𝐂 𝐚 𝐩 𝐈

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Una luz blanca e intensa golpea los parpados de la pequeña Emma, obligándole a despertar de su profundo sueño.

Se siente pesada, como si hubiera dormido una semana entera. Mueve levemente su cuerpo tratando de acomodarse, entonces recuerda. Sus iris de verde esmeralda se ven ahora iluminadas de lleno con el blanco penetrante del techo.

¿Qué es este lugar?

Emma gira hacia su brazo izquierdo, distinguiendo un pedazo de algodón adherido a su mano con cinta quirúrgica. En ese momento numerosas visiones del pasado le llenan la mente. El rostro frío y enigmático de aquel hombre; Peter Ratri, le causa palpitaciones. ¿Dónde estaba ahora? ¿Por qué seguía viva?

—¡Emma! Despertaste al fin —la voz de una mujer se oyó a un metro. Una voz desconocida, pero dulce. Es una chica joven de piel oscura y ojos verdes azulados que sostiene una bandeja con lo que parece ser un desayuno, sentada de forma delicada en la cama.

La pelirroja permanece en silencio, examinando a la dama.

—Ten, debes tener hambre —la mujer de vestido como el de Isabella le acercó la bandeja. En ella, dos rodajas de pan ligeramente tostadas, un huevo frito, un vaso de jugo y una hermosa manzana roja esperaban a la niña.

Sus ojitos se iluminaron y no pudo disimular su hambre. Rápidamente tomó el vaso en sus manos y le dio un buen sorbo.

Estaba delicioso.

Mientras comía el resto de los alimentos dejó escapar un "Muchas gracias" de su boca llena. Estaba tan acostumbrada a comer comida pre-cocida que un desayuno con materiales tan frescos le sabía a paraíso.

Al terminar el último bocado pareció darse cuenta otra vez de la presencia de la mujer que la observaba sorprendida.

—Buen provecho —rio un poco la adulta.

Apenada, Emma limpió las migas de su cara y después de bajar su mirada, habló.

—¿Quién eres? —preguntó la niña, resistiéndose a sentir cariño.

—Me llamo Dánae, seré tu cuidadora por el tiempo que te quedes aquí.

¿Aquí...? Emma se dio el lujo de mirar hacia arriba y apreciar la habitación. Era una elegante enfermería de colores blanco y café. Moderna y bien decorada.

Parecía una casita de ensueño.

De repente un par de golpes se escucharon desde la puerta del cuarto. Dánae se levantó de la cama alerta y abrió la entrada de la habitación.

Dos hombres de traje entraron al lugar, uno de ellos tenía una cara conocida.

—Adelante, Señor Peter, Señor Abraham. —La mujer les brindó una reverencia elegante.

—Veo que ya desayunaste, Emma —La intensa mirada de Peter llegó al alma de la niña. —Ven aquí, pequeña. Demos un paseo —Peter le extendió la mano.

Sin mucha confianza, Emma recibió el tacto y se dejó recoger de la cama. Sus pies descalzos encontraron un par de zapatillas de tacón blancas y de su talla, recién se daba cuenta del gran vestido que la cubría y la franela cuello tortuga que le abrigaba el cuello. Con la mano adulta de Peter guiándola, salieron de la habitación.

Un pasillo repleto de personas en bata y uniforme. El llanto de varios bebés se escuchaba a lo lejos. 

Peter soltó la mano de la pelirroja y comenzó a avanzar hacia la izquierda, Emma lo siguió intuitivamente.

—Escucha, Emma... Estás aquí por una razón —El hombre le dirigió la palabra, mas no la miró. —¿La conoces?

Aunque Emma sospechase sobre intenciones de matarla, ya tenía tan interiorizado el fingir no saber nada para sobrevivir que quiso ocultar sus pensamientos.

𝐓𝐡𝐞 𝐆𝐨𝐥𝐝𝐞𝐧 𝐋𝐚𝐝𝐲 || ➷𝐘𝐍𝐍 𝐀.𝐔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora