Andrea es una chica de 19 años que tras el inicio de la época de exámenes finales solo se ha dedicado a estudiar, sentada en su escritorio habían veces (casi siempre) que quitaba su estrés comiendo demasiado, esto claramente llegaría a mostrar resul...
Habían traído pollo frito de nuevo, esa esa su comida favorita y por mucho, por lo que jamás se podía resistir a comer si había pollo frito, no le importaba haber lo llena que se sentía, ella DEBÍA comer pollo.
—Esta vez hemos traído un más pollo esta vez, como vemos que has empezado a comer mejor entonces hay que agrandar las cantidades -le dijo su madre sonriéndole.-
—Claro, está bien! Justo quería comer pollo, es mi favorito -Andrea se sentó en la silla y pudo sentir como su barriga buscaba acomodarse, formando lonjas y logrando partirle el estómago, nunca antes había sentido algo así, pero supuso que era normal después de haber comido tanto, ya que obviamente ella no estaba engordando.-
Se acomodó bien en su silla y comenzó a cenar por tercera vez en la noche, ese pollo tan grasoso estaba muy rico, la grasa se resbalaba por sus manos pero realmente no le importaba, solo quería seguir disfrutando de esa comida tan deliciosa.
Ya llevaba doce piezas de pollo devoradas, y al ser pollo aún tenía espacio de sobra para comer un poco más, Andrea no pensaba en si eso podría llegar a traer algunos cambios en su vida, solo quería seguir comiendo hasta saciarse.
Así fue como terminó comiendo diecisiete piezas de pollo y casi un litro de refresco, sabía que ya había comido demasiado, y eso en si hacía que se preguntara como carajos pudo haber comido tanto, pero dejaría eso de lado y pensaría en lo mucho que disfrutó sus comidas de hoy.
Una semana después
Ya era la tercera semana de estudio, el estrés, los atracones y el aumento el apetito a causa de ello habían ocasionado bastantes cambios en su cuerpo; Andrea aún no se daba cuenta, por más que hasta la ropa de su hermana (una chica bastante gorda) le empezara a quedar bien y ya no tan grande, ella solo quería que le fuera bien en sus exámenes, nada más.
Andrea oficialmente había llegado a los 84 kilos, oía su cama rechinar toda la noche, al igual que su silla de estudio, se sentía diferente, pero solo frente a un espejo podía notarlo, así que apenas despertó, fue al baño a mirarse en el espejo.
Ya tenía una papada grande, sus cachetes cada vez se hacían mas gordos, sus piernas y sus brazos estaban más grandes, mientras tanto sus dedos de las manos eran gordos también, Andrea por primera vez notó algo que no había hecho... Tal vez si había subido de peso.
Sacó la pesa que tenían guardada en un mueble del baño, la conectó y se paró sobre ella, marcando 89,900 kilos, casi 90, si había subido demasiado de peso...
Andrea fue a buscar una blusa suya que había usado hace una semana, y esta ya no le quedaba bien, tenía que dejar de comer, o ceder a la idea de que ya es imposible bajarlo todo...
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Ya estaba a punto de entrar en un pequeño colapso, sumado a los nervios por los exámenes, cuando le entró una llamada de su mejor amiga Laura.
—¿Aló? —Oh, ¡Hola Andrea! Que dicha que contestaste ¿Como estás? —Mas o menos... ¿Y tú? —IGUAL, los exámenes me tienen muy estresada... Pero justo por eso te llamaba. —Dime —Te quería proponer un día de descanso y distracción para ambas, hoy solo vendrías a mi casa y nos distraeríamos juntas un rato en la piscina o así, ¿Que te parece? -preguntó Laura.- —¡Me parece genial! Solo que tengo un inconveniente... —¿Qué pasó? —Mmmm no se como decirlo, seguro ni te lo imaginas, pero... Subí de peso, MUCHO de peso, la última vez que nos vimos pesaba 47, y ahora peso 89... —Ay amiga tu tranquila, esas son cosas que pasan, yo también subí bastante de peso, de hecho estoy pesando 79 kilos! El estrés también me carcomió... Solo pídele un vestido de baño a tu hermana prestado y ven a disfrutar, te estaré esperando!