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Se podría considerar un pequeño niño más en todo el vecindario, uno más del montón que realmente no resaltaba mucho excepto por sus padres quienes siempre usaban como excusa que todo el mundo era especial en algo, solamente tenían que encontrar su chispa interior.

No les creía, siendo honesto consigo mismo y con el resto de personas, no todo el mundo podía ser especial. Si todos lo eran, entonces ya no era especial, sino que ahora sería uno más del montón "especial".  Por cosas así la vecina Lucy le tenía miedo.

En su opinión, consideraba que la gran mayoría de los adultos eran un poco tontos, es cierto que sabían mucho sobre el mundo y cómo funcionaba, pero no sabían expresarlo en palabras que los niños consiguieran entender. Y eso era extraño, ¿para qué tener tanto conocimiento si no lo ibas a compartir?

Aku decía que era por ser unos inútiles, pero él estaba siendo bastante cruel.

— ¿Qué responderías tú entonces?– le preguntó mientras ponía su abrigo dentro de la mochila — ¿Qué le dirías a un niño que pregunta por el divorcio de sus papás?

— Que muchas veces las parejas no son para siempre como las películas lo hacen ver, que el "felices por siempre" es una mentira de mercadotecnia para que las empresas sigan vendiendo y que es mucho mejor pagarte unas vacaciones por todo el mundo a tener que criar a un niño todo menso que no sabe diferenciar entre la izquierda y la derecha

— ¿Despertaste enojado?– el azabache asintió — Si, lo noté desde que tiré los lápices de colores por accidente hace rato

— Por inútil, pudiste cerrar el estuche desde ayer, pero nooooo– le regañó pasando por la puerta de la habitación, escuchando los murmullos en el piso de abajo — Dazai-san ya hizo de desayunar, adivina qué pasó

— ¿Se le quemó el café otra vez?– insinuó divertido, cómplice de que eso había sido culpa suya hace unos días — No, ya sé, esta vez fue el pan tostado con queso

— Error, pero estuviste cerca– respondió esperando al otro para bajar juntos — Fueron los panqueques con fresas

— ¿¡Qué!?– gritó aterrorizado, tomando todo de su mesa para literalmente aventarlo a la mochila y cerrarla como pudo — ¡No, los panqueques no, tiene que ser broma!

— Pues ven a ver– insistió con una sonrisa en su rostro, de orilla a otra, Atsushi pronto alzó una ceja juzgando sus palabra — Bien, tú ganas sólo porque hoy es martes de chazuke

El albino no perdió más el tiempo hablando con el niño sin cejas, por lo que frunció el seño obviamente ofendido y tomó sus pertenencias para bajar hecho una bolita furiosa debido a la broma. No se jugaba con los panqueques de su padre, nunca de nos nuncas. Jamás.

Se encontró con el castaño en la cocina y el pelirrojo en la sala terminando de limpiar el piso como era costumbre todas las mañanas, ambos le dieron una linda sonrisa de buenos días al verle bajar por las escaleras.

— ¿Qué tal dormiste, mi niño?– le preguntó Chuuya, dejando la escoba por un lado para irle a recibir como era debido — ¿Hoy tienes ganas de beso o abrazo?

— Quiero los dos– respondió un tanto decaído, el pelirrojo vio sus ojitos llorosos y le dio ambas — Papá, Aku volvió a bromear con que se quemaban los panqueques

— No seas dramático, Jinko– dijo el acusado a sus espaldas, yendo por detrás suyo directo al sillón en la sala — Chuuya-san, nada de lo que le diga es cierto

— ¡Es verdad, lo dijiste hace ratito!– objetó entre los brazos del mayor — ¡Y no soy dramático, sabes que no se juega con eso!

— Si, si, deja de lloriquear como bebé

Veo gente muerta // SSKK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora