La noche estaba completamente estrellada y serena en un bosque ubicado en el sector norte, lejos de la civilización autómata. Las aves se posaban sobre las copas de los árboles, tranquilas pero expectantes ante la misteriosa noche y la intimidante luna llena. Isaac era el jefe de guarda bosques, las líneas de su rostro, su mirada y los movimientos lentos y seguros estaban sincronizados con el medio siglo de su edad, terminaba de encender una fogata la cual daría calor no sólo al cuerpo sino también a la sopa instantánea que su acompañante y auxiliar en turno llamado Martín preparaba. Martín tenía el rostro y el brillo de la juventud en su mirada, cara redonda y una nariz rosada por la cada vez más fría noche.
—Creo que la noche está muy callada, no me da buena espina —dijo Isaac mirando el cielo.
—De todo te quejas, si hace frío si llueve o si la noche está tranquila, solo disfruta de esta noche, —respondió Martín con tono burlón, qué era 20 años más joven y más positivo que Isaac.
Los dos se sentaron con las rodillas flexionadas, uno frente del otro, en medio la fogata. Platicaban de muchos temas, sobre el equipo que iba de líder en el Disc ball, deporte parecido al fútbol soccer por sus reglas, a la rudeza del fútbol Americano, la rapidez del Hockey y la precisión del béisbol, pero con el uso de la tecnología lo convertía en el deporte de moda a nivel mundial, de igual forma debatían sobre la nueva religión cósmica la cual argumentaba que descendemos de un planeta lejano descubierto recientemente por el super telescopio de la empresa Marketech; pero sobre todo platicaban de sus familias, Isaac tenía 23 años de feliz matrimonio, cuyo resultado era dos hijos mayores de edad, mientras que Martin cuidaba de sus padres ya ancianos, tenía una novia que había sido su mejor amiga desde la secundaria. El tiempo pasó súbitamente entre la cena económica y la plática amena.
—¿Que es eso? —pregunto Martín mientras agarraba su lámpara con la mano derecha para alumbrar y con la izquierda apuntar con su pistola.
De entre las penumbras con un movimiento brusco salió un pequeño pato posiblemente perdido de una laguna cercana. Los dos rieron de manera eufórica ante la situación. Continuaron charlando tranquilamente, hechando más leña al fuego para que no se consumiera.
—Somos afortunados Martín, aquí, aún no nos han invadido la tecnología de Marketech. Estamos sin toda esa basura de tecnología artificial que solo idiotiza a los hombres, estamos solos ante la belleza de la naturaleza misma, un privilegio que ya muy pocos pueden disfrutar, la gente vive en las ciudades con sus vidas artificiales.
—Pero honestamente creo que la tecnología no es mala —comentó Martín mientras observaban la palma de su mano, al extender y unir los dedos apareció una pantalla virtual en la piel de su palma, con la nueva nanotecnología de Marketech habían convertido los poros en píxeles. Lo que antes se conocía como celular ahora era una prótesis del cuerpo y de igual manera tenía distintas aplicaciones—. La tecnología ha llegado a nuestras vidas para facilitarnos todo. No podemos deshacernos de nuestro palma digital, ya es parte de nosotros, incluso como identificación y forma de pago.
—Es lo que te digo muchacho —respondió Isaac mientras movía un tronco de leña —. No puedes olvidarte de tu maldita palma ni aún estando en el bosque, antes se usaban con más destreza las manos, ahora con la misma mano que usas para limpiarte el culo puedes mandarle un video de amor a tu novia, pero aquí podemos pescar sin necesidad de enseñar nuestra palma digital, podemos disponer de fuego sin necesidad de accionar las luces automáticas de nuestras casas, calentar una sopa, bañarnos en el río y tantas cosas más.
La noche se había vuelto más fría súbitamente, los dos guardaron un incómodo silencio y apreciaron como una suave brisa agito las ramas de los enormes árboles; las aves empezaban a emitir sus cantos, lobos lejanos comenzaban a aullar. Fue cuando Isaac vio en el cielo un diminuto multicolor que cada vez se iba haciendo más y más grande, los dos se quedaron atónitos ante lo que estaban viendo, era una esfera enorme, tráslucida, en lugar de tornasol era tornaluna, ya que reflejaba una multitud de colores a su paso, descendía rápidamente, no les dio tiempo de asimilar que se impactaría en el mismo bosque donde ellos se encontraban y esperando una gran explosión se tiraron al suelo, protegiendose de un impacto que no sucedió, en lugar de ello, un viento gélido inundó el lugar, Isaac y Martín podían ver entre la oscuridad un brillo que emergía, ningúno de los dos lo dijo pero ambos pensaban lo mismo, el brillo provenía del objeto que había caído, era una luz parpadeante, como si fuera la de un enorme árbol de navidad que iluminaba aquella zona del bosque, más por obligación que por instinto se acercaron cautelosamente a la parte iluminada, Martín dejo a un lado su pistola y comenzó a grabar con su palma digital para tener evidencia sobre lo que encontrarían y con la otra su lámpara.
—¿No crees que mejor deberíamos reportar a las unidades de emergencia? —dijo Martín entre dientes.
—Sí, lo haremos, pero luego de que veamos de que se trata —respondió entre murmullos Isaac.
Sólo un árbol los separaba del lugar dónde manaba aquel multicolor brilloso, y fue cuando para su sorpresa sólo vieron una enorme burbuja como de agua, no había fuego, no había algún cráter, es como si hubiera amortiguado la caída, sin embargo notaron inmemdiatamente que el frío en esa zona era indescriptible, Isaac decidió acercarse más al no ver algún peligro, Martin aún cauteloso se quedo unos pasos atrás grabando todo, de un momento a otro Isaac soltó su lámpara, se agarró la cabeza, y se pegó en la sien con su mano, cayó de rodillas, pero continuaba golpeándose en la cabeza
—¿Estás bien amigo? ¿qué te pasa Isaac? —preguntaba alarmado Martin mientras dudaba si acercarse o seguir manteniendo la distancia, lo que izo fue activar la opción de video en vivo y mandarlo a la estación de seguridad, inmediatamente Isaac se levantó enérgicamente y volteó a verlo, su mirada estaba desorbitada y toda la pupila estaba rodeada por un color rojo, como si algo le hubiera pintado los ojos con fuego, un brillo maligno.
Isaac se abalanzó con furia hacia Martín, al parecer había perdido la razón, no sólo quería morderlo, lo golpeaba incesantemente, Martín como pudo, se soltó y corrió, era más joven y más rápido, pensó, pero sentía que la velocidad de Isaac no concordaba con su edad, porque ahora era más ágil de lo normal, Martin lo que pensaba era llegar a la motocicleta y escapar del lugar, siguió corriendo, esuivando troncos tirados y piedras, tropezó con una de ellas pero logrp equilibrarse ante la adrenalina y el miedo, por fin llegó dónde estaba la fogata y por un costado las motocicletas, agarró un tronco de la leña y por instinto volteó a sus espaldas, creyendo que tendría sobre su nuca a Isaac, pero vio con horror como Isaac se había quedado entre las sombras de los árboles, inmóvil, solo observando, por alguna extraña razón ya no lo siguió porque sin duda lo hubiera alcanzado, Martin meditó sobre aquello en el camino hacia la estación, había mandado la evidencia, de no haber sido así, nadie le hubiera creído sobre lo ocurrido, pero durante muchas noches soñaría con aquel color en la mirada de su amigo Isaac, con el color y preguntándose la razón de porque no lo había seguido.
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LA ULTIMA NOCHE
Science FictionEn el 2033 la tecnología está a la vanguardia gracias a la compañía Marketech, creada por un controvertido y visionario empresario, el mundo es amenazado por un extraño fenómeno espacial que altera todo lo que está a su alrededor, desatando fr...