•Capítulo 38•

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—¡Hey!

Me sobresaltó de inmediato cuando Ruggero grita a mis espaldas. Regresaba del baño después de haberme dejado sola en la sala.

—¡Ay Ruggero, me asustaste! —le reprocho.

—Te dije que no viéramos películas de terror tan tarde, sabía que te asustaría por todo.

Sonrío cuando se tumba a mi lado en el cómodo mueble.

—Es que me gusta verlas a tu lado —musito pasando un brazo por su abdomen—. Es la excusa perfecta para abrazarte sin preocupaciones.

—Y es así como te aprovechas de mí —se burla.

Reímos, todavía tumbados en el mueble mientras disfruto de las caricias que le brinda a mi cabello.

Habíamos pasado toda la tarde viendo películas de terror en su casa, para matar el tiempo luego de que sus papás salieron de viaje por algunos negocios, así que no quería dejarlo solo. Tenía que acompañarlo en estos casos. Solía ser común cuando éramos niños que sus papás lo dejaran al cuidado de las nanas que habían en su casa, ahora ya no es así.

No tan a menudo supongo.

Un gruñido se escucha entre los dos.

—¿Fue tu estómago? —asiento y sonrío inocente—. Creo que alguien tiene demasiado hambre —se burla—. Ese gruñido se escuchó por toda la casa.

—¡Eres un exagerado!

—Podría preguntarle al vecino si él también lo escuchó.

—¡Eres un...! —me callo de inmediato cuando su boca estampa contra la mía, silenciando mis quejas falsas de sus bromas. Suspiro cuando cuando se aleja de mi cuerpo—. ¿Pedimos pizza?

—Para mi novia lo que sea.

Ay pero si es lo más lindo.

Sonrío otra vez y me pongo de puntitas besando sus labios mientras él pasa su brazo por mi cintura.

—Iré a llamar al delivery —musita cuando nos separamos del beso—. Vuelvo en un segundo.

Deja un último beso en mis labios y corre escaleras arriba buscando su teléfono con los números del delivery.

Mientras estoy sola me dedico a recoger algunas cosas que dejamos tiradas mientras veíamos las películas y me dedico a lavar lo que usamos para preparar las palomitas. El orden ante todo.

—Veo que serías una linda ama de casa.

Me sobresalto cuando escucho su voz a mis espaldas. Giro para mirarlo, se encuentra recostado en el umbral de la puerta y sonríe burlón mirándome con las cosas en la mano.

—¿Acaso me propones ser tu ama de casa? —bromeo.

—No. Te propongo ser mi reina toda la vida —toma mis manos y deja un beso en mis nudillos.

—Eres muy cursi.

—Estoy enamorado, ¿que te puedo decir?

—Pues no es tan mala propuesta, eh.

—Es una propuesta muy tentadora.

—Demasiado.

—¿Sabes que más me parece tentador? —pregunta, rozando la punta de su nariz en la curva de mi cuello.

—¿Qué cosa?

—A mí... me parece tentador quitarte ese lindo vestido que traes.

El calor sube desde la punta de mis pies hasta lo más alto de mis mejillas.

DIOSA 1 | Ruggarol.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora