Dracon 2

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Estaba desparramado en el piso no sabía si lloraba o no, tenía la visión borrosa pero no sabía si era por las lágrimas, el cansancio o que no llevaba los lentes. La puesta se abrió de golpe y Malfoy entró como un huracán sobresaltandolo.

Malfoy se sentó y se abrazó a sus rodillas mientras miraba a la nada, parecía estar a punto de un colapso nervioso, no se había percatado de su presencia. Harry lo observó en silencio hasta que tuvo la necesidad de sorberse la nariz, Malfoy sacó su varita de inmediato y en un parpadeo ambos se apuntaban. Malfoy de pie, Potter sentado.

–Potty! Pensé que habías dejado tu obsesión por mí en cuarto año.– Harry suspiró guardando su varita. Lo extrañaba de una manera rara y retorcida, pero lo hacía. Ahí justo en ese instante mientras veía al joven rubio que aun le apuntaba al pecho lanzándole una mirada cansada, fue que entendió porqué siempre ese ser tan único le llamaba tanto la curiosidad, desde siempre lo había sabido, pero en aquel momento con sus barreras abajo con los sentimientos desbordando su ser no podía hacer más que aceptar que quizás (como cualquier chico normal) desde siempre había estado enamorado de Malfoy.

Potter le hizo una seña para que se sentara junto a él, y sin energías para luchar se sentó no muy lejos. Harry seguía mirándolo, no podía evitarlo... ya no quería evitarlo. Malfoy evitó su mirada, tenía el rostro hinchado se notaban los restos de sus últimas lágrimas, Harry sonrió triste al notarlo.

–Lo hiciste bien allá abajo, un poco infantil pero buen discurso motivacional– dijo en tono de burla.

–Tu y yo, los más orgullosos de Hogwarts convertidos en un par de llorones.– Dijo Harry, se sorprendió de lo rasposa que salió su voz, tenía semanas usando monosílabos hasta ese tedioso discurso que le había dejado doliendo la garganta.

–Yo siempre fui más orgulloso y llorón que tú Potter, no te compares conmigo.– Casi sonrió.

–Quiero reírme porque acabas de reconocer que eras un llorón.

–Soy un llorón.– Respondió en tono frío, pero Harry lo conocía lo suficiente como para saber qué iban por buen camino.

–No lo eres... Eres un hombre muy fuerte.– Malfoy lo miró como si hubiera enloquecido.

–Bueno tiene dos Avada kedavra en su organismo Draco– se dijo a si mismo burlonamente– dudo que Potty siga cuerdo.– Harry sonrió.

–Es sincero lo que digo– se recostó de la pared y cerró los ojos – no sé cómo haces para soportar... ya sabes... todo.

–Igual que tú supongo– se encogió de hombros.

–¿Tienes a la orden del Fénix de guardaespaldas para que no se te pase por la mente...- dejó la frase suspendida en el aire sin saber cómo acomodarlo, sin saber cómo no exponerse a su némesis en aquellas condiciones–... ya sabes, hacerte daño?

–No, realmente me imagino a mi madre regañandome en el más allá y haciéndome pasar vergüenza...– Harry soltó una débil risa y Draco sonrió disipando su mal humor... Se sumieron en una larga pausa, solo existiendo en compañía del otro – Y lo has pensado? – preguntó Draco.

–¿El que?– Preguntó volviendo en sí.

–Lo de renunciar.

–Mmmmm sí...

–Desde cuando?

–No lo sé, supongo que desde siempre, en algunos momentos más que otros... Desde que era niño y vivía en el cuarto de escobas yo-

–Que vivías en donde? – Saltó Draco! – Creo que lo de los Avadas no fue broma– Harry frunció el ceño y resopló cansado.

–No todos tuvimos una infancia rodeada de pavos reales albinos– Justo a la llaga – mientras nos consentían tras alguna pataleta.–Draco guardó silencio avergonzado.

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