Miro la fecha de su celular como si no lo hubiera hecho ya mil veces más solo para corroborar que hoy era 8 de abril, se pasó una mano por el cabello, estaba nervioso.
Dio un suspiro y tomo su abrigo, su bufanda y un gorro antes de salir de su casa, era primavera pero como siempre para estás fechas hacia un frío de muerte, pero en especial hoy el día se sentía más helado que de costumbre.
A pesar de eso y aunque tenía un auto decidió ir a pie, durante el camino no pudo evitar reprimir un par de sonrisas al recordar todos los momentos de los que esas calles habían sido testigos.
Sonrió aún más cuando recordó la risa de ella, apuro el paso y camino hacia una florería, pensó en comprarle un gran ramo de gerberas de todos los colores, sabía lo mucho que le encantaban. Estaba feliz, hoy era aniversario del día que se conocieron, hoy como todos los años la iría a ver.
Conoció a Maia cuando el tenía 22, era una persona completamente diferente a la que es ahora, estaba cursando su último año de universidad, quedaban pocos meses para que se graduará y todavía se escondía en esa pequeña ciudad.
La insípida pero fabulosa ciudad en la que había conocido a Maia, se había mudado ahí unos meses antes de comenzar la universidad, tratando de escapar, cómo siempre lo hacía.
Recordó vagamente lo melancólicos que se sentían esos días, y de paso a sus compañeros y amigos del aula. Por su cabeza rondaba lo mucho que los extrañaba, y la decisión que lo llevo a Maia.
Sonrió para si al pensar en lo ocurrido e inconscientemente su mente lo llevo hasta ése momento.
Estaba en una fiesta de universidades, había mucha gente pero para su suerte a nadie parecía importarle quién era. Había bebido mucho y por primera vez en su vida sentía que su lado coherente había salido de su cuerpo.
Se permitió relajarse y divertirse al fin y al cabo que podría salir mal.
—¡Hey, Antares! —escucho que alguien le gritaba sobre la música, busco con la mirada al sujeto que lo había echo.
Entrecerró los ojos para poder distinguir mejor quien era, cuando lo hizo solo atino a alzarle el dedo de en medio y siguió bebiendo lo que sea que contuviera su vaso.
—¡Hey, pendejo! ¿Qué no me haz escuchado? —dijo la persona de antes pasando por el tumulto de gente para situarse a su lado.
—¿Qué mierda quieres? —le espeto ya algo hastiado, y no es que fuera mala copa, pero no tenía cabeza para estar aguantando a la estupidez con la que su amigo seguramente iba a salir.
—Hombre, que acabo de conocer a la persona más genial de todo el jodido planeta —grito eufórico.
Lo miro con cara de pocos amigos para luego decir:
—Por mi puedes conocer al puto presidente, Fabien y me va a valer un coño.
—Creo que me he enamorado —dijo ignorando lo que su amigo acababa de decir —es que tienes que verla, venga.
—No quiero, vete a joder a otra parte —lo empujó levemente con la mano sin llegar a ser brusco, provocando que el chico se tambaleara un poco.
Fabien se alejo sonriendo como si no hubiera estado apunto de caerse, y así poco a poco fue perdiéndose entre la multitud que se encontraba bailando, y enrollandose unos con otros.
Antares camino hacia la cocina de la gran casa para buscar otro trago, no había dado ni diez pasos cuando de nuevo escucho que alguien le hablaba.
Hizo caso omiso reconociendo inmediatamente la voz de su otro amigo.

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Inmarcesible
Teen FictionSe conocieron en primavera, sin siquiera tener idea de lo que significarían el uno para el otro. El un universitario normal, destacaba por lo dedicado que era en sus estudios, también era el mejor amigo y compañero que alguien pudiera pedir, oh, y s...