Ginebra

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No iba a admitirlo, era patético. Le dio un trago a la ginebra, directo del pico de la botella. Un perro, un maldito perro había ocupado su lugar. Lo odiaba; sentado a un lado de Oswald, recibiendo su cariño y protección, siendo consentido por el Pingüino. Ese era su lugar, Ed podía cuidar mucho mejor al moreno que ese pulgoso Edward, lo sabía, y aun así prefería ocultarse en una antigua biblioteca, entre libros, planos y alcohol, que hacer algo al respecto. Por que era patético, sentimentalista y ridículo sentir celos de un perro. Era algo propio de Ed, y él era el Acertijo, alguien supremamente superior a la lastra de su contraparte.

El pingüino no era muy bueno cuidando de sí mismo. No es que fuese dependiente, podía cuidarse lo suficientemente bien como para mantenerse vivo, sin embargo, cuando decidía poner a alguien debajo de su ala, los cuidaba y protegía como si en ello se le fuese la vida. Lo había hecho con Martin, con Sofía, con el perro Edward y con el Acertijo. Nunca había salido bien, aun así, seguía intentándolo.

Alcohol - GothamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora