El ahora.

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Con 22 años la vida en cierto modo era distinta, tengo "cierta" independencia, puedo salir sola para hacer cosas necesarias como ir a la farmacia, al mercado o al trabajo, un trabajo en una cafetería muy cerca de casa. Muy monitoreada, además. Los días transcurren con cierta tranquilidad, los clientes a veces no saben ni qué carajos están pidiendo pero no es nada con lo que no pueda lidear, había desarrollado muy bien el don de la paciencia, sin mencionar que entiendo ciertas actitudes corporales de las personas, lo aprendí a las malas. Cuando mi padre me secuestró, comprendí que era mejor llevarle la corriente y no protestar jamás, ser completamente sumisa ante su temperamento explosivo y violento me ayudó más de una vez a evitar que cometiera una desgracia hacia mi.
Varias veces me había quemado con el vapor de la máquina, pequeños detalles a los que ya me he acostumbrado.
Es casi hora de cerrar, por lo menos mi hora de irme, yo trabajo medio tiempo algunos días, otros tiempo completo, ese horario me gusta más por obvias razones. Mi padre está al tanto de todos mis movimientos, me vigila a cada momento de día, incluso cuando no lo veo cerca, sé que de alguna manera él sabe qué hago, es extraño y no sé bien cómo explicarlo. El único lugar que tengo "libre" es mi trabajo, lo que me da una sensación de tranquilidad, no de pesadez.

Cuando estoy por comenzar a recoger mis cosas suena la campanita de la puerta, un nuevo cliente. Aún no ha llegado mi relevo así que no tengo ningún problema en atenderle, además, se ve guapo, demasiado . Tiene los ojos negros y rasgados, igual que su cabello, el cual es sumamente largo y está recogido en una media cola, aunque un mechón se le escapa y cae en su rostro, cerca de su ojo y le queda muy bien. Está vestido completamente de negro, lo cual hace un contraste con su piel blanca. Es primera vez que lo veo, ojalá no sea la última.
Pide un café negro, cargado y tres sobres de azúcar para llevar, además de unos muffins de chocolate que me encantan.
-Buena elección, es especialidad de la casa.- le digo mientras comienzo a preparar su orden.

- ¿Los haces tú?- pregunta sin dejar de ver el menú que está detrás de mí, estoy recogiendo los muffins del mostrador y me encanta el olor que desprenden. Los guardo en la cajita de cartón con el logo de la cafetería, coloco un par de servilletas y me volteo a la máquina de café, lo bueno es que se hace rápido.

- Cuando estoy los hago yo, si no los hace mi compañero.- respondo con simpleza.

- Entonces me llevaré otros más y vendré cuando los vuelvas a hacer.- la sonrisa en su rostro me deja completamente descolocada, no pensé que algo tan simple me recorriera de pies a cabeza, definitivamente es uno de los hombres más guapos que he visto en este pueblo y seguramente en mi vida entera.

- Tu café...- pausa, no he escrito su nombre en el vaso de cartón, lo olvidé por completo.

- Geto, Suguru Geto.

-Bueno, Su-gu-ru Ge-to, ¿así?- le muestro mi caligrafía, bastante simple, ha mejorado con el tiempo.

- Así es. Oye, estoy buscando a éstas niñas, ¿las has visto por el pueblo?- me muestra una foto de dos niñas de unos 10 u 11 años, son hermosas. Las dos tienen el cabello corto pero una es rubia y la otra es pelinegra, ambas sonríen de una manera que les da un aspecto muy inocente y vivaz. Niego con la cabeza, no las he visto.- Gracias de todos modos.

-Puedes dejar la foto o una copia acá, capaz algún otro cliente las haya visto- ofrezco, es un poco común que la gente deje carteles acá, ofreciendo algún servicio o alguna recompensa cuando se extravía una mascota o una pertenencia importante, como una laptop o una cámara, por lo general aparecen a los días, es un lugar tranquilo.

-No, linda, es una especie de investigación privada. - "Linda..."

-Espero puedas encontrarlas pronto, Suguru Geto, estaré pendiente si llego a saber algo de ellas.- sonrío, espero las niñas aparezcan pronto.

- Oh, sé que lo harás. Espero verte pronto. - me sonríe y muestra su dentadura perfecta, da media vuelta y se retira con tranquilidad. Tiene una forma de caminar muy masculina y hace tiempo que no veo a un hombre que me atraiga tanto, sé que lo tendré en mi mente un buen tiempo y mi sorprendo de mi misma cuando pienso en lo mucho que lo quiero volver a ver. Él no lo sabe pero dejó toda la cafetería impregnada de su perfume y me fascina eso.

Sigo con mi rutina de recoger mis pertenencias y llega mi relevo, mi turno ha terminado.

Cambio de Planes | Suguru Geto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora