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Servir, proteger y liderar

El Regium había instaurado esas palabras desde que había nacido, con los grandes cambios en tiempos adversos se podría decir que su destino, a pesar de no creer en esas mierdas, fue sellado para ser exitoso a vista de los demás.

Éxito

Dinero, liderazgo, equilibrio y, por qué no, una linda omega colgando de su brazo; Auron era todo lo que un alfa podía pedir, tenía una buena vida, buenos amigos, dinero y una bonita omega con la que salir; su único problema, esa bonita omega no era su predestinada, pero no deseaba pensar en ello, no ahora con la música en alto y con Biyin esperando en la puerta del gran salón, lista para ser su compañera en una noche más donde deberían guardar las apariencias porque así se le exigía. Acomodo su chaleco mientras cerraba sus ojos y tomaba aire profundamente, había esto muchas veces podía hacerlo muchas más.

Sonriendo, le ofreció su brazo a la rubia quien gustosa aceptó la invitación para hacerse presentes frente a los demás; de pronto, las voces callaron, la música se extinguió y las grandes puertas de madera con destellos de oro se abrieron ante sus ojos; la gente sonreía ante la pareja que, supuestamente, prometía un fuerte liderazgo como su antecesor.

Los sonidos de tacón resonaron, haciendo eco incluso en el más recóndito rincón, el rojo carmín de aquel vestido deslumbraba gracias a los pequeños cristales incrustados, combinaba con el dorado que se derramaba por toda la habitación, causando una leve danza liberal, sensual e hipnotizante, en conjunto, los pequeños destellos de las incrustaciones en su saco acariciaban suavemente la piel de la omega, haciéndola más deslumbrante, más atrayente y por un momento, sintió que volvía a tener todo en control, que la carga dispuesta deliberadamente en sus hombros era disuelta por el rojo y dorado jugando en un pequeño ritual travieso que encantaría a cualquiera, pero había muchas piezas sueltas y aquella sonrisa que tendría a muchos a sus órdenes simplemente para él era algo común que, la pequeña ensoñación, era por el puro capricho de obligar a presentar alguna señal frente a la deslumbrante Biyin saludando a los demás.

El sentimiento nunca llegó.

Miró nuevamente hacia la multitud, ahora los sonidos eran mucho más claros y los colores parecían recobrar sus tonalidades naturales; el pequeño tirón de su manga lo hizo regresar en su totalidad, su gente estaba inclinada en el típico saludo del Regium, esperando la confirmación de su líder para proseguir con la cena, al final pudo recobrar el control en su cuerpo.

—Bienvenidos —su voz sonó clara y fuerte, haciendo mella en todos los presentes; la venia del alfa dio paso a la música elegante, la cena podía empezar.

Ahora los sonidos eran muchos más claros en su mente y podía volver actuar como siempre; afianzado su brazo, le dio apoyo a la omega para poder bajar las escaleras y dirigirse al centro de pista.

—Gracias —su pequeño susurro hizo sonreír a la omega de forma discreta, Biyin siempre le había podido salvar de situaciones como esas y evitar que haga el ridículo u olvide que muy pronto, sería el líder principal de dos pueblos.

—Alguna vez te dijo tu padre que te gustaban las entradas dramáticas —aquella voz, chillona con su toque grave le hizo sonreír.

Juan estaba detrás suyo mientras negaba divertido con la cabeza, su amigo llevaba su típico traje para ocasiones especiales sin olvidar la diversa joyería vibrante que dejaba en claro su posición como mago, a su lado, Ari vestía un hermoso traje negro con incrustaciones doradas que dejaban a resaltar su silueta. Se separó de Biyin para poder acercarse al pelinegro y abrazarlos, era bueno tener a un amigo entre tanta gente.

—Siempre tengo que resaltar, soy el siguiente líder —respondió con su mentón en alto mientras dejaba salir un poco de su alfa, solo por jugar, sabría que nunca podría intimidar a Juan con su parte canida.

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