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Capítulo 1


Todas las miradas se dirigieron a la entrada de la iglesia.

El cortejo de la novia era presidido por sus amigos más cercanos.

Una serie de murmullos se dejaron escuchar al ver a la joven delgada de vestido lavanda y cabellos rizados, que encabezaba la comitiva, la dama de honor.

La muchacha trató de ignorar el sonido de esas voces, sentía su piel erizada debido a las miradas que se posaban sobre ella. Contuvo la respiración, mantuvo la frente en alto y siguió el recorrido hasta el altar. Apretó con fuerza el ramo de flores blancas con rosa que tenía en las manos, estaba a escasos metros de llegar. Entonces... Lo vio... Tan alto y viril como lo recordaba, con su traje oscuro hecho a la medida, la corbata de plastrón azul que hacían resaltar sus ojos penetrantes.
Un año... Había pasado un año desde que lo vio por última vez... En ese preciso lugar... Sólo que entonces, él no era el padrino... Era el novio... Su novio...  Su prometido... El hombre con el que se iba a casar, pero al que dos días antes de la boda, debido a sus dudas, decidió dejar…
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Él sabía que la vería, después de todo, era la hermana del novio, aunque él mismo dudaba que ella llegara.

Un año atrás, ellos iban a casarse, todo estaba listo, faltaban dos días, solo dos días y ella… se giró cuando comenzó a escucharse la marcha nupcial y…

Al verla caminar por el pasillo alfombrado se le fue el alma al piso, estaba igual de hermosa, aunque pálida y muy delgada.

Su corazón dio un vuelco cuando sus miradas se encontraron, contuvo la respiración y le pareció que ella temblaba.

*Nos fallaron dos palabras, y sabernos perdonar, que fácil era haber dicho "lo siento".

Escuchar como a su hermano se le quebraba la voz al decir sus votos, provocaron lágrimas de emoción en Candy.

Ver a su compañero de juegos convertido en un hombre tan enamorado no tenía precio, y era algo que no se podía perder.
Le hubiera gustado estar ahí y ayudar a Karen con los preparativos de la boda, pero apenas y salió del hospital donde estuvo internada las últimas cuatro semanas. Eso le hizo recordar, que todavía no debería estar caminando. Se limpió las lágrimas y volvió a prestar atención al clérigo, no era momento de revivir el mal momento que pasó un año antes.
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Los novios bailaban al centro de la pista.

Los invitados los miraban enternecidos pues Tom, además de tener a su recién adquirida esposa sujeta por la cintura, con su otro brazo, cargaba con firmeza al hijo de esta.

Antes de finalizar la melodía, el tío de Karen, la novia, pasó a bailar con ella. Al mismo tiempo, Lauren, la madre del novio, pasó a hacer lo mismo con su hijo.

Llegó el turno de la dama de honor y el padrino de pasar a bailar.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Tom a su hermana menor.

— Estoy bien, ustedes se preocupan demasiado — Respondió la joven rubia — Perdón si no pude llegar antes, es que…

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