Capítulo/05 (BORRADOR)

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Chloe Collins

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Chloe Collins

Era un día hermoso, el cielo se encontraba en un azul tenue un tanto despejado y las pocas nubes del lugar se movían con lentitud, mientras que la brisa movía todo mi cabello y chocaba con cada parte mi piel, en un intento de secar las líneas húmedas que bajaban por mi rostro.

Creí que una ruptura sería como en esos programas de la televisión, el cielo gris, la brisa gélida y fría, la lluvia incesante y una melodía triste sonando en mi cabeza. Me cuesta admitir que no se parece en nada. Lo único que coincidía era mi llanto, mi maquillaje corriéndose y el sentimiento agridulce de que tal vez cometí un error.

¿Habré hecho lo correcto?

¿Esa sería la mejor decisión?

¿Pensar en mis sentimientos e ignorar los de él?

No tengo porque sentirme culpable, él me obligó hacerlo.

Sé que todo lo que hice fue para mi bienestar, tanto físico como emocional, pero seguía sin entender porque permanecía ese sentimiento tan abrumador. Traté de alejar todos los sentimientos mientras intentaba llamar a Jaylin, pero al parecer su teléfono estaba apagado.

Me puse las gafas de sol y caminé unas cuantas cuadras para llegar a la casa de Justin, ese día en particular teníamos una reunión en casa de la abuela y acordamos que yo iría a buscarla.

Estando a solo minutos de llegar la melodía de una canción se pegó a mi mente sin la intensión de irse; no sabía su nombre, ni el del artista, pero allí estaba.

Al menos logré tener mi mente distraída por un rato, el sonido era similar al de una trompeta pero sin serlo, era un poco más electrónico o eso creo, la melodía se quedó estancada en mi mente por un rato hasta que terminé chasqueando los dedos.

Debo admitir que adoro esos momentos en los que estás mal y llega algo y lo cambia todo por una fracción de segundos. Es como si algo supiera que no estas bien y enviara cualquier cosa para compensarlo, una persona, un recuerdo o una canción, para que así logres olvidarte de todo.

Pero me molestó saber que mi hermana ya estaba en casa de la abuela y ahora debía irme sola como una gran tonta; al menos el viaje fue más rápido de lo que esperaba.

—¿Hola? —Pregunté pensativa estando de pie junto a la puerta.

Entré sin esperar una respuesta y noté que el lugar estaba diferente a la última vez fui. Era extraño estar ahí.

—¿Vas a venir a saludar o te quedarás parada en la sala? —Dijo mi abuela desde la cocina.

Me asusté por un momento y caminé junto a ella con los brazos abiertos, recordando lo que pasó la última vez que hice eso.

—¡Estás tan grande y hermosa! Y aquí tu abuela cada vez más vieja, —dejó lo que hacía para abrazarme.

—¡Pero también estás hermosa!

La noche de ayer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora