Sintió cómo alguien le tocaba el hombro con delicadeza para despertarla. Abrió los ojos, cegada momentáneamente por la luz y, a continuación, se estiró en su asiento. Se asomó por la ventana. El avión sobrevolaba por encima de la isla de Honshu y, a medida que descendía, empezaban a vislumbrarse carreteras, caminos y edificaciones.
—Por fin en casa —le mostró una amplia sonrisa—. ¿Estás nerviosa?
—¿Por qué iba a estarlo? He estado yendo y viniendo estos últimos años.
—Ya, pero finalmente te instalas aquí.
La verdad era que no lo había pensado. Japón había sido siempre su hogar, pero desde que acabó el instituto no había vivido allí propiamente dicho, aunque había viajado siempre que su apretada agenda se lo permitía. Suponía que nunca había dejado de ser su hogar, a pesar de la distancia. Al fin y al cabo, su familia más cercana y sus mejores amigos estaban allí.
Cuando el avión aterrizó, esperaron pacientemente a que los primeros pasajeros salieran. Mientras, aprovechó para ponerse sus zapatos de tacón, que se había quitado durante el vuelo para estar más cómoda y evitar aquella molesta hinchazón de pies que le sucedía por pasar tantas horas sentada. Una vez se despejó un poco la salida, se pusieron en pie y agradecieron al personal el trato recibido durante el trayecto.
—No entiendo por qué tenemos que viajar en estas condiciones.
—Pero si hemos ido en primera clase...
—Ya, pero podríamos alquilar un avión privado, tenemos dinero de sobra. Podríamos haber dormido en camas.
—En primera clase hay espacio suficiente. Además, no es cuestión de dinero, es cuestión de ser respetuosos con el medioambiente. Un avión privado contamina mucho.
—Nunca dejará de sorprenderme tu concienciación con todo. Quizás por eso te vaya mejor que a mí en la vida.
No pudo evitar sonreír y negar con la cabeza. Daba igual los años que pasaran, Takato no tenía remedio...
Cuando llegaron a las pasarelas para recoger su equipaje, les esperaba un empleado de la aerolínea con un carrito. Él mismo cargó las maletas y les condujo por el aeropuerto que los dos tan bien se conocían ya hasta la salida, donde les esperaba un impecable coche negro de la Corporación Matsuyama.
—¿No vienes a casa? —le preguntó Takato tras dar instrucciones sobre cómo colocar el equipaje. Llevaban algunos regalos para familiares y amigos y no quería que se estropearan.
Narumi chequeó la hora en su móvil antes de responder.
—No, tengo una gestión que hacer antes.
—Deberías descansar un poco. No me extraña que te hayas pasado casi todo el viaje durmiendo, debes de estar agotada.
—Ahora que estaré un tiempo sin viajar podré descansar más, pero tengo una pequeña reunión antes para firmar la actualización de un contrato. No creo que me lleve mucho, si no, llegaré tarde.
—¿Van a ir todos?
—Eso creo.
—Mmmm... —Takato miró a su alrededor. Narumi le miró de reojo. El joven se relamió el labio inferior, como si se guardara para sí algún comentario que hubiera querido añadir— Coloque también las maletas de la señorita Matsuyama en el coche, por favor —se giró para mirarla de nuevo—. No has pedido otro coche.
—Iré en taxi. ¿Qué vas a hacer tú?
—¿Tú qué crees? —la expresión de Takato se ablandó. Aquello hizo sonreír a Narumi. Siempre mostraba una faceta muy diferente cuando hablaba de la que se había convertido en la persona más importante de su vida.
—Ahhhh... Qué envidia me das —Narumi arrugó la nariz—. Te has convertido en el mejor papá del mundo.
Takato rió. Narumi extendió su brazo para llamar a un taxi libre que se acercaba a la zona en la que estaban ellos.
—Estaré en casa, así que luego me cuentas qué tal ha ido.
Narumi asintió. Takato se acercó a ella y le dio un beso en la frente antes de cerrarle la puerta del taxi.
Cuando el vehículo se puso en marcha, Narumi escribió un mensaje para informar de que su avión había aterrizado correctamente. No había tardado ni un minuto en darle a enviar cuando su teléfono empezó a vibrar con varias notificaciones.
"¡Yuju!"
"¡Bienvenida a casa, Naru-chan!"
"¡Qué ganas de verte!"
"El grupo vuelve a estar al completo. ¡Esta tarde a celebrarlo a tope!"
Una leve risita se escapó de sus labios. Guardó el teléfono en su bolso y se acurrucó en la parte trasera del taxi, disfrutando del calor de la calefacción. Dejaba atrás ese duro y frío invierno de Nueva York, la ciudad en la que había estado el último trimestre.
Tenía muchas ganas de poder reunirse con todos, aunque eso implicara tener que verle a él de nuevo. ¿Cuánto habría cambiado Bokuto Kōtarō en 8 años?
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El color de una sinfonía (Segunda temporada) [Haikyuu. BokutoxOC]
FanfictionLa inocencia les permitió soñar, formular la mejor visión del mañana. Estaban ansiosos por cumplir años y ser independientes. Pero, conforme pasan los días, ese entusiasmo se pierde hasta al final desaparecer. Crecer es aprender, vivir, experimentar...