Give me your hand, here is my heart

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Shoto observaba como Izuku hundía la cuchará en el cereal y la alzaba para llevarla hasta sus rollizos labios, repitiendo la acción por alrededor de cinco minutos. Y supo que estaba siendo acosador cuando las glaucas esmeraldas se elevaron hacia él.

一¿Shoto? 一preguntó Izuku, con un hilo de leche deslizándose por la comisura de su boca.

Suspiró y se inclinó sobre la barra para limpiarle con el pulgar, ralentizando la acción al bajar por su mentón. La profundidad de su mirada bajó de curiosidad e inquietud para subir a deseo y cariño; lo besó delicadamente, dándose su tiempo de disfrutarlo, de encapsular el calor de sus labios bajo el suyo.

Tras eso, Izuku lo miró expectante, con el tacto ajeno desvaneciéndose de su rostro.

一¿Por qué no puedo decirle a nadie? 一preguntó, porque durante toda la noche no pudo olvidar la petición de Izuku.

Le pidió que no le contara a nadie de su regreso y no entendía por qué cuando tenía muchos amigos y una madre que amaba. Lo hizo prometerlo entre las sábanas, justo cuando sabe que él no piensa muy bien entre ellas, porque es vulnerable ante sus caricias, suspiros y mirada. Izuku siempre podía obtener lo que quisiera de él durante el sexo y él jamás podría decirle que no.

Inmediatamente se volvía un pobre hombre bajo el hechizo de un poderoso mago.

—No estoy preparado para sus reacciones al verme, sería demasiado para tan pronto —contestó, tomando el platillo de plástico sobre la barra —. Debes de comprar una bajilla nueva.

Shoto lo miró girarse para tirar el desechable en el basurero, moviéndose posteriormente para lavar los utensilios—lo único que no había roto de su alacena—. Agradeció el recordatorio, quedando en que pasaría al supermercado al terminar la escuela. Y por otro lado, pensando que Izuku solo necesitaba tiempo para asimilarlo todo, fuera de las cámaras y los escándalos, de los miles de preguntas y quizás abrazos.

—Será difícil guardármelo, siento que lo sabrán sin necesidad de preguntármelo —comentó, con Izuku girándose mientras secaba sus manos con la toalla. Le sonrió suavemente, con las comisuras de sus ojos alzándose hacia arriba—, estoy feliz, muy feliz, Izu.

Pero lo intentaría por su novio, porque sí él decía que no se sentía listo aún, no lo presionaría.

Izuku le devolvió el gesto, acercándose para rodearle el torso y esconder el rostro en su pecho. Lo apretujó suavemente y después se alzó de puntas para besarle los labios, acariciándole el rostro. Shoto apretó su cintura contra su cuerpo, sonriendo está vez juguetón al separarse.

Frotó la tela de la Lacoste azul con rayas que llevaba puesta, introduciéndose bajo esta para acariciarle el abdomen y descender hasta el calzoncillo de encaje, tirando del resorte suavemente.

—Adoró verte así —dijo, acercándolo para hablarle al oído —, por la mañana usando mi ropa cuando ayer por la noche estaba follándote.

Liberó una risa divertida cuando Izuku se apartó de golpe, llenándose las mejillas de rubor rosa; en un chillido le llamó desvergonzado, dándole una buena vista de su traserito respingón al caminar dándole la espalda.

—Me tendrás aquí para la ahora de la comida —aseguró, poniéndose la correa de la mochila sobre su hombro —, y que conste que no me estoy yendo por cuenta propia, sino porque tú, niño malvado, me estás echando.

Izuku sonrió y descalzo lo acompañó hasta la puerta, besándole en el marco profundamente. Le había convencido de no faltar al notar por su calendario que era semana de exámenes.

—Te amo —musitó Izuku de forma dulce, haciendo que chistara. Su niño lo tenía en la palma de su mano.

—Pero me estás dejando ir 一susurró en respuesta mientras le acariciaba el pómulo rosita con el pulgar, atrayéndolo para despedirlo con otro beso profundo. Posteriormente le dio la espalda y comenzó a caminar por el pasillo, llegando hasta el elevador.

The bluesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora