Los protegidos (especial de navidad)

Capítulo 1

Érase un reencuentro

—Entonces, ¿no cenáis aquí?

—Lucas, por tercera vez en el día de hoy: no, no cenamos aquí porque pasaremos la noche con la familia de Sandra. —El rubio bufó.

—¿Familia de Sandra? ¿Y nosotros qué somos?

—No he querido decir eso.

—Claro que no ha querido decir eso. —Intervino la rubia, ofreciéndoles una taza repleta de café a ambos.

—¿Mario sabe que no cenaréis con nosotros?

Sandra y Culebra se miraron, intentado encontrar las palabras adecuadas del porqué no había sido capaces de comentar ese plan a los demás miembros de la familia.

—No, aún no lo sabe.

—¿Y a qué estáis esperando?

Sandra bufó, dejándose caer en el hueco libre que había en el sillón beige, justo al lado del moreno.

—íbamos a decírselo cuando recogiésemos a Dora.

Lucas miró al moreno com incredulidad, intentado entender cómo habían sido capaces de esperarse al mismo día para comentarle que no pasarían la noche allí.

—Pues se va a llevar una alegría que flipas.

—Joder, ni que se tratase de habernos metido en algún lío. Sólo vamos a faltar una noche, no creo que sea para tanto. —Lucas comenzó a reír, pensando en lo poco que conocían a Mario.

Y no todo parecía ir mal.

Bueno, parecía hasta que decidieron contarle a Mario que tres de los siete miembros de la familia estarían ausentes esa noche.

—¿Qué no venís a cenar?

—Mario...

—Llevo todo el día metido en esa cocina para que ahora me digáis que no venís a cenar. No, no y no. Aquí cenamos todos. Y cuando digo todos, es todos.

La pareja se miró con complicidad a la vez que rendida, pensando en cómo contarle a su padre que no estaban escogiendo con quien pasar la noche, sino que se trataba de algo más que una simple elección.

—Mario, mis padres me llamaron hace unos días. Quieren que cene con ellos, así conocer a Dora y a...

—A mí. —Terminó el moreno, señalándole propiamente.

Mario frunció el ceño con confusión.

—¿Tus padres? —Repitió, más confuso que anteriormente. Parecía no entrarle que dos personas que parecían tan lejanas volvieran a estar presente en la vida de su hija.

—Sí.

—¿Y eso como pasó? Quiero decir, ¿cómo qué te llamaron después de tantos años?

Sandra intentó aclararle aquella duda, pero ella tampoco sabía a qué se debía aquello, así que cerró la boca al segundo.

—Mario...