Prólogo

12 2 0
                                    

El sonido del monitor cardiaco era lo único que mantenía a Neerja consciente mientras la trasladaban de habitación para una de parto. Las enfermeras estaban muy preocupadas pues hace menos de una semana que la habían internado en el hospital muy deshidratada y con falta de cuidados dentro de su condición, su embarazo.

- Necesito información sobre la paciente urgentemente- reclamó la doctora Salazar- ¿Algún familiar en la sala de espera?

- Nadie- dijo una de las enfermeras con un poco de preocupación

La Dra. Salazar suspiró y asumió que se trataba de otro padre irresponsable como era de costumbre ver día tras día en ese hospital. Al llegar a la sala de parto las enfermeras comenzaron a preparar a Neerja quien no parecía estar mentalmente presente en la situación que se encontraba. Ella se encontraba divagando mentalmente en la tierra que la vio nacer, esa tierra mágica y llena de mitos que retan la imaginación, lo imposible y lo creíble, India. Su infancia había sido marchitada por la muerte temprana de su madre, ella era quien la protegía de ese destino tan cruel que la vida había separado para ella. Su padre se transformó en su luz durante su niñez, pero poco a poco fue cambiando para ser entonces el origen de sus decepciones.

- Nelja- la doctora pronunciando mal su nombre- Nelja, todo va a salir bien

Neerja no entendía lo que la doctora y las enfermeras decían, pero la mirada de empatía y la calma en la voz de ellas, era universal. Ella sabía que su rol en esta historia estaba por terminar. El parto comienza. Entre el dolor y gritos que traían consigo el milagro de la vida, Neerja experimentaba una y otra vez todos los momentos terribles de su vida. Cada empuje creaba un recuerdo en su mente de todas las veces que fue golpeada, abusada de forma verbal y físicamente por aquellos que juraron que la protegerían, con cada empuje veía los ojos de ese monstruo.

- Nelja, tú puedes con esto- le reafirma la doctora, aunque Neerja no la entiende

Transportada al momento donde su padre la entregó, en un gigantesco palacio, en brazos de Rak, un hombre alto, piel de bronce y barba refinada, sus ojos marrones que parecían atacar cada fibra de su ser con la más dominante manipulación y falsa seguridad. Ese pequeño instante en el cual ella decidió confiar en su mirada fue el mismo que utilizó el para ordenar matar a su padre. Miles de flechas volaron y antes de poder despegarse de esa mirada, ya su padre estaba en el suelo, en sueño. Neerja comienza a gritar de vuelta en el parto.

- Nelja vas bien, solo un poco más- continúa la doctora

Neerja gritaba, luchaba por traer ese bebé a este mundo que no tenía culpa de nada. Gritaba en estado catarsis, de liberación absoluta de esos recuerdos que la hacían cautiva bajo la culpa y la desdicha, que son las peores cadenas. Ella deseaba borrar esos recuerdos, las memorias de conocer a las otras mujeres sometidas a Rak, entregadas por sus familias con la promesa de que todo esto era parte de una profecía, que él estaba destinado a tener un bebé que cambiaría todas las cosas, la reencarnación de un dios.

- Yo se que no me puedes entender, pero tú no estás sola- dice una de las enfermeras tomando la mano de Neerja

La mano de la enfermera la sostenía fuertemente físicamente pero monumentalmente en su alma, actos de bondad siempre habían sido ajenas a su vida, ese destello de luz y fe en el futuro. Sólo en otra única ocasión alguien había mostrado empatía hacia ella, una estrella en su camino, literalmente. Durante sus años de encierro y maltratos, solo le reconfortaba sentarse el barcón de su habitación que no solo le permitía mirar el desierto Rajasthan y un pequeño pueblo que rodeaba el palacio de Rak, sino que también podía ver las estrellas en extremo detalle y belleza, un cielo hermoso que enmascaraba su desdicha. Todas las noches había una estrella que le brindaba un tenue sentimiento de seguridad. La misma estrella, noche tras noche, en el mismo lugar, eso no era posible. Una noche, al volver a su habitación, buscaba con la mirada a esa estrella mientras tocaba su vientre, pues ya sabía de su embarazo, ya podía sentir al hijo del monstruo. Entonces ser percató de lo increíble, su acompañante de siempre, su estrella siempre fiel, no estaba en el cielo esa noche, como su madre y luego su padre, esta también la había abandonado. Fue entonces cuando escuchó un ruido en el interior se su habitación, al voltearse rápidamente ve la silueta en la oscuridad. Una figura alta, que aparentaba ser masculina, con ojos blancos que sin iris que brillaban en la oscuridad. Neerja quedo paralizada pero el extraño comenzó a acercarse con suma confianza, fue así como pudo distinguir la inhumanidad de su acompañante. Un segundo par de brazos estaban cruzados en su pecho, adornado con anillos y brazaletes dorados, que contrastaban con su piel pálida, su cabello blanco y líneas que parecían grietas debajo de sus ojos, extendidas hasta su mandíbula.

Anarquía del tercer solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora