"Esta Vez Sí"

-Capítulo 01-

TOBÍAS

Estaba tan cansado y tenía calor. El ambiente donde me encontraba era caluroso, parecía tener algo de humedad y también presentía que estaba oscuro, pero que una leve luz lo alumbraba. 

Quise recordar porque me dolía tanto la cabeza, las piernas y el pecho, y con un pequeño esfuerzo logré recordar muy poco. Lo único que recuerdo fue que yo estaba corriendo porque alguien me perseguía, este tipo de negro me alcanzó y me pegó en las piernas para que yo callera al piso. Creo que caí de pecho y casi me da con un palo, pero no llegó. Y hasta ahí llegan mis recuerdos, pero no recuerdo que hiciera tanto calor.

Abrí los ojos, o bueno, traté de abrirlos. Mis párpados pesaban, pero aun así estuve rato para poder mirarlo todo bien. Mi vista confirmó mis presentimientos de donde me encontraba. Era una habitación pintada de color crema, en las paredes la pintura estaba algo rajada y una bombita de luz de esas bajo consumo iluminaba la habitación.

Yo estaba recostado sobre algo que parecía una camilla médica, pero miré mejor y solo era una cama con un colchón algo duro. Miré para mi costado, y allí había una chica sentada en una silla, durmiendo. Levemente roncaba y se veía exhausta. Por un momento pensé en dejar dormir a la chica de los cabellos rojizos, pero luego recordé que estaba algo desesperado por respuestas, así que decidí despertarla.

-Ey, pss –dije bajo, luego aumenté mi tono de voz-. Chica de pelo colorado, eu vos.

La chica medio se movió, pero no se despertó del todo. No estaba tan lejos de mí, pero no podía moverme por mis dolores. Intenté nuevamente.

-Eyy, despertatee –dije en un tono elevado pero no estridente-. Chicaaaa, despierta.

-Grr –gruño-, Lucero no me jodas.

-¿Lucero? –dije- Yo no soy Lucero, no me llamo así. Que yo sepa tengo amiguito, no agujerito.

Si, ya sé, medio que me pasé con mi vocabulario, pero me saqué en un momento. Insistí otra vez y esa dio frutos.

-¿Ah? –Dijo ella y miró para todos lados- ¡Tú! –Me señaló- ¡Te despertaste! Sí, te has despertado.

-Ajá –contesté.

-Bueno, y... -se desperezó- ¿Cómo estás campeón?

-Bien –dije-, me duele la cabeza, el pecho y las piernas... ¿Campeón?

-Sí, porque, siempre... -ella se pausó tratando de quitar la pereza de su cuerpo- siempre están dos días y tú solo una noche aquí.

-Por cierto, ¿dónde estoy?

-Oh no, yo no soy la que responde esas cosas –levantó las manos y me mostró sus palmas, como los jugadores de futbol cuando el otro se cae-, yo solo estoy aquí para hacerte compañía y saber si te despertaste bien. 

Se levantó para buscar algo, y como todo era feo y simple allí en ese cuarto y no había nada más para ver, me detuve a observarla. Cabello naranja, pequitas en su rostro, ojos claros, no tan alta ni tan baja, le calculo un metro sesenta y dos centímetros de altura. Tenía curvas, llevaba puesto una remera azul y un pantalón de jean, con unos zapatos con algo de taco.