27. Obsesión

1.2K 87 0
                                    

Matteo

Toqué la puerta hasta tres veces, pero Stella se negaba a abrirla.

-Stella, por favor.

-Que no, vete.

-Necesito hablar contigo.

-¿Y que te de información privada de los demás, como siempre?, no.

Mi paciencia se estaba agotando. Ya era suficiente malo que estuviera aquí, debía irme antes de las seis. Antes de que Massimo llegará, o sino, me obligaría a quedarme o el castigo perjudicaría mi carrera.

-No es sobre cualquiera la información que pediré.

-Se perfectamente de qué quieres hablar. Y por última vez, no. No soy Heather. No voy a decir que sí por más que ruegues.

-De acuerdo, pero al menos abre la puerta.

-Todo tiene un precio.

-¿Cuánto quieres?

-No hablo de dinero...ya tengo suficiente. -Dijo, tras la puerta. -Favores, fratellino.

-Va. ¿Qué quieres?

-Por ahora nada, con el tiempo lo sabrás. Pero debes jurarlo.

-Lo juro. -Aseguré, cansándome de sus juegos.-Ya, abre.

-Todavía, aparte de los favores, sabes qué debes recitar ¿cierto?

Suspiré, desesperado por que habrá la puerta.

-Ya tengo suficiente con los favores, si no abres la puerta le mandare a Massimo un correo anónimo, diciéndole ya sabes qué. -Le mentí, jamás le confesaría a Massimo los secretos de Stella. No sabiendo lo que es capaz de hacer.

-No te atreverías.

-Acepté guardar el secreto, pero me pones entre la espada y la pared, sin saber que tengo una navaja asegurada.

Stella suspiró tras la puerta. -Esta bien. Entra. -Abrió la puerta, y la sensación de alivio recorrió mi cuerpo entero.

Finalmente pude ver sus ojos verdes, fulminándome con la mirada. Traía su cabello oscuro atado en una media cola. Traía puesto un top negro de prada. Unos pantalones cortos talle alto del mismo color. Por encima una camisa blanca y gigante de mangas caídas, desabrochada totalmente.

-Y bien. ¿Vas a pasar? -Cuestionó con brusquedad.

Cuando pase, cerró -estralló- la puerta detrás de mi. Cruzó por mi lado y se dirigió a la cocina, donde buscó una copa de vino para servirse un poco de Brunello.

Me acerqué a la cocina, pero ya Stella se encontraba en el sofá, lista para encender la televisión e ignorarme.

-Stella...-empecé.

-No puedo creer que serías capaz de...-me interrumpió, pero yo le hice lo mismo.

-No voy a hacerlo. - Un suspiro de alivio fue su respuesta.

-Entonces...¿que quieres?

-Esta mañana vi a Mariella saliendo de tu oficina.

Enarcó una ceja, y tomo un poco de vino.

-¿Ajá...y?

-Solo quiero saber si...

-No voy a decirte nada.

-Si quieres saber la razón, podrías preguntárselo a ella...O cierto...no quieres que sepa lo obsesionado que estás. -Se dio la vuelta y empezó a cambiar de canal.

-No estoy obsesionado. -Stella se detuvo en el canal de noticias, y me miro lentamente. Enarco esta vez las dos cejas.

-Pues deja de preguntar sobre ella. Y déjame en paz.

-Hay algo que tú sabes que yo no.

-Lo puedo confirmar. -Sonrió con malicia, mirando la televisión.

-Vale, ¿hay algo que debas decirme que no tenga que ver con Mariella?

-Sí...De hecho, sí.

-¿Y eso es?

-Vamos de vacaciones a Marina Piccola. -Puse los ojos en blanco y me acomodé a su lado, pendiente de la hora. 5:24.

Tenía menos de media hora para largarme.

-¿Quienes irán?

-Los mismos de siempre. Hayden, Heather, tú y yo.

-¿Y...? -dije, haciendo que cayera en mi trampa.

-Mariella. Y su...su...amiga. -Estaba por beber otra trago de su copa pero se detuvo e hizo una expresión de amargura.

-Con que de eso hablaste con ella.

-Mierda. -musitó.

-Seguro Heather te convenció de que crearas una excusa con Massimo para que deje libre a Mariella.

-Ya puedes irte, obtuviste lo que querías. Además, tendré una visita y no quiero que estés aquí.

Alce una ceja.

-¿Tan rápido superaste a Gero?

-Era un idiota. No vale la pena, además me di cuenta de que no lloré por el...-mintió, de seguro, sabía que le había dolido, pero lo que me extraño fue la falta de dolor en su voz al hablar de el. -Lloré por el tiempo que perdí con aquel imbécil. -aclaró con seguridad.

-Si eso dices...¿quién vendrá?

-Quién no te incumbe.

-Mmm...se ve que te importa. ¿Lo conozco o...la conozco?

-Matteo vete, o le digo a Lucas que tu cama esta disponible.

-Sabes que el no iría tan fácilmente.

-Entre nosotros, la última vez que fue, lo soborné para que fuera.

-Eres una...-suspiré.

-Vamos, solo vete. No quiero que estés aquí cuando llegue-se sonrojó.

-Va. Pero dame una pista.

-No es nadie romántico...simplemente veremos una película.-Stella no veía películas con cualquiera. Entonces, tal vez, y solo tal vez, sí era alguien que conocía.

-De acuerdo, me iré.

-Gracias. -Agradeció. -Y nos vamos en tres días.

-¿Contando este?

-Contando este. -Asintió y me ignoró, terminando su copa de vino, yendo a por otra.

Adicta.

Salí de mi antigua casa a tiempo, y pensé en lo que dijo Stella.

«No quieres que sepa lo obsesionado que estas.»

No estaba obsesionado con Mariella. Para nada...simplemente me gustaba. Me gustaba demasiado, sí. Pero no estaba obsesionado, eso...eso era una palabra muy fuerte. Y ella...Dios...por supuesto que estaba obsesionado. ¿A quién quería engañar? Era adictiva. Sus ojos, sus jodidos ojos...del color del cielo, podría mirar aquellos ojos toda mi puta vida. La adicción que creaban sus labios. Suaves, con sabor a algodón de azúcar. Yo sería capaz de admirar a Mariella por horas. Sin mencionar su cabello, me daban ganas de enredar mis dedos en su cabello y besarla por horas...follarla por horas, ver sus curvas desnudas, poder tocar su piel...me estaba volviendo loco. Y por su culpa me daba insomnio. El estar con ella era curioso, nunca sabría que diría o cómo reaccionaría a mis toques. Y el jodido piercing que llevaba en la nariz, era su simple adorno de su belleza, porque con o sin piercing Mariella era perfecta. Era imperfecta, demasiado, pero yo simplemente sentía lo contrario. Podría decirme que me odiaba y eso solo me excitaría. Y aquello era un problema. Porque al tener una obsesión, las obsesiones...o crecen...o mutan, y se convierten en algo mas fuerte, y en caso de que esta no creciera, estaba asustado del sentimiento en que pudiera mutar.

Me monté en el Tesla y conduje al apartamento. En el fondo...deseaba que Mariella estuviera allí. Tal vez solo para ver una película, como Stella haría...o para "ver una película" a mi manera. Las dos opciones sonaban bien...siempre y cuando fuera con Mariella.

No Seremos Más Que Esto ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora