Diego suspiró de alivio cuando vio su casa a la lejanía, como se sentía solo quería llegar, encerrarse en su habitación y apagar su celular sin querer saber nada del causante de su enojó. Claro que no contaba con que esté venía varios metros detrás de él apresurando el paso para poder alcanzarlo.
Llegando a su hogar metió la llave rápidamente tirando su maleta deportiva hacia el sillón, molestandose aún más cuando vio como caía al piso. Maldiciendo por todo subió las escaleras de dos en dos, le urgía llegar a su cama.
Tan enojado estaba que no escuchó el ruido de la puerta cuando Kevin cayó sobre una de sus rodillas por querer llegar a tiempo antes de que se cerrará.
Haciendo una mueca por el punzante dolor que empezaba a sentir; se levantó jadeando de cansancio por la pequeña carrera que se tuvo que hacer. Ya estaba exhausto antes por el entrenamiento de hace menos una hora, sus piernas no eran la única parte de su cuerpo que exigían que descansará un rato.
Pero a pesar de todo eso lo demás no importaba, tenía que hablar con su novio. Tenía que aclarar la situación.
Se acercó cojeando ligeramente al sillón para dejar ahí sus cosas, agachandose para recoger la maleta deportiva de Diego y acomodarla junto a sus pertenencias.
Dio un largo suspiró provocado por los nervios mientra subía las escaleras tratando de hacer el menos ruido posible. Sabía como era su pareja estando enojado, no escuchaba razones hasta tal vez el día siguiente si tenías suerte, era necio y orgulloso, sin contar también las cosas crueles que decía sin estar realmente consciente de éstas.
Trató de tranquilizarce secándose el sudor de sus manos en su pans negro, contrario a lo que sentía se paró con valor enfrente de la puerta de la habitación principal. Sin pensarlo mucho abrió la puerta rápido y entró.
Lo primero que encontró fue a su novio acostado boca bajo abrazando una almohada con fuerza, noto su celular cerca de la orilla de su cama, pensando que seguramente lo aventó después de apagarlo.
Sintió una pequeña ráfaga de pánico que pasó por todo su estómago y pecho al ver a Diego voltearse sobresaltado por el ruido que hizo la puerta al cerrarse.
Kevin se estremeció notablemente cuando su novio se mostró molesto parándose y manteniendo una distancia con él.
—¿Qué haces aquí, wey?. — Kevin sentía tristeza al escucharlo llamarlo así, Diego nunca se dirigía a él como si fuera un amigo, siempre le decía por apodos que aunque eran simples, hacían que aumentarán su enamoramiento hacia él.
—¿Ya no soy "amor"?— Sin poder controlar lo primero que le paso por su mente mordió su lengua, viendo como él desviaba la vista hacia un lado algo dolido.
—Solo no quiero hablar contigo ni verte por ahora, Kevin.— El mencionado estaba empezando a contagiarse del enojó de su novio, no le gustaba ser tratado de forma despectiva por él. Odiaba cuando una simple acción o palabra sacada de contexto le provocaba dolor y tristeza de inmediato. Aveces se cuestionaba si tenía alguna dependencia emocional por él.
—Fue un malentendido, estaba bromeando con ellos sobre algo y entonces... — —Y entonces negaste nuestra relación, que bonita forma de bromear, wey. — Ahora fue turno de Diego de morderse la lengua, sabía que el "wey" entre ellos estaba casi prohibido, los hacía recordar su incómoda etapa donde fingían ser amigos para no admitir sus sentimientos.
—Fue... Fue en serio así, amor. Nunca negaría nuestra relación, llegaste en un mal momento. Solo se trataba de una broma, te juro que es la última vez que bromeó sobre esto. — Kevin se dio cuenta como parecía estar complacido al escuchar lo último, pues su ceño fruncido disminuyó un poco y lo volteó a ver, uniendo sus miradas. Sus manos picaban de deseo por tocar su largo cabello y acomodarlo como sabía le gustaba al menor.