Amar la vida.

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Mientras, los 24 de octubre, me llenaban de felicitaciones, regalos y tenía cerca a mi madre, mi abuela y a mi figura paterna, mi tío Ángel se la pasaba buscando empleo, tomando alguna cerveza, si es que no estaba drogado en algún parque.

Mientras yo me bañaba con shampoo y Jabón hipoalergénico, me secaban con una toalla limpia y me daban de cenar cereal de mi preferencia con leche tibia, mi tío Ángel fumaba 3 cigarros seguidos, uno tras otro. Con suerte se lavaba la cara con agua ya sucia y se acostaba a dormir sin haber comido ningún tipo de alimentos durante el día.

Mientras yo dormía en una cama con sábanas calentitas, Ángel con suerte encontraba una banca vacía.

¿Qué nos une? ¿Qué me hace sentirme tan igual a él si nuestra suerte fue distinta? No tengo miedo de terminar como mi tío. No sé siquiera a que le tengo miedo. ¿A las alturas? ¿A la velocidad de una moto o de un carro? Esos son los caminos fáciles de finalizar una vida. ¿La oscuridad? ¿La soledad? ¿A sufrir? La vida es oscura, es soledad, es sufrimiento. La vida es tan impredecible que siempre me ha parecido ridículo planear vacaciones, comprar una televisión o cualquier artículo. Planear es solo para cosas efímeras. Uno no planea lo que perdura. Lo que es para siempre, duele. Únicamente creo en la infinidad de los instantes de dolor.

No puedo, sino, recordad cada instante del funeral de mi tío cuando algo dichoso me pasa. Un día, en mi trabajo, me ascendieron de puesto, un puesto que yo quería. Sentí tanta felicidad que solamente pude recordad cuando mi tío fue a la casa, drogado y ebrio, a buscar a su madre. Mi abuela no lo dejo entrar y lo empujó para poder cerrar la puerta. Ángel cayó de espaldas en una coladera abierta dejándole raspones y moretones. Cada instante de felicidad en mi vida es así.

Me gustaría decir que mi tío murió por desamor o por falta de dinero o que su razón fue el desempleo. Son razones tan estúpidas que la gente lo termina asimilando mejor. Sin embargo, mi tío pudo tener dinero, amor, trabajo y su suicidio hubiera sido igual y lo entiendo. El tedio de la vida, la monotonía de los días, esa es la verdadera carga. Creo que hago mal al preguntarme ¿Por qué se suicidó? Deberíamos preguntarnos ¿Por qué vivimos tanto y soportamos tanto?

Hay quienes aseguran que un suicidio es un acto de valentía. Yo diría que el suicidio es, más bien, un acto de inteligencia y casi un derecho que el humano tiene. Nadie elige nacer y, quién no soporte la vida, que renuncie. No es malo rendirse. Aunque pueda parecer humillante y cobarde, en realidad es cuestión de estrategia. Puede tener honor el que pelea, pero es más inteligente el que renuncia, pues, eso siempre lo lleva a una cuestión superior a la del honor. Quién se rinde aprende un poco más sobre la vida y mi tío tuvo su última lección antes de irse: la vida es imposible.

Una de las peores cosas que deja la persona que se suicidó, no es su ausencia, sino, el falso compromiso que deja en su familia de amar la vida. Escuché cosas como "vida solo hay una. Hay que aprovecharla" "hay que vivir por los que ya no están". Cuestiones aborrecedoras y mediocres. Si uno ama la vida, es porque en su moralidad no está aceptar la realidad. Embellece lo terrenal y fataliza la muerte. Tienen razón cuando dicen que nada más hay una vida, pero, ¿de qué sirve la única vida cuando nada se ha hecho bien? Hay personas que he conocido que aseguran querer tener más vidas y no puedo imaginar otra peor forma de tortura que esa

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2023 ⏰

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La Noche que la luna me siguió a casa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora