Por: Kat Harrison Lawrence
Recuerdo como tus labios me hacían caer encantado sobre tus pies, como creía cada sucia mentira que salía de ti, pues se supone que me amabas más que a nadie pero eran falsas promesas de amor. Cuando te conocí, no esperaba enamorarme de nadie, ya que solo estaba concentrado en mis estudios y futuro, hasta que apareció una chica de cabello castaño claro y unos ojos bastante curiosos, unos color carmesí hermosos. Comenzamos a conocernos y terminamos siendo pareja, duramos 8 años ya que ella me fue infiel con uno de sus simples ‘amigos’ ¡y hasta tuvo el descaro de negarlo!, decía que era mentira y que no la abandonara, pero ahora pienso, ¿al meterte con él no me abandonaste tú a mí?, ella me insistía, se aferraba a mí como un niño haciendo berrinche porque le iban a quitar su dulce; ella me miró con esos ojos que tanto amaba suplicándome y yo… De estúpido caí nuevamente por esos malditos ojos.
Pasaron los meses nuevamente, observé que tenía cosas que yo no le había regalado, por ejemplo una figura en cerámica de lobo que era su animal favorito, yo le había dado un peluche, pero una figura jamás. Mi inseguridad comenzó a salir de nuevo, si ya me la hizo una vez ¿Quién dice que no lo hará de nuevo?, un día por simple curiosidad encontré un cabello gris en una de sus camisetas y obviamente llegué a pensar lo peor, pero mejor lo dejé así, no quería arruinar de nuevo todo. Ella llegó a nuestro apartamento bastante feliz, prendió su música Pop y comenzó a bailar con energía, cosa que no siempre hacía, así que eso solo significaba una cosa, algo bueno le pasó mientras estaba fuera de casa; me alegraba y preocupaba a la vez pero mejor preferí unirme a bailar con ella. A la noche la invité a cenar, por lo que ella muy feliz aceptó y se comenzó a iluminar, sus ojos brillaban con gran alegría, esos ojos eran lo que me tenían atado a todo esto.
Salimos a cenar y todo transcurrió con bastante tranquilidad, ella llevaba uno de mis sacos que era color gris, le quedaba precioso, le lucía más a ella que a mí. Terminamos la cena y noche bastante feliz, puedo decir que hace años que no nos divertíamos así, pero no todo lo bueno dura para siempre. Conseguí un trabajo de repartidor, no era mucho, pero estaba agradecido de tenerlo, un día entregando un pedido se me hizo bastante parecida una figura, era ella, estaba en una cancha sentada, parecía que esperaba a alguien y así fue, inevitablemente me quedé mirando ya que quizá esto iba a resolver mis dudas acerca de si estaba con otra persona. Luego de un rato vi llegar al mismo hombre con el que me había sido infiel tiempo atrás, no me resistí y fui a darle la cara, estaba demasiado furioso, ella me había vuelto a mentir y esta vez no pensaba caer por ella, el hombre se fue con rapidez, y ella nuevamente me suplicaba que no hacían ni eran nada. Yo me cansé, me alejé de ella y con unas cuantas lágrimas dije, - Esto es todo, estoy cansado de ti y tus mentiras, al parecer solo fui unos de tus juguetitos. No me hables, no me busques, no voy a seguir dejando que marchites lo poco de autoestima que tengo -, y con eso me fui caminando. Mientras me iba, me fue inevitable mirar hacía atrás, y lo que me encontré fue asqueroso, ella estaba hablando por teléfono como si nada hubiera pasado, como si todos nuestros años juntos no fueran nada para ella, como si yo solo fuera una mierda que se quitaba de su camino. Caminé más rápido llegando a mi moto donde tapé mi cara con ambas manos, un llanto gigante se hizo presenté en mí, logré sacar lo que contuve por tanto tiempo.
Llegando al apartamento comencé a sacar sus cosas con rabia, recordar su olor a leche era asqueroso pero a la vez lo extrañaba demasiado, fui a nuestra habitación y observe su cama, ella se acostaba sobre mí y yo acariciaba su suave cabello con amor, porque realmente la quería pero por imbécil decidí quedarme callado y no preguntar sobre el cabello o el lobo, al menos así hubiera sido un poco más fácil olvidarla, o eso creo yo. Dejé todas sus cosas en casa de su madre y comencé a trabajar en mp y en sanar todas las inseguridades que ella me dejó hasta ahora, no será fácil ya que no creo olvidar tan fácil todo lo que me hizo y todas las mentiras que me dijo, y esos ojos carmesí que me hacían caer encantado, esos ojos que me hacían perdonarle todo, los odio, los detesto por que me hicieron olvidarme de mí mismo por estar con ella.
Todo por esos malditos carmesí.
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Mini historias por Kat Harrison.
De TodoAquí encontrarás algunas pequeñas historias que hice ya sea por trabajos del Colegio o solo por aburrimiento, espero que las disfrutes. Decidí subirlas porqué solo borrarlas era un desperdicio terrible.