba al otro lado de la puerta del baño, decidida a no dejar sola a su amiga. Hermione era una chica muy responsable, y si ahora estos sentimientos que tenía por Harry le impedían cumplir con su trabajo, significaba que verdaderamente aquello la afectaba.
― No lo entiendes, Luna. Harry es mi mejor amigo.
― Pero tu sientes algo por él, algo más que esa amistad. Lo admitiste... ―la rubia trataba de razonar con ella― No es algo malo amar, deberías ponerte feliz porque a el también le importas de esa manera.
Hermione negó con la cabeza, sintiendo una gran presión en su pecho.
― Pero... ¿Qué hay de Ronald y Ginny? ―su voz se quebró― Tengo miedo de herirlos con esto.
― Ellos ya no tienen porqué sentirse afectados, eso pasó hace tiempo ―Luna dijo mientras abrazaba sus propias rodillas, ya empezaban a dolerle luego de veinte minutos en la misma posición― A menos que tú sientas algo por Ronald aún, en ese caso creo que deberías enfrentar la situación.
― Ronald solo fue una confusión, yo no lo amo...
― Entonces no deberías estar encerrada sintiéndote aterrada de ver a Harry, más bien deberías acercarte a él para descubrir si lo que sientes es realmente verdadero y tan fuerte como piensas ―aconsejó la chica― Lo viste luego de mucho tiempo, tal vez es solo esa emoción lo que te asusta. Pero encerrada allí dentro y siendo cobarde no lo arreglarás.
La castaña le dio la razón a su amiga en silencio, y pensó en ese momento que nunca había fallado tanto a su casa en Hogwarts. Un gryffindor no tendría miedo de sus sentimientos.
― Tienes razón, Luna... ―susurró a la par que destrababa la puerta del baño y se mostraba ante su amiga.
La rubia se puso de pie rápidamente y con una sonrisa.
― Bien. Vámonos...
Hermione asintió y se sacudió un poco la falda para seguir a su amiga a través de la sala para luego viajar desde la chimenea de su departamento con polvos flu hasta el ministerio de magia.
Una vez allí, todo fue muy rápido. Luna y ella se dirigieron al departamento de aurores y casi corriendo fueron hasta su superiora, la no muy agraciada Graciela Dickens. Era una señora de mediana edad que tenía el ceño tan fruncido que a veces sus cejas parecían una sola, su cabello lo traía esponjado y adornado con una coronilla de colores pasteles... tenía un aura parecida a la de Dolores Umbridge, y solo eso hacía estremecer tanto a Luna como a Hermione.
La mujer las miraba con severidad.
― Dejarán de mirar alrededor como si fuera que están perdidas ahora mismo y se pondrán a trabajar ―gruñó― Hermione, te quiero ordenando expedientes de rutina, y Luna mientras tanto hará el papeleo en interrogatorios.
Dicho esto, hizo un chasquido con sus dedos y se giró hacia atrás para dar un portazo al entrar a su oficina.
Las chicas se miraron un segundo con la misma expresión de odio por Graciela, pero entendieron en su paso por Hogwarts que a veces las paredes tienen oídos, por lo que muy calladas cada una se giró hacia sus tareas asignadas.
Harry ya había pasado a un segundo plano, ahora a Hermione la volvía a desesperar la idea de quedarse mucho tiempo ordenando papeles en esta área del ministerio. Rogaba a Merlín que no fuera así.
Se puso manos a la obra y fue hasta la recepción en donde pudo ver un auror que se suponía era el oficial a cargo ese día de la patrulla. Se aclaró la garganta y lo tocó en la espalda con un dedo suavemente para llamar su atención.
Cuando se giró, se llevó una sorpresa al ver el rostro que la veía sonriente...
― ¿Herms?...
El corazón de la chica latía sin parar.
― Harry... ―ella soltó una risita nerviosa y estúpida. Internamente se estaba maldiciendo por eso.
― Que bueno verte, no he podido ponerme en contacto contigo luego de esa noche en el caldero... ―él arqueó una ceja, como acusándola burlonamente. Es como si pudiera adivinar lo nerviosa que estaba ella luego de lo que pasó.
― Si, he estado ocupada, ya sabes... todo esto del trabajo, es mi primer año aquí y estuve leyendo todo el reglamento de los aurores, como seré secretaria ―logró articular, torpemente. Todo lo que salía de su boca era una traducción literal de: estoy hasta la coronilla de los nervios.
Harry lo entendía, por supuesto que lo comprendía, el también estuvo así el día siguiente luego de contarle sus sentimientos, pero... ya lo había asimilado. Si, le gustaba Hermione y ella causaba en él sentimientos. Estaba dispuesto a cortejarla, como debió haberlo hecho hace tiempo, pero ella no respondió ninguna de sus cartas.
Ahora el destino les daba una oportunidad a ambos, trabajarían juntos.
― Estoy feliz de verte aquí, Hermione ―el sonrió sincero.
Ella le sonrió de vuelta de la misma manera, sonrojada.
― Gracias Harry...
― Pues, que es mejor que tenerte a ti a mi lado para hacer expedientes de rutina ―Harry dijo emocionado.
― Pues que bueno que veo una cara amigable, porque Graciela no parece la más graciosa del grupo ―trató de soltar un chiste, y aunque era claramente malísimo, Harry rio con ella soltando una pequeña carcajada.
― Le decimos "Maldiciela", porque lo único que sabe es maldecir ―el siguió riendo.
― Pues le queda fenomenal...
Luego de un rato mofando sobre Graciela, ambos se decidieron a ir hasta sus lugares, uno al lado del otro para empezar a ordenar los expedientes de la semana en un ambiente cómodo entre ambos.
Hermione se sintió una tonta por temer su encuentro con él, porque ahora estaba más que tranquila llevando un trabajo que odiaba, pero al lado de Harry le era llevadero. Definitivamente él la hacia sentir en casa.
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Mi Hogar [Harmione]
FanfictionLuego de que terminara la batalla contra el señor tenebroso, el trío de oro se enfrenta a la nueva vida fuera del peligro de muerte y misterios sin resolver. Ahora tienen más tiempo de pensar en lo que sienten... en lo que quieren; y tal vez eso pu...