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Algunas veces su padre daba miedo, siendo totalmente honestos, era cuando algo le molestaba demasiado o cuando algo en serio le preocupaba. Esta vez, no sabían si era una cosa o la otra.

Un hombre, más o menos idéntico, de cabello largo y negro que caía por sus hombros llegó justo detrás suyo. Él se mostraba mucho más tranquilo, aunque su expresión era bastante neutral, sentían que no se encontraba tan enfadado como Dazai

El silencio, los tres adultos se dirigieron a la cocina, cerrando la puerta casi al instante de haber entrado. Y ellos se vieron mutuamente igual de asustados, sin saber qué hacer o si deberían escuchar a escondidas, aún sabiendo que no podía ser nada bueno.

Esperaron, pacientes y con la mejor positividad que pudieron haber tenido en esos momentos, se quedaron juntos en el sofá. Atsushi jugaba con sus pies, balanceándolos de un lado a otro, intentando no llorar.

Pero, ¿cómo podría no hacerlo? Si no hubiese perdido su estúpido color ese día y si la maldita curiosidad no le hubiera ganado, nada de esto estaría pasando. Dejar las cosas tal cual estaban; viviendo una mentira, si, quizás, pero siendo felices y sin problemas de este tipo.

Tal vez había roto a su familia, o tal vez fue el punto de quiebre clave para destruir algo que ya necesitaba romperse. ¿Cuánto más podría estar Chuuya sin preguntar sobre lo "privado" de Dazai? ¿Cuánto más estaría Kouyou esperando entre la incertidumbre de que su hermanito acabara pidiéndole el divorcio a su esposo? ¿Cuánto más aguantaría Dazai manteniendo la mentira de su vida? ¿Cuánto más estaría ocultando a Odasaku?

Akutagawa se levantó de repente, tomando su mano para jalarlo encaminados hacia las escaleras. La discusión de la cocina se tornó ligeramente más alta, los reclamos resonaban más entre las paredes de la casa. De todos modos, el azabache no parecía importarle.

— ¿A d-dónde m-me llevas?– cuestionó en un susurro, tratando de safarse — Oye, Aku, e-esto no est...

— Tenemos que irnos– interrumpió, reafirmando su agarre — No me gusta que estés aquí, no deberías estar escuchando sus peleas

— Si me quieres cuidar no deberías estarme jalando así– recriminó, Akutagawa por fin se dignó a dejarlo — Necesitamos calmarnos... quiero saber si estoy loco o no

— Higuchi y Gin nos dijeron que ves cosas que otros no pueden, eso es todo– dictaminó mientras abría la puerta del estudio de Dazai — Vamos a buscar si el loco soy yo

— Puedes tomar cosas, puedes moverlas, sabes abrir puertas y tocas los libros y sus páginas, aunque no tengas hambre nunca y tampoco quieras ir al baño, yo sé y yo te prometo que eres real– aseguró Atsushi seriamente, el otro se detuvo a pensar en ello — Ryu, no eres un loco, yo si lo soy

— ¿Y por qué? ¿Por qué deberíamos creer en lo que nos dicen otras personas? Ellos no saben lo que nosotros, no han vivido como nosotros y no tienen idea de lo que pensamos o sentimos

— No lo sé ¿okey?... y-yo no lo sé...

— Entonces tienes que confiar en mí, eres lo único que tengo y todo lo que conozco desde que tengo memoria... no voy a perderte por culpa de otros tontos

— No me vas a perder, si me llegan a encerrar en un manicomio o alguna cosa así, ten por seguro que jamás me atrevería a olvidarte

— Atsushi, no me gusta estar solo ni que tú lo estés

— Mientras nos tengamos a nosotros, nunca lo estaremos

La lluvia afuera comenzaba a ser peor, veían por el ventanal de la cocina que el diluvio no parecía detenerse. El silencio entre ellos era tan denso como las nubes oscuras en el cielo, el atardecer brillante se vio opacado por los conflictos grisáceos del pasado.

Veo gente muerta // SSKK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora