Estrellas en el cielo.

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1. Estrellas en el cielo.


La primera vez que lo vio, la estación estaba llena murmullos y de voces bajas y altas. La gente iba y venía sin ton ni son, de un lado a otro, despidiéndose de sus seres queridos. A sus dieciséis años, sería la primera vez que Kim Jongin viajaría fuera de Corea. Cosas de sus padres, del trabajo, de la búsqueda de una vida mejor.


Ocupó un vagón distinto a sus padres debido a la cantidad de viajeros. Un lugar de segunda clase con un apenas perceptible olor a humedad. Puso sus pocas pertenencias en el lugar del guardaequipaje y ocupó su asiento.


Una mirada de grandes ojos y una sonrisa con forma de corazón lo recibió.


- Soy D.O. Kyungsoo ¿y tú?


Demasiada familiaridad. Suficiente para cohibirlo. D.O. Kyungsoo tenía diecisiete años, edad propicia para también marcharse de Corea. La razón era común: La búsqueda de una vida mejor.


Aquél viaje fue el inicio de muchas cosas, el final de otras, y sin embargo Jongin no lo recordaba con claridad. Apenas una sonrisa enmarcada por dos negros ojos. Apenas el paisaje borroso, que pasaba entre sueños detrás de la ventanilla.


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Soñar con futuros resultó más fácil de lo que pensaba. Kyungsoo se convirtió en una constante pues resultó que coincidieron en ciudad y colegio. Las grandes construcciones, el idioma extraño, las costumbres ajenas unió a ambos chicos que en su pequeño mundo de dos, tenían atrapado algo de su amada Corea. Polonia no era malo, pero era un lugar que no les pertenecía a ambos. Cómo compañeros de grupo, compartían sonrisas y papelitos con tonterías durante las clases. Los ojos negros de Kyungsoo, se estaban tatuando a sangre y fuego en el corazón de Jongin. Y eso era incómodo y peligroso. Entre chicos, podían gastarse bromas e irse de juerga, beber a escondidas o espiar a las chicas y decidir quién era la del cuerpo con más curvas. Entre chicos, no existían roces de manos capaces de enloquecer al corazón. No existían miradas tímidas y cercanías listas para lanzarte a un abismo. Entre chicos, no había ese deseo de besar al otro, no, y menos con la dolorosa desesperación de no ser correspondido.


A cambio, Jongin se dedicó a crear un futuro con Kyungsoo. Uno aceptado a los ojos del mundo. Regresarían a Corea y entrarían a la universidad. Jongin estudiaría medicina y Kyungsoo sería un gran escritor. Vivirían juntos para apoyarse en gastos. Y cuando una chica llegara, ambos se despedirían, pero Jongin sabía, que llegado ese momento, él se marcharía en silencio, sin ruido. No soportaría ver el futuro anhelado en las manos de alguien más.


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El tiempo fluyó entre escuela y deberes. Para Jongin el momento más perfecto del día era cuándo veía llegar a Kyungsoo en bicicleta. Desafiando a la gravedad y al equilibrio haciendo piruetas que a Jongin le ponían los pelos de punta. No es que fueran muy peligrosas, pero Jongin se había vuelto extremadamente protector con Kyungsoo y trataba de evitar cualquier riesgo de caída mientras Kyungsoo reía a carcajadas. La razón de ese cuidado era muy simple, Jongin sólo quería protegerlo.


Kyungsoo era alegre, explosivo cómo una luz de bengala. Luz que de pronto se apagaba y cuando eso sucedía, Jongin tenía que lidiar con la tristeza inexplicable de su amigo.


Tenía un carácter muy raro, pero eso a Jongin no le importaba.


En noches de estrellas, a Jongin le gustaba tirarse sobre montículos de paja al lado de Kyungsoo, dándole nombre a cada una de ellas. Eran nombres absurdos, que los hacían reír sin control. Una de esas noches, decidido tomó su mano. Y entonces llegó el silencio. El cielo titilaba cuajado de pequeñas luces brillantes. No eran buenos tiempos, el mundo se había vuelto loco y los rumores de una guerra venían entre murmullos asustados y miradas al cielo, buscando indicios de una paz que no se atrevía a llegar, mientras, en un pequeño rincón de Polonia, dos chicos tirados sobre paja convertían el brillante firmamento en una enorme hoja de papel, donde, de manera secreta, pintaban con sus dedos, invisibles estelas, representantes incuestionables de los latidos en su joven corazón.


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N/A: La idea para la historia surgió del vídeo "Fuego de noche, nieve de día" de Ricky Martin (donde se aborda el trastorno de la bipolaridad) y, por supuesto de la traducción de "Paper Cuts". Tiene cómo contexto La Segunda Guerra Mundial, aunque no ahondo en ella. Es sólo para ubicarla en espacio y tiempo. A ver qué les parece... 

Agradecimientos miles, a mi Moni HyunSaengie, quién me regaló la edición para la portada. 

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