Capítulo 1

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Entre la gente no veo casi nada, estoy perdida en una fiesta, la cual ni si quiera se lo que se celebra, ni quién la hace, supuestamente era de una amiga de Abby. Pero aqui estoy yo, por culpa de mi querida amiga Abby, es muy buena amiga y también muy convincente. Por su culpa ahora mismo estoy aquí en una fiesta donde no encuentro una maldita salida, todos están bailando y disfrutando, incluso Abby que está bailando y riéndo con su novio, le dije que me iba y no protestó al ver mi enfado, no me gustan las fiestas. En absoluto.

Cuando por fín logré salir de todo el montón de gente que había allí, encontré una salida, bueno, mejor dicho la única puerta qué había, ya qué la casa es muy grande. No la veía muy bien, y encima soy muy baja comparada con todos los que estaban allí, no veía nada, cuando ya llegué a la pequeña salida me di cuenta de que era solo la puerta de la cocina, pero lo peor de lo peor, fué qué cuando abrí la dichosa puertecita de la cocina una chica con dos bebidas se choco contra mí, haciendo que las dos bebidas se me cayéran encima, estropeandome mi atuendo, una falda negra y una sudadera corta y ajustada de color rojo, se me manchó solo la sudadera, ya que la falda es negra, no sé nota ninguna mancha en ella. La chica que me tiró las bebidas era rubia, lucía un vestido ajustado y era un poco más alta que yo. —¿Estas bien?— me dijo la chica mirando mi ropa manchada.—Perdón, de verdad que no te vi entrar—.
—No pasa nada...—. Le contesté, pero no me dejo terminar.
—Arriba, subiendo esas escaleras hay un baño, te podrías dar con papel y agua, tal vez se quita—.
—Esta bien—.Le dije amablemente iéndo a las escaleras para ir al baño que me decía.

Después de poder subir las escaleras con la montaña de gente que había abajo, en la cola del baño había un chico alto, moreno de piel y de pelo. —Hay una chica hay dentro vomitando, ya lleva rato, espero que no tarde mucho—. Me dijo con una sonrisa divertida. —Por cierto, me llamo John—.La verdad es que el chico se veía simpático y parecía casi de mi misma edad.
—Yo Ruby, encantada—. Sonreí y retrocedí al tema de antes. —¿Y.... no habrá otro baño por aquí?—
—Bueno... hay uno—. Me dijo dubitativo.—Hay uno en esa habitación, es la de mi amigo, pero seguro qué está en otro sitio, el no quiere estar nunca cuando su hermana organiza fiestas—. La verdad es qué quería una parte de mi ir a esa habitación pero... ¿sí el es su amigo.. por qué no entra en vez de estar aquí? No se como lo hice pero me anime a preguntarle eso por la curiosidad.
—Bueno... digamos qué—. Se cortó a sí mismo. — Solo entra rápido y ya, no pasará nada, seguro que no está él allí—. Me dijo con una sonrisa.

Entonces amablemente me despedí y me fuí a la habitación, era un poco agria, las paredes eran de color blanca, no tenía muchos colores, pero si tenía una estantería llena de cómics y libros, también discos de música, parecían antiguos. Pero los muebles lucían muy caros. Y la cama igual, una cama grande con sabanas azules, queda pegada a la esquina izquierda de la habitación. En frente de la cama un poco más para delante estaba el baño. Abrí la puerta, y lo qué menos me esperaba pasó, abrí la puerta y había un hombre muy alto, aparentaba como dos años más que yo, moreno y piel blanca, con unos ojos grandes y oscuros. Llevaba solo una toalla rodeándole su cintura, tiene el abdomen plano y marcado y brazos musculosos, se le resbalaban gotas de agua por su pecho y caían sobre su abdomen. Es bastante guapo.
—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?—. Eso me hizo volver a la realidad, no sabía que responder, no me esperaba a nadie dentro. —¿Vas a dejar de mirarme o vas a responderme ya?—. Vale, lo dijo en un tono muy borde que no me gustaba para nada.
—No te estaba mirando—. Me defendí.
—Claro que me estabas mirando—.
—¡Qué no!— respondí más irritada de lo que me hubiera gustado sonar.
—¿Pero quién eres?— repitió.
—Solo venía a quitarme una mancha, un amigo tuyo, John, me dijo que entrase aquí, que seguro no habría nadie, eso es todo. No quería para nada interrumpir tu privacidad—.
—Pues ya la estas interrumpiendo—. Dijo con una sonrisa burlona.
—¿Me podría usted, chico que no conozco, dejar entrar solo a echarme agua en esta maldita mancha?
—¿Y la palabra mágica?— Me dijo con una sonrisa que aumentaba la burla.  Yo solo suspiré.
—¡Por favor!—. Chillé un poquito o puede que bastante irritada.
—Puede pasar—. Me dijo señalando el baño con una sonrisa poco fiable.  Cuando pase por su lado y él salía del baño. —En cinco minutos te quiero fuera—. Vale, vale, eso hizo que me irritase bastante y sin darme cuenta inconscientemente cerré la puerta del baño de un portazo.

Mi corazón te ama pero mi mente te odiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora