10- El desolado

21 1 0
                                    

Mi papá está desolado y lo supe al verlo dormir.

Mi papá tenía mucho sueño por ceder a caprichos de primos alcohólicos, y tenía los ojos tan rojos que a mí, señorita de bostezos, me hizo caer rendida a la cama para tomar una siesta con él.

Mi papá me dio la espalda, me quitó cobija porque es como un niño malcriado: no se pone chamarra; tenía frío, pero no dije nada.

Mi papá se hizo bolita, pero me di cuenta que no era por lo helado del cuarto, porque de ser así, según yo, abrazaría la cobija, en cambio, abrazaba sus manos y se las pegaba al pecho, y sus piernas no estaban estiradas como siempre que duerme, estaban flexionadas.

Mi papá estaba recostado en cansancio indeseado, cerrado por algo que no sé pero imagino le hace sentir muy mal, porque tomar la forma de un niño en panza de mamá a la edad de 42 años no es normal.

Mi papá después sintió que me iba a levantar de la cama, se giró con brutalidad como hace dormido o despierto, me aventó las cobijas encima y sentí que lo hacía para que el peso de estas no me dejaran irme.

Mi papá me tomó de la mano, al principio con un agarre suelto por como estaba mi brazo, pero enseguida la buscó y desesperado hayaba la forma de tomarla con mucha firmeza, para que no se me cayera la mano de la suya.

Mi papá sólo alcanzó a agarrarme una parte de la mano, pero la tenía bien apresada, y aunque se quedó dormido al instante aún seguía tomándome con fuerza; aunque yo dejara caerme, aunque sus ronquidos lo llamen a despertar, aún cuando le dije que ya iba a levantarme porque me dolía la cabeza de tantas horas acostada.

Mi papá no me soltó, y me di cuenta que de nuevo se había acomodado como niño en panza de mamá.

Mi papá está desolado, me di cuenta porque tomé una siesta con él.

LetrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora