Garaje

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Dest e Illumi entraron en el garaje en silencio, con sus pasos amortiguados por la gruesa capa de polvo del suelo. Habían localizado al agresor de Dest y estaban listos para vengarse. El agresor de Dest la había atacado sin previo aviso, dejándola magullada y maltrecha. Dest había pasado horas recuperándose, pero no podía deshacerse del sentimiento de ira e injusticia que se había instalado en su corazón. Sabía que tenía que hacer algo para arreglar las cosas.El garaje estaba oscuro y mohoso, lleno de piezas de coches viejos y maquinaria rota. Dest e Illumi se arrastraron entre las sombras, sus ojos escudriñando la habitación en busca de cualquier señal de movimiento. Finalmente, divisaron a su objetivo sentado en la esquina más alejada de la habitación, de espaldas a ellos.Sin mediar palabra, Dest e Illumi se dirigieron hacia el hombre, sus pasos silenciosos mientras acortaban la distancia que los separaba. El hombre no se percató de su presencia hasta que fue demasiado tarde."¿Quiénes sois?", preguntó, volviéndose hacia ellos.Dest no respondió. Lo agarró por el cuello y lo estampó contra la pared. Illumi lo rodeó por detrás y sus ojos brillaron en la penumbra."Me has atacado", espetó Dest, con voz grave y peligrosa. "Creíste que te saldrías con la tuya, pero te equivocaste".El hombre luchó contra el agarre de Dest, pero fue inútil. Dest era demasiado fuerte, demasiado furiosa. Illumi dio un paso adelante, con una sonrisa malvada dibujada en los labios."Nos aseguraremos de dejarte tantos traumas como los que le causaste", dijo, con voz fría y calculadora.Y así comenzó la tortura.Dest llevaba todo el camino planeándolo. Había estudiado los puntos débiles del hombre y tenían una idea clara de cómo doblegarlo.Empezaron por atarlo a una silla y golpearlo sin piedad. El hombre gritaba de dolor, suplicando clemencia, pero hicieron caso omiso de sus súplicas. Querían que sufriera como habían sufrido ellos.Al cabo de un rato, dejaron de golpearle y empezaron a interrogarle. Querían saber por qué había atacado a Dest y si alguien lo había contratado. Al principio, el hombre se negó a hablar, pero los dos fueron implacables. Utilizaron todos los trucos posibles, desde la manipulación psicológica hasta la tortura física, hasta que el hombre finalmente se quebró."Alguien me contrató", jadeó con voz temblorosa. "No sé quién fue. Me pagaron para atacarte, eso es todo lo que sé".Dest e Illumi intercambiaron una mirada. Era exactamente lo que esperaba Ilumi, mientras que Dest estaba algo descolocada por la reciente confesión . Sabían que no podrían sacarle más información al hombre, así que decidieron ponerle fin.Lo desataron de la silla y lo arrastraron hacia la puerta. La abrieron y lo empujaron hacia la luz del sol."Vete", dijo Dest, con voz fría. "Y si alguna vez descubrimos que has hecho daño a alguien más, volveremos a por ti".El hombre se alejó dando tumbos, aún sin aliento, y en ese preciso momento Illumi lo apuntó con su pistola, y abrió fuego directamente hacia la cabeza del hombre.

 Estaba furioso y no le bastaba con una simple tortura, no quería permitir que aquel medio hombre pudiera seguir con vida.

 Dest e Illumi lo vieron caer, con los rostros inexpresivos. Sabían que habían hecho lo que tenían que hacer, pero eso no les hacía sentirse mejor. La rabia y el dolor que les habían llevado hasta allí seguían ahí, ardiendo en su interior como una llama.

Se volvieron el uno hacia el otro y, sin mediar palabra, salieron del garaje y volvieron al mundo. El sol brillaba y los pájaros cantaban, pero ellos no se dieron cuenta. Estaban sumidos en sus propios pensamientos, intentando comprender lo que acababan de hacer. Pero una cosa estaba clara. Se habían vengado y se había acabado.

Por ahora...

Sin aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora