𝐂 𝐚 𝐩 𝐈𝐈𝐈

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—Es obvio que aceptó por miedo... —una voz monótona de mujer habló.

—No actúes como si me hubieses advertido —Peter, enterrando la mano en su cabellera y con estrés, se apoyaba en un escritorio.

—Ahora, lo que me interesa. —La mujer posó los papeles que sostenía sobre el escritorio —¿Está seguro de que reaccionó así al nombre de Minerva y no a algo más?

—La hubieses visto —El hombre subió su mirada, sonriendo. —Me miró como si hubiese leído su mente.

—En ese caso, esa niña es mucho más que el experimento de la consejera... —La dama acomodó sus lentes y prosiguió. —Debe conquistarla.

—Sabes que no se me dan bien los niños, Bell. No sé qué esperas que haga. 

—Todo jefe se ha enfrentado a retos, Señor.

—Dánae no está allí de adorno. Que se encargue ella. —Peter se soltó del escritorio y le dio la espalda a la mujer de aparente nombre Bell. —Yo ya tengo suficiente mierda de la que encargarme después de ese maldito escape.

Bell lo miró desde un par de metros. Acomodó su corto cabello rubio detrás de su oreja, entendiendo que lo que aquel hombre decía era cierto, pero aún así...

—Jheanette no llegará sino hasta varias semanas, lo sabe, ¿no?

—No necesitas repetirme lo obvio.

—Hasta su llegada... —Bell se acercó lentamente, hablando en un tono sutil —Usted es el responsable directo de esa niña. Y si no me equivoco, es usted quien sacaría más provecho a la información que esa pequeña tiene, ¿no es así? —La voz de la mujer resonó más intensamente en la cabeza de Peter.

Y aunque Peter estuviese hasta el cuello de papeleo que firmar y cuentas que rendir, su orgullo de líder no toleraba la idea de que la tarea de convencer a una niña de que hablara pudiera con él. Y en el fondo lo sabía.

—Ya yo veré qué hacer. —Contestó tajantemente, alzando su mano y dejando el estudio.

____

—Sí sabes algo, ¿verdad, Emma? 

Ya se había tardado la pregunta...

—Si lo que quieren hacer es sacarme información, le confieso que prefiero morir —replicó con decisión al tiempo que mordía el pan integral en su mano.

—No sabes lo que dices, Emma...

La fría mano de Dánae sujetó con sentimiento la pierna izquierda de Emma. Los ojos de la mujer parecían mirar hacia adentro.

Eso le dio un escalofrío a la pelirroja.

Tragó sonoramente y a ello le siguió un silencio helado. 

—¿Eres una Mamá... Una Hermana? —Indagó Emma, con miedo de la respuesta.

Sin responder, la mano de la mujer se dirigió al cuello de su vestido, soltando los únicos tres botones que tenía y abriendo la prenda.

La gruesa línea  de una cicatriz de puntos se dejaba ver en el centro del pecho de la chica. Lucía dolorosa.

—Peter no mentía... Este mundo es cruel —Dánae susurraba con una voz temblorosa —Si no hablas, no simplemente van a matarte, ¡te torturarán hasta que digas algo! 

El pequeño pedazo de pan cayó rodando de la cama. Emma sabía perfectamente lo que aquello significaba. Krone se lo había dejado claro. La incomodidad causó que alejase la mirada.

Dánae pareció entender que sus emociones la habían dominado.

—No quisiera que algo malo te pase... Eres una niña pequeña, y... No quiero ver a más chicas morir...

𝐓𝐡𝐞 𝐆𝐨𝐥𝐝𝐞𝐧 𝐋𝐚𝐝𝐲 || ➷𝐘𝐍𝐍 𝐀.𝐔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora