Cuando despertó se acurrucó en el cubrecama con pereza, las sábanas se le caían del colchón y la almohada se amoldaba en su nuca, llamándola a dormir nuevamente.
Hacía un frío de esos que no te dan ganas de moverte y se te congela la nariz.
Para Colomba los días de descanso no existían, su mamá le había inculcado desde chica que era mejor despertar a hacer algo o no despertar, porque el tiempo era oro, y cuando chica no entendía eso ¿Cómo iba a ser oro el tiempo? Pues sí, tenía razón.
Era sábado y tocaba turno de mañana en el bar donde trabajaba. Tenía que limpiar todo y hacer las cuentas, que en la noche se ponía movido y las manos no alcanzaban en caja y trapeando el piso.
Se fue a dar una ducha, aprovechando el agua caliente de las nueve que su vecina les compartía con el gas de afuera.
No le tomó más de diez minutos estar lista, ni se maquilló, y se amarró el pelo en un desordenado moño alto.
Antes de irse dejó las zapatillas en la cama de su hermano menor, Tomás, y comió lo único decente que había en la cocina: un paquete de galletas de agua.
»
Nada más llegar al bar y conectarse a la red, porque en su casa se le había cortado, su celular comenzó a vibrar y sonar.
Con el trapeador en mano se puso a revisar whatsapp, el de sus amigas, el de su mamá, y el de...
Fue un gusto conocerte ¿Te tinca volver a salir un día de estos?
Guardó el contacto como Matías y siguió limpiando, una sonrisa tonta se le había enganchado en la cara y no se daba cuenta.
»
Pasó harto rato hasta que se dignó a responder, sin estar muy segura de qué debía decir ¿Sí, no? ¿Era tan simple como eso?
Se mordió el labio.
¿Cuándo?
Enviado.
Visto.
Escribiendo...
¿Esta noche?
»
Cuando despertó eran las tres de la tarde y su 'amiga' se le pegaba al torso, intentó deshacerse de ella sin despertarla, pero nada más se movió la chica se le pegó de nuevo.
Puaj
Hacía calor y se sentía aplastado, ninguno se había duchado anoche, y ella con todo el maquillaje corrido no era tan bonita.
Pero era lo que había.
Derrotado, agarró el celular que estaba al lado de su almohada y miró el primer whatsapp, sonriendo al reconocer el nombre.
¿Esta noche?
Visto.
Escribiendo...
Salgo a las ocho de la pega.
»
Le dijo que la iba a pasar a buscar en auto, así que se maquilló con lo que tenía y se puso lo que tenía en el locker para las veces que salía después del trabajo: un vestido negro y un par de tacones del mismo color.
Era sencillo, pero bonito.
Cuando iba saliendo, chocó con él en la puerta, y era la única persona que podía ser porque aún no abrían.
-Justo a tiempo.- Dijo Matías, con voz ronca y peinándose para atrás con la mano. Estaba como nervioso -Te ves bonita.- Era un cumplido, y le dio un beso en la mejilla, agachándose harto para alcanzar su estatura.
-Gracias, tú igual.- Colo aún tenía una sonrisa en la cara que le entumecía las mejillas, pero no se daba cuenta -¿A dónde vamos?- Preguntó, repentinamente curiosa.
-Eh ¿Te gustan las discos?- Ella negó, tenía malas experiencias con esos lugares, mucha gente y mucho descontrol -Buena, a mi tampoco ¿Una pizza y unos pitos? Podemos ir a mi casa- Sugirió, esperando que ella aceptara y no le diera miedo que la invitara a su hogar a la segunda vez que se veían.
¿Tengo pinta de ir a comer pizza no más?
Se miró el vestido y arrugó la nariz, no debió haberse vestido tan formal.
Pero tampoco quería saltar con exigencias o haciéndose la santa, si había ido a casas de hombres que no conocía ni de nombre para un rápido.
-Me tinca harto, pero yo elijo la película.-
»
Eran las tres de la mañana y ella estaba intentando ahogar el llanto en una de las almohadas de plumas que él tenía mientras, él mismo, se reía de ella por llorar.
Habían visto 'Lo imposible' y, con lo sensible que era Colo, no había podido ni terminar su pizza cuando ya se ahogaba en un mar de lágrimas.
-Ya, deja de llorar, si no es pa' tanto.- Aguantando las carcajadas, Matías se sentó tras ella y la abrazó por la cintura, acariciando su cabello.
Era suave, y olía a shampoo de bebé.
-Ay, es que, sí fue triste.- Logró articular en medio de jadeos y sollozos, él le limpiaba las lágrimas ahora, las limpiaba con cuidado y con las mangas de su camisa a cuadros.
-Ya, sí, pero te dije que lo era, y no me hiciste caso.- Era verdad, pero Colo era necia, y cuando vio la carátula de la película supo que la quería ver, y la quería ver y punto.
-¿Qué hora es?- Preguntó, tenía los ojos un poco rojos, por la marihuana y por llorar.
-Las tres ¿Quieres quedarte o te voy a dejar?- Hizo una mueca ¿Qué tan terrible sería quedarse?
-Es que hemos fumado mucho, y vivo lejos, no sé ¿Es mucha molestia que me quede?- Él se rió, negando.
-Nunca es molestia que una niña linda se quede en mi casa, Colomba.-
Le gustó como había dicho su nombre.
Y se tiró en la cama porque se sintió cansada de golpe.
Y él la abrazó y besó su mejilla, tapándose con el cubrecama, y de paso a ella.
Y no necesitó sacarse la ropa, porque estar así, con ella, se sentía mejor que cualquier orgasmo.
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Sigilo
General FictionDesde un comienzo las reglas del juego se definen: Ellos han elegido el suicidio social, la autodestrucción. Cada cual a su manera, pero ambos son escoria de todos modos. ''—¿Y si el que se enamora gana?— Preguntó Colomba soltando las cartas en la m...