Confrontación

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Aquella mañana era diferente a todas, Isabela estaba entrando al colegio con otra actitud, estaba decidida a priorizarse, a no permitir que nadie la siguiera maltratando, si bien en su corazón existía temor a quedarse sola, era un hecho que prefería estarlo antes que seguir en ese círculo vicioso que había tolerado por tanto tiempo.
—Ahí está esa ridícula ¡oye Isabela ven a ca! —Samanta se acerca a Isabela, pero esta la hace a un lado.
—¿A dónde crees que vas? Por tu culpa sacaron a Brayan de la escuela, tienes que hacer que regrese idiota.
—¡Suéltame Samanta! Tu debiste salir con él, hazte a un lado, no me hagas ir con el director.
—¿Qué dijiste? Le diré a Camila que no te incluyamos más, vivirás marginada tus últimos días de escuela, ya no te soportamos.
—Pff, jaja ¿Qué dices? Yo soy la que se va del grupo, no me da miedo comer sola.
Isabela entra al salón y se sienta en su lugar dejando a Samanta furiosa, a la distancia ve a Camila la cual llega junto con Ivar, el cual tenía algunos golpes en el rostro.
—Lamento que haya pasado esto, Brayan es un idiota, Isabela no debió meterte en esto.
—Esperaba que como su amiga también interfirieras. —dice Ivar con seriedad.
—Lo hice, traté de detenerlo, pero su amistad era muy toxica, no pude hacer nada al respecto.
—Creo que te la estas creyendo.
—¿perdón?
—Ivar se adelanta y entra al salón con urgencia.
Samanta llega a su encuentro y le cuenta el mal rato que acaba de pasar.
—¿Puedes creer que la tonta de Isabela dijo eso? ¿Quién se cree para dejarnos de hablar? Es una perdedora.
—¿Te importa tanto que no se junte con nosotras? Ya me empezaba a fastidiar. —expresa Camila mientras observa a Isabela cerca de Ivar.
—Tienes razón, estamos mejor así, te tengo solo para mí. —dice Samanta mientras la abraza.
Todos los compañeros se juntan alrededor de Ivar, están preocupados por el, en tan poco tiempo se ha ganado el corazón, además todos están agradecidos de que Brayan se haya ido de la escuela, así que es una especie de héroe para ellos.
—¿Te duele mucho? —pregunta Isabela preocupada.
—Un poco, pero al menos estas bien. —expone Ivar con una tierna sonrisa.
—Chicos tomen sus lugares, hoy tendremos un trabajo en equipo así que pongan atención. —manifiesta el profesor Barth y añade. —después de lo que paso en este salón espero que hayan aprendido la lección, son sus últimos días de clases y no deberían desaprovecharlos en pleitos sin sentido, redímanse y esfuércense por que crezca el compañerismo.
—SI profesor. —dicen todos a una voz.
El profesor Barth forma equipos de cuatro y a Isabela le toco con Agnes, Darcy y Erin algunos de los chicos listos de la clase.
—Nos tocó juntos que cool. —expresa Erin emocionado.
—Creo que nunca nos había tocado trabajar juntos. —dice Isabela apenada, pues estando con Camila y Samanta no interactuaba con nadie más, pues a ellas no les gustaba hablar con los ñoños.
—¿Estas más tranquila ahora que el brabucón se fue? —pregunta Darcy mientras Agnes le da un codazo para que no sea imprudente.
—No se preocupen, me alegro de que Brayan se haya ido, sus amigos ahora me odian, pero no me interesa. —expone Isa con una leve sonrisa y añade. —ah, casi lo olvido, les traje algo, son dulces y galletas, quería darles las gracias por lo de ayer.
—¿De verdad? Gracias, no tenías que hacerlo, discúlpanos por no hacer nada antes, no sabíamos porque permitías que tus amigos te trataran así, creímos que no teníamos derecho de meternos...—dice Agnes apenada.
—¿Era tan evidente? —Isabela suelta una pequeña risa con ironía.
—Escuchamos lo que le dijiste a la arpía, perdón, a Samanta, si quieres puedes juntarte con nosotros en el receso, no somos populares ni dada, pero somos buenos amigos, mejor que ellas. —expresa Erin con timidez.
—¿De verdad? Pero... yo solía ignorarlos. —expone Isabela avergonzada.
—Podemos darnos una oportunidad entre todos. —dice Darcy con una sonrisa.
—Si quiero, gracias. —Isabela está contenta, estos chicos eran tan amables, su corazón era noble, no podía dejar de compararlos con Samanta y Camila, Camila... que siega había sido, se había creído por varios años la mentira de que ella era su amiga, pero Camila está lejos de conocer esa palabra, el significado de algo tan bello.
Las clases iban avanzando, Ivar he Isabela no dejaban de mirarse, ni si quiera se daban cuenta, los maestros les llamaban la atención de vez en cuando y a la vez los dejaban, les daba ternura la manera en la que se veían, con tanta pureza y tanto anhelo que era obvio que estaban viviendo el primer amor.
—Llego la hora del almuerzo, de nuevo tenemos horas libres gracias a la estúpida maestra Miranda, te apuesto que Isabela viene arrastrándose con nos... —Samanta se queda petrificada al ver como Isabela les pasa, por un lado, mientras va hablando con Agnes, Darcy y Erin, Ivar va con ellos casi con medio salón, Camila lo mira pasar con añoranza.
—¿Entonces te decidiste? ¿Ya no hablaras más con ellas dos? —pregunta Ivar mientras caminan juntos a la cancha de basquetbol.
—Si, me llevo mucho tiempo darme cuenta, nadie merece ser tratado así y menos por aquellos que se dicen tus amigos.
—Me alegro por ti, la verdad, esas dos no me caen bien, son superficiales y no ban para nada con tu personalidad dulce y linda. —Ivar la mira con cariño y ella se ruboriza.
—Isabela yo... —Isa lo interrumpe y saca de su bolsillo una carta y se la entrega a Ivar temblorosa.
—He pensado en la forma correcta de agradecerte todo lo que has hecho por mí, pero siempre que intento expresártelo me quedo muda, por eso te escribí esto, por favor léelo en tu casa, cuando este a solas, así no me explotara la cara de vergüenza jaja.
—La verdad es que yo también te traje una, bueno son barias, todas las que no me he animado a darte, por favor tú también léelas asolas.
Ivar le entrega siete cartas a Isabela y esta se llena de emoción al ver lo bonitas que están, Ivar se había encargado de perfumarlas, de decorarlas y ella solo había cogido una hoja blanca y había plasmado todos sus sentimientos ahí.
—Te quiero mucho. —dice Ivar con timidez mientras le toma la mano.
—Yo también te quiero mucho. —Isabela tiene las manos mojadas, los nervios la comen viva al igual que las ganas de besarlo, pero ninguno de los dos se anima.

Al final del día ninguno dijo nada, pero no necesitaban palabras para decirse lo que sentían todo su cuerpo gritaba y profesaba el amor que se tenían, el primer amor es hermoso y su desamor es mortal.

Querido lector, gracias por acompañarme en esta historia, espero disfrutes de estos capítulos tanto como yo, te invito a leer mi otra novela titulada El amante del pantano de Nil, es una hermosa historia de fantasía que te encantara.

Cuando cupido te odia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora