𝟮. 𝖫𝖺𝗌 𝖵𝗈𝖼𝖾𝗌

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El enfrentamiento con los siete guerreros había sido el inicio de la verdadera guerra en contra de Naraku, este mismo ahora era poseedor de mucho más poder que antes y había sido copas de llevarse entre sus dedos la vida de muchas personas, entre tantas ellas la de la sacerdotisa de huesos y barro por esta misma razón es que el oji dorado ahora no solo peleaba por los fragmentos de la perla de shikon sino por Kikyō. La muerte de la misma fue el parte aguas que llevo al híbrido no solo al descuido de su verdadero propósito sino también de su grupo

El sombrío sentimiento de dolor que sentía Inuyasha el que le provocó el triste desenlace de Kikyō era reflejado en su mirada además de en varias de sus expresiónes desde que se dio por enterado del fatídico deceso, había un millar de sentimientos reflejados en sus dorados ojos, pero aun así hacia el mínimo intento por parecer normal ante sus compañeros de viaje, sin embargo, era imposible, para Elena Inuyasha siempre había sido una persona muy transparente y que para ella era fácil de descifrar los sentimientos o las expresiones del híbrido

Así fue los días continuos con un Inuyasha ausente a todo su alrededor imposible de pasar desapercibido por todos los que lo acompañaban. Durante el transcurso de las semanas solo cruzaron por aldeas, las cuales habían sido afectadas por el paso de demonios y espíritus de más que se encontraban resguardados en el monte de las ánimas, al igual de algunas que fueron destruidas por los siete guerreros cuando aún permanecían con vida gracias a los fragmentos de la perla de shikon.

Ni los siguientes acontecimientos que habían pasado el haber podido salvar una aldea y de más lo había alegrado, si bien sacaban una pequeña sonrisa de sus finos labios, pero solo por unos pequeños minutos y después volvía a su expresión deprimente, ausente de sí mismo su cuerpo permanecia hay presente, pero su mente y corazón estaban en otro lugar.

Elena quien había tratado de permanecer serca de él tratando de animarlo alentandolo incluso en la idea de que Kikyō podría continuar con vida solo que en mal estado sin embargo todos sus intento se vieron opacados, todo fue en vano. Sería hipócrita de su parte el decir que de alguna manera la muerte de la sacerdotisa de barro y huesos le había afectado a ella también, porque no había sido así, al contrario, se sintió con una tranquilidad al quitarse un peso de encima, una traba que impedía su acercamiento a Inuyasha, sonaba completamente perverso desde el fondo de su corazón

—Inuyasha tenemos que comer y descansar al menos por esta noche — rogó Sango jadeante y se agachó poniendo sus manos en sus rodillas apalancándose, estábamos a la entrada de una aldea y planeábamos tomar un descanso bien merecido por todo el recorrido tan pesado que habíamos hecho esta vez, así como Inuyasha estaba deprimido también había ejercido mucha más presión en todos nosotros para que continuáramos con la búsqueda de los fragmentos, más que nada tenía la idea de que era solo para mantener su mente ocupada en otra cosa supongo que era más que nada para desviar el tema de la muerte de Kikyō y quizás porque él aún tenía la esperanza de encontrarla

—hagan lo que mejor les convenga — respondió seco y dándonos la espalda, su vista se perdía de nueva cuenta en el extenso manto nocturno

—Inuyasha... creo que deberías descansar, tú más que nadie ha estado muy activo durante los últimos días, recuerda que no solo eres un demonio sino también un ser humano que siente — dije preocupada, ya que el cansancio comenzaba a pasarnos factura a cada uno de los hay presente no se atrevió a mirar me y solo soltó un suspiro de fastidio

—ahora no Elena — respondió cortante y en voz baja

—Inuyasha — quise insistir, pero de nuevo su voz opacada interrumpió

—ahora no... por favor Elena, no sigas insistiendo — respondió de manera rotunda y comenzó a alejarse de nosotros adentrándose al bosque, no quise preguntar a donde se dirigía claramente sabiendo la respuesta a ello y sentí un enorme nudo en mi garganta y las inmensas ganas de llorar, pero mi orgullo era mucho más fuerte que el dolor en mi pecho por lo cual no me permitía a mí misma verme débil ante los demás

𝐓𝐮𝐫𝐪𝐮𝐨𝐢𝐬𝐞 𝐄𝐲𝐞𝐬 ||Eren Jaeger||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora