CAPÍTULO 1: Mi emperatriz es una agricultora

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Le dicen que el emperador será amable.

Que los hombres de Gusu Lan aman feroz y apasionadamente; que la devoción está en su naturaleza, que harán todo lo posible por mantener a salvo a quienes adoran. Que el Emperador anterior amaba tanto a su Emperatriz que se volvió loco. Y lo mismo le ocurrió al anterior a ese.

Y lo mismo le ocurrirá al que le siga.

Pero la locura no es debilidad, le tranquilizan. Y el nuevo Emperador, tan joven y puro de corazón, sólo se preocupará por él minuciosamente, y le otorgará una buena vida llena de lujos y afecto. Lan Wangji creció bajo la atenta mirada de su severo y prohibitivo tío, por lo que su temperamento será mucho más dócil que el de su padre. En definitiva, se espera que Lan Wangji sea un buen marido.

Le dicen que la marca de un gran Imperio descansa en la feliz unión entre el Emperador y su Consorte Imperial elegido, la base misma del Estado. Así que, cuando se trata de Wei Ying, no se espera que sea sólo una cara bonita.

Se convertirá en la mayor fortaleza de su marido; y también, en su mayor debilidad.

Wei Ying no pidió un matrimonio. Por encima de todo, Wei Ying no pidió al Emperador como marido. Pero es su deber para con su familia, no, es su deber para con su país. No puede negarse a lo que le piden los mayores, sobre todo sabiendo que se lo debe a los Jiang. Todavía es muy joven y está muy alejado de la truculenta política y de las guerras internas de la Corte, pero ya sabe una cosa: que hay poderes desconocidos conspirando entre bastidores en un intento de crear una rebelión y usurpar el trono, y que los Gusu Lan esperan truncar esos burdos planes incluso antes de que se lleven a cabo.

El imperio Gusu Lan no debe caer. Una guerra no puede tener lugar. Demasiado está en juego.

Reúnen a sus mayores alianzas, a sus súbditos más leales y a aquellos que pueden perder demasiado si el imperio cae de verdad. En primer lugar, los Jin, cuyos profundos bolsillos garantizarán suministros sin fin para la batalla que se avecina. Después, los Nie, cuyos salvajes hombres y ejército darán su vida por el estado. Y, por último, los Jiang, que tienen la clave para salvar este imperio: un matrimonio político con uno de los suyos, reforzando la influencia y el dominio de Gusu Lan sobre el estado central, justo donde se asienta Yunmeng.

Le dicen a Wei Ying que es el elegido. Le llenan la cabeza de grandes y románticas ilusiones sobre cómo será su matrimonio con el joven emperador. Le dicen que no le faltará nada en palacio; que su vida está resuelta, qué le espera una vida auspiciosa, que no sólo será un matrimonio político, sino también feliz.

Y así, como Wei Ying no conoce nada mejor, empieza a tener esperanzas.

Toda su vida había deseado una familia, sobre todo la familia feliz que sólo pudo tener fugazmente, los pocos años buenos que pasó de niño, tan inocentes e impolutos ante la idea del desamor o la pérdida. Durante toda su vida, Wei Ying nunca ha deseado nada más. Ni riquezas, ni opulencia, ni siquiera poder.

Sólo una familia.

Así que acepta hacerlo.

Está de acuerdo con todo lo que le piden.

Se pone el pesado vestido que le hacen llevar.

Se pone la pesada corona de fénix que hace que le duela la cabeza, también, sin quejarse.

Se sube al lujoso palanquín nupcial que han preparado sólo para él y deja que lo paseen por la ciudad en un gran cortejo nupcial, sólo para presumir de él.

Da pasos lentos y cuidadosos hasta el altar con los pies atados, tal y como le habían enseñado a hacerlo, para poder conocer a su futuro marido por primera vez.

我的皇后是農民 | Sembrando semillas en el Palacio Frío [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora