Capítulo 4- La última noche

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—Bonjour—dijo la chica detrás del mostrador.
—Bonjour, avez-vous quelqu'un qui peut nous parler en espagnol?—preguntó Andrew, y, para mi suerte lo entendí perfectamente, al parecer las clases de francés a las que me apunté valieron la pena.
—Oui, maintenant je viens—basicamente Andrew preguntó si había alguien que hablase nuestro idioma y la chica le dice que ahora viene. Y sí, vino con otra mujer con pintas de española.
—Hola, buenas, ¿Tienen alguna reserva?
—Sí, a nombre de el matrimonio Wang.
—¡Sí! Ustedes deben de ser la pareja qué viene de España ¿verdad?
—Sí—titubeó.
—¡Perfecto, aquí están sus llaves de la habitación! —un momentito, ¿solo una habitación? de eso nadie me había hablado.
—¿Son dos habitaciones verdad?—dije mientras Andrew esbozaba una risa en su rostro la cual disimuló.
—Bueno... a mi el matrimonio Wang me dijo que era para una pareja. Tal vez lo he entendido mal...
—No, no, cariño—dijo Andrew remarcando esa última palabra.—¿estás segura de que te encuentras bien?—continuó Andrew disimulando. Se me había olvidado que éramos pareja o mejor dicho que fingíamos serlo.
—Ah, sí. Perdónenme—dije exhausta mientras íbamos hacia la habitación.—Ejem... cariño no sabía que tendríamos que compartir habitación.
—Ni yo tampoco cariñito pero ya ves, que pena más grande...—le pegué un codazo al ver que se la pela que compartamos habitación.
Cuando abrió esta, lo peor de lo peor de todo fue que tenía una cama de matrimonio llena de pétalos rojos y la bañera con cosas ejem... cómo de muy parejitas.
—Vaya...—dijo mientras se reía descaradamente.
—No hace gracia, no pienso compartir cama contigo, ya te estas enterando.
—Pues entonces tendrás que dormir en el suel-
—¡Mira que piscina!—dije interrumpiéndole mientras me dirigía a la terraza que tenía vistas a la piscina.
—¡Pero si estamos ya casi en invierno!
—Me da igual, mañana lo primero que voy a hacer es darme un baño en esa piscina—Andrew se llevo la mano a su cara.
—Pues te vas a resfriar.
—No eres mi padre.
—Ya, pero te vas a resfriar. Y luego me lo pegarás a mi.
—Me da igual, y para tu información. Si tanto miedo tienes de que me resfríe y te lo pegue pues cámbiate a otra habitación.
—De verdad que eres terca.
—¿Qué parte del armario quieres?—dije ignorándole mientras continuaba con otro tema.
—Me da igual, coge la que quieras.
—¿Y cama?
—Así qué... admites que vas a dormir conmigo, interesante.
—Mira, Andrew, no tengo mucha paciencia de verdad, y ¡tú! me la agotas toda.
—Qué bonito es agotarte la paciencia. Si quieres déjame agotarte en otras cosas—dijo con una sonrisa maliciosa, era irritante, ¿porque todo giraba en torno al sexo?
—¿No tienes otra manera de perder el tiempo? Mira, si quieres sexo, tienes a muchísimas mujeres guapísimas que estarían dispuestas a complacerte.
—Pero ninguna es como tú.
—¿Y eso qué? ¿Qué tengo yo de diferente?
—Todo. Nunca había conocido a una persona tan..... así.
—No te entiendo.
—Mira, Ruby, las otras no me interesan—eso último me dejó sin más palabras que decir. Sólo decidí ir a darme una ducha. Este tío cada vez está más loco. Sin comentar palabra, me fui al baño.
En cuanto llegué disfruté de todas las cosas que se suponía que era para parejas, la disfrute sola y cómoda como debe ser. Cuando salí de la ducha con una toalla envuelta tanto en mi cuerpo como en mi cabeza a rescatar mi pijama, Andrew me miraba con una ceja encarnada. Fui a por mi pijama. Pero apenas lo mire, en cuanto me di cuenta de que me miraba con sus cejas levantadas, volví la mirada a mi pijama, y bueno... je, je... puede que fuese un poquito ¿sexi?
—¿Qué? Es qué... pensé que no tendría ninguna compañía...—dije en mi defensa.
—¡Si no he dicho nada! Además, yo nunca me quejaría sobre eso.
—Cerdo—con eso último di por finalizada la conversación. Me fui directa al baño con mi pijama para cambiarme. Ya una vez lo tenía puesto, me miré al espejo y me quite la toalla del pelo. El cual me deje húmedo. El pijama, es más bien un camisón, corto y con escote, no tenía otro así que me tendría que fastidiar. Me peiné el pelo y salí del baño. Andrew levantó sus cejas al verme. Pero me tapé enseguida. Lo primero que tenía cerca era un cojín, el cual usé como escudo anti miradas de Andrew. Oh, oh. Vi que se acercaba en cuanto me puse el cojín.
—¿Por qué te tapas? Si estas preciosa.
—Eh...—intenté decir algo lógico pero me quito el cojín echándolo a la otra punta de la habitación y me levanto la cara hacia el con su mano en mi barbilla. Me estaba poniendo muy nerviosa, lo cual no me gusta.
—No te cortes. No te haré nada que no quieras—finalizó dándome un corto beso en la mejilla.
Aiii, ¡¡porque tiene que ser así!! Cada vez me siento más incapaz de contenerme para no besar sus labios. Pero seguro que eso se lo dice a todas. Prefiero no ilusionarme. Me separé de el, mientras se tumbó en la cama y encendía la tele yo cogía un secador para secarme el pelo húmedo. Salí del baño con el pelo ya seco. Y vi que el se había cambiado. Llevaba como pijama unos pantalones largos de algodón y una camiseta.
—¿Qué quieres que pida de cenar?
—Eh, no sé.
—¿Quieres que pida macarrones a la boloñesa?
—Por mi perfecto—dije eso y marcó un número el cual miraba en un papel. La comida no tardó mucho en venir. Nos sentamos los dos en la cama mientras había un programa de la tele puesto. Era sobre cotilleos, notaba que a ambos nos aburría. Cada uno comía de su plato, el cual estaba apoyado en la bandeja que compartíamos. Por lo cual estábamos sentados muy cerca, nuestros hombros se rozaban.
—¿Buscamos alguna película?—asentí en cuanto lo dijo, el programa me aburría bastante. Siguió pasando canales hasta que llegamos a uno, la película acababa de empezar ya una vez habíamos acabado de cenar. Estaba puesta la bella y la bestia, pero la de personajes reales.—¿Te gusta esta?
—Sí, me parece una historia muy bonita. De pequeña la veía siempre. Las demás películas eran solo de principies que se enamoraban de la princesa solo por su belleza.
—Bueno. En esta película también se enamoran.
—Ya, pero no de esa forma. No se enamora de su físico, sino de su personalidad. No le importó que fuese una bestia, ella se enamoró de el. Y el cambio su forma de ser por ella. Eso es muy bonito, cosa que en otras películas de Disney no cuentan.
—Bueno, es verdad—esbozó una sonrisa—nunca había visto tu lado romántico.
—Ja, ja. Qué graciosito eres—ironicé—aveces con esta película lloro. Porqué lo más triste es que eso solo pasa en las películas o cuentos. En la vida real a nadie le importa nadie de verdad.
—Suenas como sí...
—Ya—no le dejé acabar—para mi pesar estuve en una relación, bastante ¿triste? en mi opinión. Yo estaba muy enamorada, pero el no me valoró. Solo jugó conmigo. Yo pensaba que era normal. Pero no lo era. Hasta que un día pues. Tuve que dejarle por la manera en la que me trataba—intenté no exagerar mucho. Tampoco le dije que me insultaba y me pegaba. Solo le dije lo que quería que oyese. Sino, seguro que me trataría como a una idiota.
—Yo.... De verdad que...
—No tienes porque fingir tristeza por mí—le corté.
—En ningún momento fingiría contigo. Yo de verdad lamento que hayas pasado por una situación así. No soy nadie para opinar. Pero.....yo-
—Gracias por ser sincero—le corté al ver que no sabía como seguir. Y así continuamos viendo la película. Sin importarme nada, me deje caer sobre su pecho. No lo pude evitar lo necesitaba. Mucho. Cuando estaba en contacto con Andrew me sentía segura. Y no era por el hecho de que el era un hombre y yo una mujer, no. Simplemente me sentía cómoda, como si nada me pudiese pasar ni atormentar. En el instante que me acomodé sobre su pecho el paso un brazo por mi hombro, haciendo que me acomodase más en el. Ya la peli iba más o menos por la mitad, en cuanto empezó a acariciarme el pelo. Eso me hizo sentir inevitablemente cosquillas por el cuerpo. Estuvo así, acariciándome lentamente durante todo el resto de película. Y cuando terminó, no se molesto en moverse, es más, apenas trato de moverse al apagar la luz, seguíamos en la misma posición, solo que ahora teníamos las piernas entrelazadas, pero aún seguía apoyada en su pecho mientras me acariciaba el pelo. Y así fue como me dormí.
—¡Buenos días mi pequeña princesita!—dijo Andrew felizmente mientras me abría las cortinas tentando mi gran demonio.
—¡Cierra eso!—gruñí mientras lo hacia—te pareces a mi madre, ¡déjame dormir!
—Vamos a llegar tarde al desayuno, cierra en una hora.
—Dame diez minutitos más—dije mientras me acurrucaba en la almohada. Pero no lo aceptó.
—De eso nada—dijo mientras me cogía y me volteaba mientras me apoyaba en su hombro, lo veía todo al revés.
—¡Oye qué tengo un camisón!
—No se te verá nada—dijo mientras me bajaba el camisón más para abajo, para evitar una muestra de mis bragas. Fue conmigo encima hacia mi maleta. Me cogió un vestido morado ajustado de tirantes y me llevo al baño con el. Cuando ya me bajo justo enfrente del lavabo.—Toma, ponte esto—este lo acepté quitándoselo de su mano—¿Qué?—dijo al ver que no me movía.
—Emmm.... Me tengo que cambiar para tu información.
—Ya—puse los ojos en blanco.
—Necesito privacidad, como te lo puedo decir amablemente.... ¡Fuera!
—¡¡Por qué!!
—Andrew, que te vayas.
—No quiero—dijo acercándose a mi.
—Me da igual, fuera—se acercó todavía más, haciendo que notase su nariz rozar con la mía y mi espalda pegada al lavabo, con esta rodeada por su brazo.
—¿Segura que quieres que me vaya?—me susurró al oído antes de devolverme la mirada a los ojos, pero aún más cerca, ya casi nuestros labios rozaban. El miraba descaradamente mis labios. Se acercaba lentamente. Sin queja yo me esperé a que se pegasen estos a los míos. Sentí su pequeño roce de estos antes de que tocasen a la puerta.—Joder—masculló cuando me aparté al oír esta.
—Calla—dije yendo a abrir. Eran un hombre y una mujer, parecían de nuestra edad. Venían con folletos en la mano.
—Hola, me informan que aquí vive una pareja ¿cierto?
—Eh, si.
—Bueno, pues mire le traemos un folleto en el cual hay muchísimas actividades para hacer en parejas. No le seguiré molestando, un gusto ¡au revoir!—con eso último cerró la puerta, yo con el folleto en la mano miré hacia atrás, estaba Andrew apoyado en el marco del baño, con una expresión no muy amigable.
—¿Para eso nos interrumpen?
—Tendrás que volver a intentarlo—le reté, sin miedo al éxito.
—Vaya, ¿donde esta la chica que conocía?
—Justo en frente de ti, la misma chica a la cual le bailaste en tu cama—se iba acercando más, justo cuando ya me iba a besar—pero, que pena más grande, llegamos tarde a desayunar. Me voy a vestir—dije eso último dejándole tirado después de haberle hecho una culebra, un ademán para poder apartarme. Sólo quería molestarle, podía esperar un poquito más, je, je.
—Joder—murmuró.
Cuando salí del baño con el vestido que había escogido Andrew. Este llevaba sólo unos vaqueros negros, no tenía todavía camisa. Se le marcaba todo el abdomen. Lo tenía marcado y plano. Irresistible de mirar. Se estaba echando colonia. La cual me enloquecía cada vez que me acercaba a el. No podía dejar de mirar su abdomen.
—¿Cómo puedes tener ese abdomen?
—Existe el ejercicio, princesita.
—Yo hago pero no lo tengo—esbozó una sonrisa y se acercó a mi.
—Da igual que tu no lo tengas. Eres preciosa. Y eso no cambia. Eres preciosa tanto por dentro como por fuera—dijo mientras me acariciaba la cara con una mano—ese vestido te queda muy bien por cierto.
Sin decir más palabras fui a mi maleta a por un neceser en el que tenía todo mi maquillaje. Después de desayunar, volvimos a la habitación. Y como dije ayer, pienso bañarme en la piscina. Andrew fue a dar un paseo así que estaba sola en la habitación. Hasta que abrió la puerta.
—He reservado para estar dos horas en la piscina de interior.
—¿Y la de fuera?
—No voy a dejar que te resfríes.
—Ya veo que no quieres para nada que te pegue un resfriado—puse los ojos en blanco.
—Sabes que en realidad no lo hago por eso.
—¿Entonces?—encarné una ceja.
—No dejare que te pase nada mientras estas en mi cuidado.
—No soy una niña pequeña. Me cuido muy bien sola.
—No, no lo haces.
—Si que lo hago.
—No lo haces.
—¡Sí!
—¡Que no!
—¿¡Puedes dejar de meterte en mi vida pesado?!
—No. Y lo voy a seguir haciendo.
—¿Por qué? Déjame en tranquila.
—¿Por qué mierda eres tan borde?
—No lo soy te estas metiendo mucho en mi vida y.. —no me atreví a seguir.—Solo quiero que me dejes en paz. ¿O acaso no ves cómo estoy cuando estoy contigo? Y lo haces pero solo porque te gusta ligar con todas. ¡Así qué deja de jugar conmigo!
—No eres como todas.
—Ya claro, ese cuento también se lo contarás a las otras por supuesto.
—¡Qué no hay ninguna otra, Ruby! Estoy como un puto obsesionado contigo, no quiero que nadie te toque ni te mire. Me tienes loco.
—Es difícil de creer. Yo no soy nada. Así qué deja de jugar a este juego absurdo. Y vete y acuéstate con la que te de la gana. Créeme te lo pasarás mejor que conmigo—creo que me pase un poquito, todo esto me recordaba a Mateo, el chico que me pegaba y me insultaba. Y yo creía que era por mi culpa.
—No tiene que ver con el sexo. A mi me importas tu, por tu forma de ser y por tu manera de ver las cosas. Tu eres dulce y buena...
—No me conoces.
—Te conozco lo suficiente como para saber eso.
Ufff, me dejaba sin argumentos para decir, no le entiendo nunca. Aveces borde y aveces piropeando.
—No tengo bikini para la piscina—intenté cambiar de tema, al ver que no se disgustó por ello me alivié un poco.
—Yo tampoco. ¿Vamos a comprarlos?
—¿A dónde?
—A la tienda—dijo agarrándome de la mano directo a la puerta.
—Eso ya lo sé, ¿pero que tienda?
—¡Deja de preguntar y vamos!—fuimos hacia el ascensor, todavía con las manos entrelazadas entramos en este. Sentía que el fijaba su mirada en mí. No me atreví a mirarle, solo me bastaba saber que nuestras manos agarradas no se soltaban. Me llevó a un sitio en coche. No tardamos mucho en llegar.—Esta es la tienda de un amigo mío, vende ropa de baño. Nos servirá—dijo ofreciéndome su mano al salir del coche, con una gran sonrisa.
—¿Habla español verdad?—esbozó una sonrisa.
—¿No sabes francés?
—Un poco. Pero, apenas he escuchado una conversación o estado en una. Sólo clases.
—Tranquila, habla español—dijo ya abriendo la puerta de la tienda. Era pequeñita pero se sentía acogedor. Con una gran sonrisa, un chico rubio, un poco más bajo que Andrew, el cual le recibió a este con un gran abrazo.
—¡Eiii! ¿Cómo estás, Mikel Jackson?
—¡Will! Qué no me llames así, pesado—el le ignoro y se fijó en mí, levantó las cejas y le dio un golpecito a su amigo. Levantando y subiendo sus cejas.
—¿Ya te has buscado novia y no me avisas?
—No soy su novia—aclaré—fingimos—no estaba entendiendo mucho con la última palabra que dije.
—Estamos aquí juntos por lo de aquella noche, la cagué y ahora un matrimonio importante al cual hay que convencer para que me vendan los terrenos y hacer un hotel, se piensan que tengo novia, por lo que dije en la entrevista.
—Ahh, ya lo pillo...—sé acercó a mí con una sonrisa—Will—me ofreció una mano, la cual acepté en modo de saludo—¿Y tú eres....?
—Ruby.
—No te importa Will—aclaró Andrew, que lo fulminaba con la mirada, creo que entendía lo que pretendía.
—¡Oye, si no es tu novia déjame ligar!
—Buscamos bañadores—dijo sacándole otro tema.
—¿Para los dos?
—Sí.
—Vale, Ruby, hay están los bikinis y bañadores de mujeres—dijo señalando el lado izquierdo del local con su mano.—Y... Andrew, el lado de hombres ya sabes cuál es—dijo pasando de él, para volver al mostrador, en el que se puso a jugar al candy crash. La mayoría eran muy bonitos. Solo unos pocos no me gustaban. Cogí uno rojo de sujetador y negro de bragas.
—¡Will! ¿Los probadores?—me metí en cuanto me señaló el lugar, Andrew estaba mirando todavía. Lo suyo no era tan difícil de escoger. En mi opinión. Pero bueno... el bikini me quedaba perfectamente.
—¿Ruby?—oí la voz de Andrew.
—¿Qué?—pregunté abriendo la puerta. El solo se me quedaba mirando el bikini.—¿Qué?—repetí.
—Joder. Te queda genial—me dijo todavía con su mirada fijada en mi cuerpo.
—¿Me pongo el vestido encima y así luego ya no me cambio? ¿O prefier-
—Sí, está perfecto—me metí rápido el vestido mientras el me veía descaradamente el culo. Llevaba tanga. Todos los bikinis que habían en la tienda llevaban tanga. Solo me lo solía poner con mis amigas. Nunca delante de nadie más, hasta hoy.
—Ya—dije mientras me acomodaba el vestido.
—Me pruebo esto, pagamos y nos vamos—asentí y me fui al mostrador con Will. Estuvimos charlando hasta que llego Andrew. No tardamos en despedirnos y subir al coche.
—Me cae bien.
—¿Will?
—Claro, ¿quién sino?
—Yo por ejemplo. Me caes bien Andrew no estaría mal.
—Me caes mal.
—Te sigo queriendo igualmente.
—Y yo sigo pensando que no.
—Ya veremos eso...
—No hay mucho que ver.
—Siempre me haces recordar lo simpática que eres.
—Ya quisieras.
—Ya quisiera yo..—se cortó así mismo, agacho la cabeza esbozando una sonrisa.
—¿Qué?
—Nada—dijo entre risas
—Cómo no me digas que es lo que ibas a decir te juro que..—me interrumpió.
—Me matarías si te lo dijese.
—Qué cerdo eres.
—Soñador. Diría yo.
—Cerdo.
—No es mi problema que estes tan buena. ¿Te has visto ese culito?
—¡El cual no dejabas de mirar descaradamente!
—Sí. Pero sólo yo puedo hacerlo. Porque el primero que lo intenté se va a meter en problemas serios.
—No es tu problema.
—Tú eres mi problema. Lo cual me concierne a mí defenderlo.
—¿A mi o a mi culo?
—Las dos cosas.
—Yo voy a la piscina de fuera. No quiero la interior.
—En la de fuera habrá más gente.
—¿Y qué?
—Pues que no estaremos solitos—ya iba entendiendo porque había escogido la piscina de interior...
—Hoy hace buen día aunque sea casi invierno. Es normal que la gente se bañe.
—Como quieras....—dijo aparcando el coche. Entramos a la habitación y dejamos las cosas. Decidí quitarme el vestido, no quería que se mojase, debajo seguía con el bikini puesto, no me moleste en ir al baño. Me quite el vestido y Andrew desde la cama en la cual se había tumbado me observaba.
—¡¿Puedes dejar de mirarme?!
—Inevitablemente. No puedo.
—Pesado—dije mientras buscaba algo para ponerme encima, algo que se pudiera mojar sin importarme.. ya, ya sé, decidí coger un top verde y unos vaqueros cortos negros, no me los iba a poner durante todo el viaje. No me importaría que sé mojasen.
—¿Por qué me tapas las vistas?
—¿Por qué eres tan atrevido?
—¿Por qué tu culito es tan bonito?—puse los ojos en blanco. Suspiré.
—¿Oye... cuando tendremos qué ir a esa cena?
—Hoy por la noche. ¿Preparada para demostrar que me amas?
—Te podría preguntar lo mismo.
—No tengo porque fingir algo que siento—volví a poner los ojos en blanco.
—¿Vas a ir con esa ropa arreglada para mojártela al irnos?—con decirle eso pegó un brinco de la cama y se quito la ropa, el seguía con el bañador puesto, es negro, se le veía su abdomen. Su precioso abdomen. Se puso encima una camiseta blanca.

Mi corazón te ama pero mi mente te odiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora