A dream of beauty in days of meditation-1

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Parte uno

Habían pasado tres días desde que su novio regreso y se sentía levemente tocado por el hecho de que no estaba dedicándole tiempo completo. Y es que era por la semana de exámenes, por intentar levantar el peor promedio que ha tenido por primera vez en toda su vida, y que vergonzosamente Izuku había sido testigo.

Solía ser de los mejores porque su novio lo impulsaba a serlo, y no podía ser su héroe si terminaba botado de la academia. Alguien tenía que proteger a Deku, el héroe más codiciado de todo Japón.

No obstante, era viernes y tenía dos días para ser libre.

Así que se dedicó a armar una cena romántica para su chico. Uso la terraza del Penthouse para llenarla de velas, poner un colchón inflable lleno de mantas y almohadas y pedir algo para ambos debido a su falta de habilidad para cocinar. Ahora estaban abrazados con las piernas entrelazadas después de haberse consumado, mirando un cielo que parecía estar lleno de maravillas para Izuku.

—Es como un avión de combate viejo —su chico señaló el montón de nubes, que para él era un montón de nada —, y las estrellas de allá forman una carita feliz.

Shoto no poseía una gran creatividad como la de su novio, así que no podía ver las cosas del mismo modo. Todas las estrellas que Izuku buscaba en el cielo, las hallaba en su piel, entre ese bonito roció de pecas y lunares; tampoco le interesaba mirar otra cosa que no fuese él, con su bonita sonrisa y el bonito cielo que eran sus ojos.

—Nada es tan bonito e impresionante como tú, Izu —musitó sobre su pecosa piel, misma que consentía con los labios.

—Ni siquiera lo estás viendo —refutó el pequeño, sacándole una corta risa al mayor.

—Yo ya estoy viendo mi propio cielo —contestó, haciéndole sentir su sonrisa—, y veo mis propias estrellas aquí —añadió, besándole las pequitas de su rostro al acunárselo.

Dios, cuanto deseaba meterse en un papalote y navegar por su mirada estrellada, perderse por siempre en ese libre espacio.

Izuku se ruborizó con la suavidad de la seda, matando la posibilidad de que algo saliera de su boca al morderse los labios en un signo que indicaba timidez. Mientras que Shoto podía escuchar su latir desenfrenado al haberse inclinado sobre él, amando ser la razón de todas sus alteraciones.

—Así qué, ¿Por qué mirar algo tan banal que siempre está sobre nosotros, cuando puedo admirarte a ti? —bajo una mano para acariciar el muslo opuesto, observando su acción por igual—, en ti encontré algo desconocido, un lado de la vida que nadie conoce más que yo. Una sensación eterna.

—Eres un romántico sin remedio, Shoto Todoroki —dijo y con ello un beso existió entre ambos, dándose suave y sin prisa alguna en medio de esa pequeña velada.

Y como buen romántico sin remedio, deseaba obtener más de la anatomía opuesta. Shoto alzó la manta que los cubría para meterse entre las piernas ajenas nuevamente, con sus brazos apoyados sobre los costados del cuerpo bajo él. Descendió hasta el cuello para besarlo, adueñándose de la piel al atrapada entre sus dientes; besó, marcó y mordió con una suavidad dominante.

El dulce aroma opuesto le magnetizó una vez más, haciéndole desear una segunda ronda de su acto carnal; ante ello emitió un sonidito ansiado, como un gruñido terso. E Izuku rió ante ello, acariciando sus cabellos bicolores con cariño para después mirarse nuevamente. Ladeo su bonito rostro, sonriendo sin dientes, pero mostrando sus hoyuelos.

—¿Qué? —cuestionó el heterocromático.

—Se lo que quieres hacerme —respondió el rizado. Le parecía adorable la manera en la que su novio pedía más contacto; como un gato, restregándose en busca de mimos.

Shoto lo miró sin culpa al ser atrapado en sus intenciones, solo alzó las cejas y sonrió con los labios. Posteriormente volvió a esconderse en su cuello, soplando en la piel directamente para ocasionar la risa contraria. Su chico se removió cual gusanito, haciéndolo por otra razón cuando descendió por su cuerpo.

Con sus manos separó las delgadas piernas, metiéndose entre los perniles para humedecerlos con su lengua y besos; para él era como sumergirse en algodón de azúcar, tan suave y apetitoso. En la misma posición lo observó con ojos calmados pero deseosos, con las pupilas absolutamente dilatadas.

—Te amo —susurró sedosamente. La pequeña mano de Izuku se amoldó en su pómulo, acariciándole con el pulgar cariñosamente; se inclinó al tacto, cerrando los ojos por un momento.

—Yo también te amo, Sho-chan —le correspondió, sonriéndole con la gracia de las rosas.

Fue lo que necesitó para subir y besarlo con ansias, guiando sus ásperas manos hasta sus caderas, amoldándolas con firmeza. Tenía el pase para hacerlo, el significativo silencio de su peliverde lo era; así que lo complació, entrando en él para volver a unirse.

Izuku formó una mueca de placer, abriendo sus labios en una perfecta "o" para liberar un suave gemido mientras le abrazaba el cuello, hundiendo sus largos dedos en las hebras bicolores. Shoto incrementó la dureza de las arremetidas, juntando sus frentes y rozándose la piel con sus cálidos hálitos.

Durante el resto de la noche lo trató con delicadeza, dedicándole toda su devoción al hacerlo suyo nuevamente. 

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⏰ Última actualización: Mar 05 ⏰

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