Prólogo

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Lendorr, Corte Noche.

Castillo Noctis.

La armoniosa eufonía del arpa era desprendida con gracia embalsamando a sus espectadores que yacían satisfechos en el salón principal de acero, gozando de la eufonía que irrumpía las plegarias de ayuda y los gritos desgarradores del exterior. El aire era impregnado por el olor metálico de la sangre carmesí derramada en los rincones más recónditos y abiertos del palacio, los cuerpos mutilados y desangrados yacían desgarrados y abatidos en los largos e infinitos pasillos penumbrosos sin ningún índice de vida.

Las antorchas en las columnas desprendían la poca luz que iluminaba aquellos cuerpos irreconocibles, al igual que los candelabros con cientos de velas que colgaban de los altos techados iluminaban los salones donde la sangre carmesí decoraba sus paredes y suelos. Más allá de las habitaciones donde solo el aroma a miedo y frustración inundaban las cuatro grandes paredes como los cuerpos colgados en los balcones con las sábanas de seda en la que una vez fueron sus cobijos.

Solo una habitación se mantenía intacta al revuelo, pero no por ello era que todo dentro estuviese apacible y a salvo, lo contrario la desgracia y el ultraje se hallaban ahí dentro, mientras el compás de pasos acercase lentamente a las grandes puertas de madera oscura talladas con ligeras runas Vandroneanas envueltas en formaciones de líneas de constelaciones siendo estás decoradas con llamas de fuego en una formación de un largo cinturón de fuego. Resonaban en el largo pasillo, solo siendo oídos por el caballero que caminaba con decisión a la habitación.

El caballero se detuvo al inicio de las puertas y las observo con detenimientos a la vez que su mano permanecía a solo unos centímetros de estás, luego de que su vista viajase por la madera con suma decisión golpeo tres veces, esperando la respuesta al otro lado que no duro en darse, con ambas manos empujo las puertas y estás se abrieron de par en par dándole acceso al interior de la habitación que permanecía con los muebles tallados y caros destruidos, los joyeros en el suelo completamente saqueados y la gran cama con dorsal destruida, pero aquello no era lo que llamó la atención del caballero sino el cuerpo de una mujer joven extendido en el suelo boca abajo cubierto de sangre seca en sus largas piernas, y que aún de ellas seguía siendo presente la sangre que salía de en medio de sus piernas manchando el camisón blanquecino en un color rojo carmín.

—¡Oh amigo mío!, pasad mi leal guardia, os si queréis a la puta antes de que se enfríe más disfrutarla con gozo, ello no saldrá de mi boca que has encajado tu falo en ella—pronuncio ser Magnus Uxport sentando en la única butaca en pie con una copa de vino en su mano izquierda enfunda en guantes negros de piel de conejo, mientras daba un fuerte trago a su copa, para luego esté lanzarla al suelo estrepitosamente regando las pocas gotas de vino en el suelo.

Odón Oster, capitán de la primera orden del ejercito Darcroks de la Casa Uxport, dio una larga mirada al cuerpo que se hallaba extendido cerca de las pulcras botas de cuero negro que calzaba ser Magnus Uxport que hacía gallardía de su despampanante y grotesco hecho al lado de la joven mujer que por sus largos cabellos negros como la tinta misma y su fino camisón era notable que era de la noble dinastía Aragón.

—El fuego está noche danza a nuestro favor y las estrellas se alinearon en sus contras, oh esplendido fin de una era oscura—enuncio ser Magnus Uxport mirando desoladamente el cuerpo de la joven mujer a uno centímetros de él.

—Así es mi señor está noche la caída de la Casa Aragóns y sus herederos será celebrada por todo lo alto en especial su gran azaya—respondió Odón Oster dejando arrastras sus palabras con un doble significado, al ver como su rey era igual de retorcido que el ex rey cruel de Aragóns que hoy su propia espada en mano ha sido enterrada en el pecho de aquel hombre con sed de poder y locura.

Corona RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora