32. Marina Piccola IV

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Mariella

Pude asomar un ápice de arrepentimiento en su rostro, pero aquello era confuso para mi. Me había dicho la verdad ¿no?

Ni siquiera pude pensar en aquello, salió del baño. Y un minuto después (para nada sospechoso) salí yo.

Todo seguía igual. Solo que Valentina me miró inmediatamente cuando llegué, pude sentirlo, y evité mirarla de regreso, dado que Stella había notado sus señas antes.

Heather, por lo que pude ver, había notado lo que pasó, porque nos miró durante un momento a las tres, y también evité encontrarme con sus ojos. Matteo y Hayden se encontraban ensimismados en una conversación sobre noseque. Y entre nosotras se había armado un silencio sepulcral que Valentina trató de romper, fallando estrepitosamente.

-Este cacciucco está delicioso. -Señaló, tratando de sonreír, pero nadie dijo nada.

Stella miraba su plato, medio vacío, sin hacer nada al respecto, con la dosis de indiferencia que la había caracterizado hoy. Valentina seguía comiendo y sonriendo a la vez, y Heather miraba a la costa.

Me pareció raro que Heather no haya dicho nada al respecto, siempre se mostraba perfectamente amable. Tal vez la conversación con Stella haya afectado.

Ante el silencio, mis pensamientos cayeron abarrotados sobre mi conciencia, y no hice más que apartarlos.

Cuando Heather dijo "barco" creí que en serio se refería a un barco. Pero donde mis pies se encontraban no era un barco. Era un jodido yate.

Un yate hermoso, desde donde se podía admirar la isla a la perfección, el verde en ella, y el cielo azul acompañado del sol. A ver, que era hermoso todo, si, pero agradecí por haber traído ropa fresca. El calor que hacía era característico del verano.

El calor que desprendía de mi piel, hacía que quisiera volver a Roma, al apartamento, donde perfectamente había aire acondicionado.

Me acosté en una tumbona, y caí en cuenta de que se me había olvidado el protector solar...mierda.

El sol era demasiado potente, y efectivamente me broncearía. Llegar a Roma, y que Massimo me vea con tres tonos más, no era en absoluto la definición de haber estado de luto.

Era la definición de haberme ido a una isla con sus dos hijos, y sus dos "colegas" del proyecto.

No era estúpida, o al menos no me consideraba estúpida la mayoría del tiempo, en unos minutos le pediré el protector solar a Valentina y problema resuelto. Solo necesitaba descansar un poco. Solo un poco...

Cerré los ojos y dejé que el sonido del mar me llevara con la ola.

-¿Qué tal supermodelo? -escuché la voz de Heather, y pegué tal susto que me sobresalte de tal manera que me golpee ligeramente contra la tumbona.

Pestañee una, dos y tres veces antes de verla con claridad. Cubrí mi rostro del sol con la palma de mi mano.

-Hola...-se había quitado la ropa que había llevado puesta. Ahora tenía un bikini blanco, su cabello dorado un poco alborotado, pero no estaba mojada. -¿Qué hora es?

-Mmm...son las tres y cuarenta. No queríamos despertarte, te veías cómoda. -Frunció sus labios, y miró hacia el mar, para luego volver a dirigirse hacia mi. -Te estas perdiendo el tour. Vamos por Punta Gradola.

- Haremos una parada en Grotta Azzurra para refrescarnos y que Valentina y tú conozcan.

-Vale. -Susurre, distraída.

No Seremos Más Que Esto ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora