II.

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Las cosas se habían tornado bien para aquel mexicanito de ojos claros desde el clásico y polémico partido de 2018 contra Estados Unidos. Su equipo actual era el Real Betis y participaba en una de las ligas más importantes de toda Europa.

Bueno, casi todo se había tornado bien para Diego. Sabía que tanta suerte en algún punto le cobraría factura. Y es que ahora se encontraba con la noticia de que el gringuito de mierda, que también responde al nombre de Matt Miazga, sería su próximo rival en LaLiga luego de que este firmase durante una temporada con el Deportivo Alavés tras una mala racha en clubes de cuatro largos años. Pero no es como si Diego le siguiese el rastro, en lo absoluto.

Estaban a días del juego y los verdiblancos venían a enterarse de aquello por boca de Pellegrini, quien los hizo cambiar de alineación tras tal anuncio. Gracias al culero de Miazga podría despedirse de la posibilidad de ser titular en el juego.

— 

— Pinche gringo culero.

— Diego, ya cállate el hocico, deja de llorar.

— ¡Es que no lo entiendes, Andrés! Pinche culo de Miazga, lo voy a matar.

— No se han visto en cuatro años, Dieguito. Seguro ni se acuerda de ti.

— No seas culero, ¿qué no ves que por su culpa Pellegrini me sacó de titular?

— Neta no tiene nada que ver, ya vete a cambiar Dieguito.

Y así fue el intercambio de palabras entre Diego y el santo de Andrés Guardado que lo tuvo que aguantar durante una hora más. Era su último entrenamiento a unas horas del partido contra los alavesistas, quienes ya habían llegado al estadio dispuestos a entrenar.

Fue por la llegada de sus próximos rivales que Diego se había puesto así. Ver a Miazga realmente lo atacaba al no saber si tenía más ganas de patearle los huevos o estampar sus labios con los suyos.

Diego celebraba con sus compañeros de banco el primer gol del partido a favor del Betis a tan sólo diez minutos de haber iniciado. Aún se sentía algo mal por no haber logrado ser titular, pero se alegraba por el equipo y por Borja, quien había hecho el cambio en el marcador.

El primer tiempo estaba a punto de acabarse luego de un segundo gol gracias a Canales y un intento de Guardado que pasó realmente cerca de la portería.

Diego no pensaba que nada más sucedería en ese exitoso primer tiempo hasta que de repente, la hinchada verdiblanca celebraba un tercer gol realizado nuevamente por Borja. No podía creerlo. La jugada se dio gracias al imbécil de Miazga, quien básicamente le había regalado la pelota al delantero de su equipo.

No podía demostrarlo, pero por dentro se cagaba de risa. Tanto ego y patanería de su parte para regalar así un gol en su debut en LaLiga.

Diego estaba muy feliz. Tan sólo había logrado jugar los últimos minutos del partido, pero el Betis había ganado de forma contundente y ver la cara de desolación de Miazga le generaba gran satisfacción; porque si no se ha notado, el mexicanito podría ser un gran rencoroso cuando se lo proponía.

Ahora los locales se encontraban saludando a los jugadores del Alavés y felicitándose por un buen partido jugado. Todos sabían que en el fútbol, cualquier cosa era posible y no podían darse el lujo de ser malos perdedores, por lo que el ambiente general era ameno.

Eso, claro, si ignorabas las miradas matadoras que Diego y Matt compartían entre sí. Sabían que las cosas no estaban terminadas ahí para ellos. Por lo que en un silencioso acuerdo, decidieron quedarse pasado el tiempo que sus equipos estuvieron ahí; ambos se habían retirado a celebrar el triunfo o ahogar las penas juntos.

Lo que había empezado con sólo unas miradas empezaría a escalar rápidamente entre ambos. Diego se le había reído en la cara una vez habían quedado solos.

— Chiquita se te puso en el partido, pendejo —. Le soltó Diego todavía de rencoroso.

¿Qué? —. Miazga apenas y sabía lo básico del español, por lo que realmente esperaba que Lainez le hablase en inglés.

— Tras que pierdes y no sabes español, bien imbécil este.

¿No podrías hablar en inglés tú?

— Estamos en España, a ver cuándo aprendes. Que te burlas de mí por enano y tú ni ganas los partidos.

Fue un error estúpido, ¿está bien? Y tú por lo visto no creciste mucho.

— Ah bueno pero te burlas cuando ganes, cabrón.

Matt en definitiva no sabía español, porque bueno, era gringo, no saben nada esos; pero Diego estaba seguro que eso último lo había entendido a la perfección a juzgar por su oscura mirada. Y en cuanto menos se lo esperó, ya Miazga lo tenía acorralado contra la pared detrás suyo, lo cual le hizo escapar un pequeño jadeo.

¿Ahora sí muy valiente?

Caliente tal vez —. Le contestó el más bajito con sorna.

Y sin más, ya se encontraban besándose con desesperación. Sin importarles el lugar, o las personas que pudiesen pasar y verlos. Tenían cuatro años de tensión por fin desatados.

chaparro - laínez y miazgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora