Segunda parte

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⚜️⚜️


Mientras tanto en el reino y sus alrededores, la voz se había corrido de punta a punta sobre la próxima gran hazaña del Príncipe Heredero.

¡El sucesor al trono acabaría con el temible demonio que los atormentaba, y traería paz a la nación! ¡Era digno de ser el Rey! ¡No cabía duda! ¡No había mejor que él!

Obviamente ignoraban el hecho de que el Príncipe Heredero había pasado toda la noche en el bosque, sin dormir, porque aún no había juntado el valor para matar al demonio o para volver a casa con las manos vacías.

Se encontraba en un dilema. Podía sentir como la ansiedad recorría su cuerpo en dolorosos cosquilleos, queriendo apoderarse de él a la fuerza.

Respiró e inhalo profundo repetidas veces, intentando calmarse.

Su padre, que antes de ser su padre es el Rey, y todos en el reino y fuera de él esperaban que él; el Príncipe Heredero, volviera con la cabeza del demonio atada a la cintura.

Esperaban que cumpliera su misión para demostrar nuevamente lo perfecto que es y llenarse las bocas hablando de él.

Si no lo hacía, definitivamente habría consecuencias.

Hacerlo o no hacerlo, ambas opciones implicaban que hablarán de él. Estaba en sus manos si serían halagos o desprecios.

Pensativo comenzó a caminar por el bosque, debía elegir una opción antes de que vuelva a caer la noche.

A pesar de que se había hecho de día, creía él, la luz solar apenas llegaba hasta ahí. Obstruida por la inmensa cantidad de árboles, la escasa iluminación no le permitía ver con claridad por dónde pisaba.

¡Tas!

Traer la cabeza en las nubes y la mala visión, provocaron que el Príncipe cayera en una trampa. Ahora estaba de cabeza al suelo y con los pies al cielo.

Intentó escapar durante un buen rato hasta quedar exhausto, pero no pudo liberarse. Su espada había caído al suelo en el momento que quedó de cabeza y no tenía con qué cortar el grosor de la soga.

Rendido, soltó un quejido de frustración y dejó de intentar.

La Gran Alteza Real; el Príncipe Heredero, el que todo lo puede... No podía salir de aquella vergonzosa situación.

¿Qué dirían sus súbditos si lo vieran así?

Toda la sangre se le había ido a la cabeza, hasta que su cara se volvió igual de roja que su cabello.
Su vista comenzaba a nublarse a la vez que escuchaba ese peculiar zumbido en su cabeza, el mismo de cuando colgaba cabeza abajo en los árboles cuando era niño, algo muy impropio de un príncipe; había dicho el Rey.

De la nada, la soga se cortó y él cayó al suelo como un costal de papas.

Después de soltar un quejido, ésta vez de dolor, levantó la mirada encontrándose con unos pies descalzos frente suyo. Rápidamente alzó la cabeza y se encontró con el rostro del Joven Dragón demasiado cerca del suyo, mirándolo con atención.

Está bien que viva en el bosque ¡¿Pero no conocía el espacio personal?!

El Príncipe retrocedió como un rayo aún en el suelo, para alejarse de cualquier amenaza por parte de quien estaba frente a él.

Sin embargo, el Joven Dragón continuó quieto en su sitio, con la mirada todavía posada en el Heredero.

El Príncipe miró la soga en el suelo y luego al Joven Dragón.

El Príncipe que se enamoró de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora